Capítulo VII

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Maliah

Los días pasan rápidos, ya me siento más adaptada a los cambios en mi vida que últimamente he estado experimentando. Hoy tengo una semana trabajando en la cafetería de los padres de Ciro, quien me ha entrenado para ser mesera de medio tiempo, después del horario de clases del instituto. Él e Itzel tienen los mismos turnos que yo, así que nunca estaré sola o eso espero.

— ¿Lista? —me digo a mí misma mirándome en el espejo del baño.

Planchando las arrugas invisibles del delantal, pongo el mechón rebelde que se sale de mi coleta detrás de mi oreja, doy una inhalación profunda para dejar salir lentamente el aire de mis pulmones, tengo los nervios a flor de piel, el estómago lo siento pesado, es mi primer trabajo y quiero que todo salga bien. Creo que debe de ser normal que una persona se sienta así, antes de salir al matadero, digo, al trabajo.

Al salir veo que el padre de Ciro me hace señas para que me acerque, me tiende una libreta de apuntes y me señala una mesa con unos chicos. Con solo pensar en la palabra masculino ya estoy temblando, empiezo a caminar con dirección a ellos y este es el momento que rezo para que llegue un Edward Cullen a mi vida, pero no es así.

—Buenas noches, bienvenidos a la cafetería Violeta, ¿en qué puedo ayudarles?

— ¿Estás lista para tomar nuestras órdenes o necesitas más práctica? Porque parece que no tienes idea de lo que estás haciendo —dice un chico con aspecto demacrado, mientras sostiene un cigarro.

El otro chico que lo acompaña le da mala mirada al parecer por su respuesta, ya que no fue muy amable que digamos.

Siento como se me calienta el rostro y una ola de calor invade mi cuerpo, pero de todos modos sonrío como si se tratase de un comercial de Colgate.

—Estoy lista cuando ustedes lo estén. ¿Les gustaría ver el menú del día o necesitan unos minutos más para decidir? —le respondo.

—Bueno, al menos parece que sabes cómo tomar órdenes. Eso es un buen comienzo, supongo.

—Por supuesto, siempre estoy aquí para ayudar. ¿Tienen alguna preferencia o restricción alimentaria que deba tener en cuenta?

—¿Ahora te preocupas por nuestras preferencias? Eso es un cambio refrescante.

—Silas, te estas comportando como un idiota —dice el otro chico. —Por favor danos unos minutos, estamos esperando a alguien más, gracias —esta vez se refiere a mí, el chico amable.

Yo solo asiento y tengo ganas de salir corriendo, pero no lo hago. Cuando me giro mis piernas de gelatina entran en acción y me tambaleo al chocarme con lo más parecido a un iceberg. Contraigo mi cuerpo antes de chocar con el piso, pero ese momento nunca llega, me sobresalto al ver quien me sostiene por la cintura.

«Genial, mi último día de trabajo en la semana y mis piernas no podían dejar de exigir protagonismo justo en este momento».

—Cuidado, no vayas a lastimarte. No queremos problemas con la nueva mesera, ¿verdad? —habla Kallias de manera sarcástica, tocando mi placa de identificación.

—No te preocupes por mí, puedo cuidarme sola. No necesito tú ayuda.

—Claro, sabes es un placer ver que trabajas en uno de mis lugares favoritos y aún más saber que ahora tendré una mesera especial.

Bufo al escucharlo.

—Y como ya de costumbre el placer no es mutuo, pero ya lo sabías ¿no?

—Te estaré observando todos los días, Maliah.

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