Capítulo 06

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Los deberes a entregar a lo largo de los siguientes días ya están hechos y guardados en mi mochila. Me dediqué a ello durante el fin de semana dejando de lado las invitaciones de mis amigos a pasar el rato. Esta primera semana de clases me ha dejado agotada, mentalmente hablando. 

He tenido tanto en qué pensar que los pensamientos se mezclan unos con otros hasta que pierden sentido. Lo único que logra mantenerme distraída —y porque requiere de todas las funciones de mi sistema cognitivo—, son los cálculos matemáticos que el profesor mandó a resolver en casa y que ni siquiera son para esta semana entrante. 

«¿Para qué procrastinar cuando puedo hacerlo con tiempo?». Dijo ningún estudiante en sus cinco sentidos nunca.

Ahora es de noche y tras cenar con mis primos en el salón mientras veíamos alguna caricatura, me he encerrado en mi habitación para ver un par de capítulos de alguna serie antes de que se haga la hora que tengo establecida para dormir. 

Pero entonces me llega un mensaje de Ashton en el que dice que viene de camino a mi casa junto con los chicos.

La tensión se dispara por todo mi cuerpo hasta que mis músculos se contraen, y mientras abandono mi habitación sin siquiera ponerme un abrigo, fragmentos de una noche como esta aparecen como destellos en mi mente.

Vuelvo a la realidad cuando al bajar al salón, en vez de Billy y Danny, es Brandon quien está acostado a lo largo del sofá con el cabello apuntando en todas las direcciones y una sudadera que hasta a él le queda grande. Tiene su atención fija en el portátil en su regazo, dudo mucho que haciendo tarea de la universidad, y solo levanta la mirada curiosa cuando paso por su lado.

—¿Vas a salir? —pregunta y me repasa de arriba abajo en un gesto burlón—. ¿Vestida así?

—Los chicos vienen. Voy a esperarlos en el porche.

Bran asiente y vuelve a enfocarse en lo que sea que esté haciendo. Aunque antes de llegar a la entrada, me llama y yo volteo hacia él.

—Agarra esto en lo que esperas. —Patea la cobija con la que se ha estado arropando las pantorrillas hasta que esta deja de cubrirlo—. Está haciendo frío.

No me lo pienso dos veces antes de tomar la manta, y me rodeo con ella los hombros antes de regresar a la puerta principal. Agradezco haberlo hecho ya que apenas abro la puerta, una fresca brisa desordena mi flequillo y me pone los vellos de punta.

Me acomodo en la silla mecedora a un costado de la entrada, misma donde mi tío suele sentarse a armar el sudoku por las mañanas. Y así los minutos transcurren sin que nada suceda, pero con pensamientos indeseados alimentando mi ansiedad. 

Se ha convertido en una reacción natural de ante cualquier mínima cosa que evoque ciertos recuerdos. Es lo más cercano a un viaje en el tiempo que he experimentado, con la desgracia de no poder cambiar los hechos.

No estoy tranquila hasta que la camioneta de Ashton se estaciona en la calle, y los chicos salen de los asientos muertos de la risa.

El pelirrojo es el primero en acercarse con una enorme sonrisa.

—Estábamos en mi casa y pensamos en venir a fastidiarte un rato —explica—. No digas que somos inoportunos porque apenas son las ocho de la noche. Es buena hora.

—La cual quería aprovechar para tener un momento para mí. —Me cruzo de brazos con la mirada chispeante en fastidio.

Prefiero omitir el hecho de que casi me matan de un susto pensando que algo malo había ocurrido.

Nah, yo creo que ya has tenido mucho de ti misma estos días. —Sube y baja las cejas, socarrón—. Es hora de la diversión.

—Por favor, que no sea algo ilegal.

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