Capítulo VI

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Kallias

Después de la universidad me dirijo a lo que llamamos ''guarida'' mis amigos y yo. Aquí fue donde empezaron las carreras, apuestas y peleas clandestinas de la zona, es un viejo almacén, pertenecía a mis abuelos paternos y ahora a mí. Ya que a mi padre no le importan estas paredes viejas, él prefiere los lujos. Luego llegó Rick, él es un señor de unos cuarenta y tantos, antes era un indigente, ahora se dedica a entrenar los chicos que quieran ser parte de su liga vencedora de cero drogas en un pequeño gimnasio ubicado aquí, que más tarde lo convertimos en una pequeña fundación para ayudar a las personas de las calles, junto con mis amigos y yo.

— ¿Dónde está Kamari? —le pregunto a Archer.

—Está resolviendo unos asuntos pendientes.

—Últimamente siempre tiene unos asuntos pendientes, eso solo puede significar una cosa...

—Chicas —Archer termina por mí. —Pero se nos unirá esta noche en el club, ustedes irán por unos tragos y yo por una coca cola.

Me echo a reír al escucharlo y luego mi cuerpo me recuerda que estoy molido, no aguanto un trasnoche más. Después de la cena con el señor Byrne y sobre todo con su encantadora hija, me fui de fiesta con Kamari y Silas, tomé demasiado y me encontré algo aún más tóxico, a Kendra, quien no paró de perseguirme.

— ¿Esta noche? —repito.

—Sí, ¿acaso estás cansado, señor fiestas?

Silas se ríe de forma burlona, mientras se mantiene en silencio en una esquina del ring y le da varias caladas a su cigarrillo, sus ojeras profundas lo hacen ver como un mapache en rehabilitación.

—Eso nunca, ir por unos tragos no le hace mal a nadie.

—Bien, nos vemos más tarde, debo de estudiar para los próximos parciales —dice Archer antes de marcharse.

Silas bufa al escucharlo, pero al igual se queda en silencio.

Mi grupo de amigos es algo peculiar, Kamari Parker y yo hemos sido amigos desde que tengo memoria, tenemos una larga historia de travesuras y sacrificios que hemos tenido que hacer con tal de salvarnos el culo, yo más a el que el a mí. Al igual que Archer Gómez, pero es el menos travieso del grupo, el prefiere los lugares tranquilos, estudiar y evitar los problemas fuera de la ley, aunque nosotros siempre terminamos involucrándolo. Silas Esposito el último integrante es el más silencioso, misterioso y a la vez problemático de todos, lo conocí hace tres años, a través de Archer, ya que es su hermanastro y decidimos adoptarlo en el grupo como uno más.

— Kallias, necesito hablar contigo. Es algo serio —dice Silas, para luego darle varias caladas a su cigarrillo, con una expresión preocupada.

Me detengo de darle golpes al saco de boxeo, mientras mi respiración esta agitada.

—¿Claro, ¿qué pasa? Pareces tenso.

— Verás, necesito dinero para irme de la ciudad y buscar ayuda por mi cuenta.

«Esto tiene que ser una broma.»

—¿Dejar la ciudad? ¿Qué está pasando, Silas? ¿Es por tu familia?

Él baja la mirada de manera avergonzada.

— No, no es eso. Necesito ingresar a un centro de rehabilitación. He estado luchando con algo... algo que no te he contado.

Frunzo el ceño incrédulo.

—Espera un momento. ¿Estás hablando en serio? No, Silas, no puedo creer que estés metido en eso nuevamente.

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