35. Boca

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     Es como el paraíso. La mano de Alastor descansa sobre la cabeza de Charlie. No quiere hablar, ni puede hacerlo. Aprieta los dientes y reclina la espalda sobre su asiento, resistiendo.

     Se desliza, cálida, cubriéndole con los labios. El vaivén alcanza la ternura brutal, casi como la protección divina.
     Él jamás podría haberlo imitado.
    
     Alastor la observa, débilmente. Le quita el cabello del rostro. Su inocencia es una fachada, una máscara tan detallada que es difícil de romper sin contemplarle antes. Una mentira reconoce a otra. Él viste una igual.
     Comprende algo: desea protegerlas, porque mientras existan, ella será suya.

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Strawberry Apple PieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora