33 - Cicatrices

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—Kyler, ¿cuándo comenzó todo? —le preguntó la doctora Davis aquel día mientras ponía una taza de té en sus manos.

No quiso sentarse en aquel sofá. Kyler eligió el suelo, junto a la ventana, pero no por la vista que tenía desde ella, sino porque era el lugar idóneo para sentirse oculto.

—No lo sé, no lo recuerdo bien —le respondió. Ya no lloraba, solo se sentía con el rostro acartonado y el corazón adolorido.

Aquella noche, Aris lo escuchó decir cosas que no sentía en verdad. Lo lastimó. Pero explicarle al chico lo que atravesaba por su mente era demasiado difícil.

La doctora Davis también se sentó en el suelo y apoyó su espalda a la pared. Kyler suspiró profundo mientras veía las ondas en el té cada vez que movía sutilmente la taza a causa de su nerviosismo.

—No tengo ningún recuerdo de él abrazándome, ¿sabe? Ni uno solo. Mis primeros recuerdos de él no son violentos, solo distantes. A veces me miraba en silencio cuando me encontraba espiándolo en su estudio. Creo... que la primera vez que mi papá me golpeó fue cuando yo tenía seis años. Fue el día en el que mi mamá tuvo un accidente, ella tropezó en las escaleras y se lastimó mucho la pierna. No hay muchos detalles en mi mente ya, solo fragmentos. Pero sé que él llegó muy molesto a mi habitación luego de volver del hospital, y me gritó para que no llorara. No estoy seguro de por qué lo hizo, aunque luego de un tiempo comprendí que no se necesitaban razones lógicas. Así que el primer golpe no fue nada fuerte comparado a los que llegaron después. Sin embargo, a los seis años todo dolía con más intensidad porque pasé toda esa noche debajo de las sábanas llorando en silencio.

—¿Qué hay de tu abuela? Dijiste que ella lo sospechaba. ¿Tú intentaste contárselo en algún momento?

—No, nunca. Estuvo cerca de nosotros solo un par de años, pero era muy observadora. Supongo que no se creía el cuento de que yo era un chico que se metía en muchas peleas en la escuela. No sé. Quizá debí decírselo, mi vida sin duda habría sido diferente, pero... Me daba miedo causar algo fuerte en casa. Porque no se llevaba bien con mi papá, pero eso no quita el hecho de que sigue siendo su hijo. ¿Cómo podía decirle aquello? Además, en mi mente realmente creía que el problema era yo. Pensaba que no era lo suficientemente buen hijo, así que me daba vergüenza. Sé que suena absurdo, sin sentido, pero era lo que había en mi cabeza.

—No es absurdo. Tu papá te hizo mucho daño, y no sólo físico.

Kyler bebió un poco del té, incluso aunque no le gustaba el sabor. Y le resultó curioso recordar aquella noche en la que Aris le puso en sus manos una infusión similar.

—Hace un año hice algo. Los únicos que lo saben son mis amigos. Yo... me hice una prueba para saber si él realmente es mi papá. Era algo que tenía sentido, lo comencé a pensar luego de que me lastimara tanto aquel día, cuando me encontró con Collin. La forma en la que no se tocó el corazón ni un instante, ni siquiera cuando me dejó encerrado en el armario, adolorido y humillado. Todo eso pasaba por mi mente cada noche y pensé, "tal vez no eres su hijo realmente". Tenía sentido para mí.

La doctora se quedó observándolo con cuidado.

Kyler torció una amarga sonrisa.

—Cuando vi los resultados y comencé a llorar, Logan me abrazó porque creyó que era negativo. Pero... no lo era. Lloré porque sí es mi papá, y yo deseaba que no lo fuera. Porque, ¿qué clase de padre le dice de frente a su hijo que le da asco mientras intenta partirle en dos la espalda a golpes?

—Kyler...

—Tengo miedo, doctora. Tengo mucho miedo de rendirme por completo un día. Y cuanto más pasa el tiempo, más creo que llegar a ese punto es inevitable.

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