La vida de Liana estaba destinada a ser sobrenatural, tanto por los genes de su madre como por los de su padre. Pero todo comienza a cambiar cuando su novio se imprima de ella y con el tiempo se da cuenta de que Jacob no la ama, desde entonces hace...
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Pequeña charla.
─ Hola, Lahote. Ha pasado mucho tiempo. ─ dijo ella con una sonrisa como saludo.
─ Es bueno verte de nuevo. Ángel. ─ respondió él, haciendo uso del apodo que solo usaba con ella.
─ Nos vemos todos los días. ─ indicó ella con una ceja alzada.
─ Sabes a lo que me refiero. ─ dijo rodando los ojos, pero la sonrisa nunca abandonó su cara.
─ ¿Te refieres a que no hemos hablado en semanas porque ya no somos amigos? Si es así, entonces sí, sé a lo que te refieres. ─ dijo Liana sarcásticamente.
Vale, Paul podía lidiar con todo el sarcasmo de Liana, lo había hecho por años, aunque normalmente no estaba dirigido a él. Pero ella era rencorosa y él lo sabía, como también sabía que se lo merecía.
Él no respondió, solo se dedicó a buscar algo en los bolsillos laterales de su mochila y cuando encontró lo que buscaba se volteó hacia ella.
─ ¿Tregua? ─ preguntó mientras le extendía una pequeña barra de chocolate en su dirección. Liana tenía un punto débil, la comida y hacia hasta lo impensable por chocolate.
─ Hecho. ─ respondió con una sonrisa mientras le arrebataba el chocolate a gran velocidad de las manos.
─ Siempre has sido fácil de sobornar. ─ comentó él mientras negaba con la cabeza.
─ Es chocolate. ─ respondió mientras se encogía de hombros, como si fuera lo más obvio del mundo y el tono de voz que usó le hizo saber que verdaderamente eso creía.
El profesor pasó repartiendo a cada estudiante las rubricas de los trabajos, cuales serían los puntos a evaluar y a cuanto equivalía cada punto, era un trabajo extenso por lo que seguramente tendrían que juntarse un par de veces a la semana en la casa del otro, Paul sonrió cuando llegó a esa conclusión. De repente sintió una mirada firmemente puesta en su nuca, sabía perfectamente que era Jacob quien lo estaba mirando y probablemente también estaba deseándole la muerte de varias maneras creativas y dolorosas, eso hizo que su sonrisa se ensanchara.
─ Tu sonrisa me da escalofríos, pero pareces bastante contento. Si me extrañaste tanto ¿Por qué elegiste alejarte? ─ preguntó con genuina curiosidad. Él la miró directamente a los ojos y todo rastro de broma despareció de su cara.
─ Me aleje porque debía, no porque quería. ─ Liana juraría que nunca lo había visto tan serio y por eso decidió que era mejor no preguntar a que se refería, si el hubiera querido decirle, ya lo hubiera hecho.
Un silencio se instaló entre ellos, pero no era incomodo, simplemente ambos se conocían lo suficiente para saber que él diría todo lo que quisiera decir y ella no lo presionaría para hablar si es que él no quería, era un extraño entendimiento sin necesidad de palabras.
