Deberíamos estar en nuestras casas preparándonos para comenzar clases mañana, pero no, en vez de eso estamos en la fiesta del capitán Joe Kennedy.
Según Joe y todo el equipo, es lo justo y necesario para despedir las vacaciones antes de comenzar el nuevo ciclo escolar, más teniendo en cuenta que es nuestro último año de preparatoria. Nadie lo contradice. Casi todo el instituto ha asistido, incluso gente que no estudia ahí. Es en situaciones así donde veo la magnitud del reconocimiento a nuestro equipo de béisbol. Somos bastante populares, y aunque nunca me ha gustado el término, es verdad que en más de una ocasión le he sacado provecho; tener buenos contactos es esencial al momento de precisar favores.
Aunque lo cierto es que mi círculo cercano se limita a los mismos cuatro, mas la ausencia de una de ellos me ha obligado a pasar la noche con el trío de oro: Ashton Harris, Ossian Pinkman y Montgomery Williams; bebiendo, bailando, pero sobre todo, haciendo estúpidos retos y apuestas. Por supuesto que no participo demasiado y menos en esto último. Mi trabajo aquí es advertirles que se terminarán metiendo en problemas, aunque sea más bien ignorada.
No son simples retos como: «A que no te atreves a beber x tragos en x tiempo». No. Son atrevidos e innecesariamente peligrosos. En más de una ocasión ha terminado mal, aunque no lo suficiente como para hacerlos dejar de jugar esa tontería.
Los peores suelen ser esos donde involucran a extraños, como en este caso.
—Ashton, a que no te atreves a besar a aquél chico de allá.
Así, de repente, Montgomery le lanza el cuestionable reto a nuestro amigo quien lejos de desconcertarse, pregunta:
—¿A cuál?
—El de pelo azul de allá.
Ossian, Ashton y yo volteamos en perfecta sincronía hacia la dirección que Monty señala. El chico es tan alto que destaca entre la multitud y tal y como lo ha descrito Monty, tiene el cabello teñido de un azul que incluso resalta entre las luces neón que, escasamente, iluminan el salón. Y poco más puedo detallar desde nuestra posición, pero sí puedo concluir lo más importante: que no me es conocido del colegio. O sea que no hay riesgo de encontrárnoslo los siguientes días en clases.
Aun así, esto no me deja muy tranquila. Sin embargo, es Ossian quien interviene cuando estoy por hacer mi queja.
—No es buena idea que lo hagas sin su consentimiento.
—¿Quién dice que no pediré permiso? —pregunta Ashton con una ceja por lo alto, divertido. Enfoca su atención de vuelta en Monty y añade—: ¿Cuál es mi recompensa si lo hago?
—¿Qué pides?
—Un mes con tu Play 4.
Monty parece dudar unos segundos, pero al final asiente.
—Hecho.
Acto seguido, Ashton se termina de una sola sentada la bebida en su mano como si fuera combustible a su valentía.
—Bien. Aquí voy.
Volteo a mirar a mis otros dos amigos que están más que complacidos con la situación. Niego con la cabeza en desacuerdo. Solo espero que no se lleve un puñetazo en la cara. Ojalá y su atractivo juegue a su favor.
Sigo con la mirada la maraña pelirroja de mi amigo en lo que se abre paso entre las personas, rechazando con amabilidad a aquellas chicas que se le insinúan o que, directamente, le piden bailar. Él tiene un objetivo y debe cumplirlo. Y tal cual lo hace.
Apenas llega junto al chico, veo que intercambian un par de palabras que en definitiva no puedo distinguir, pero que logra hacer al peli-azul sonreír mostrando los dientes, así que eso debe ser una buena señal. Continúan así unos cuantos segundos más y, cuando menos me lo espero, Ashton posa la mano detrás de la nuca del chico y lo atrae hasta sí.
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CLEVELAND
Teen FictionFloyd Brennan es una estudiante ejemplar y jugadora destacada del equipo de béisbol de la escuela. Cleveland Beckham, por otro lado, no es la clase de alumno con el que querrías juntarte. Lo que se murmura sobre él en los pasillos, lo convierte en l...