Salgo de la casa tras despedirme de mis tíos, dejando atrás el barullo matutino que mis primos arman en el comedor. Me siento en uno de los peldaños de las escaleritas del porche, y en lo que espero a que Ashton pase por mí, me pongo a revisar las redes sociales. O para ser más específica: las Stories de compañeros en Instagram.
Una muy mala idea porque solo hay vídeos de lo sucedido la noche anterior, algo que no me hace falta ver en todos los ángulos posibles. Aun así lo hago. También leo cada comentario que las personas anexaron a las Stories. Todos dicen prácticamente lo mismo.
El sonido repentino del claxon me hace dar un leve brinco del susto. Sé que no estoy haciendo algo malo, pero igual se siente como si me hubiesen pillado infraganti.
Alzo la mirada hacia la poco discreta Chevrolet Blazer blanca ahora estacionada en la calle frente a mi casa. Yo no tengo idea de coches, pero Ashton se aseguró de hacernos saber todo acerca de la increíble camioneta de su abuelo, la cual le deja conducir desde que se sacó el carnet.
Me levanto y voy trotando hasta el vehículo. Apenas abro la puerta del asiento del copiloto, me recibe el pelirrojo con una brillante sonrisa.
—¡Buenos días, estrellitas! La tierra les dice «hola».
Lo miro con los párpados entrecerrados en lo que me acomodo en el asiento
—Estás de tan buen humor que es sospechoso. ¿Planeas hacerle algo a Jonathan?
Claro, porque los mensajes determinantes del entrenador en el grupo del equipo, dejaron muy claras las consecuencias para aquellos que no asistan este primer día. Ahora tengo a mis "juiciosos" amigos de camino al colegio. ¿Quién se ríe ahora de quién asiste el primer día de clases?
Ash niega con la cabeza y pone en marcha el vehículo.
—A la vida hay que afrontarla con buena actitud, aceptando que algunas cosas están fuera de nuestro control.
Sonrío. Muy probablemente lo diga en broma, pero a mí me sabe más serio de lo que pretende serlo.
Saco mi celular para distraerme durante los quince minutos de trayecto que tenemos por delante. Pero al desbloquearlo, en automático se continúa reproduciendo la Stories que estaba viendo mientras esperaba en el porche.
Esto llama la atención de Ash que incluso desvía la atención de la carretera para mirarme unos segundos.
—¿Es un vídeo de lo que pasó? —Asiento sin querer verbalizar al respecto, lo que él aprovecha para continuar—: No te lo pregunto mucho, pero, ¿cómo sigues con ese asunto?
Encojo los hombros y sigo deslizando mi dedo por la pantalla. Más Stories de la fiesta aparecen. Me salgo de la aplicación y entro a uno de los jueguitos.
—Bien —contesto—. Ya entendí lo que dicen por ahí de que cada quien cava su propia tumba y uno no puede enterrarse con ellos.
—Mentira no es.
Ninguno añade algo más al respecto.
Ashton entonces cambia de tema al contarme acerca de cómo esta mañana descubrió al culpable detrás de la desaparición de las fresas del jardín de su abuela: la gata de la vecina. Por supuesto, no le revelará eso a su abuela jamás. Ashton asegura que es capaz de envenenar a la gata, y yo le creo. La señora Carrigan ya no está muy bien de sus facultades, así que suele llevarlo todo al extremo.
Al llegar al instituto y atravesar el estacionamiento hacia el edificio principal, saludo con la cabeza a cada estudiante con el que me topo; Ashton, por el contrario, se toma la molestia de hablarles directamente.
ESTÁS LEYENDO
CLEVELAND
Teen FictionFloyd Brennan es una estudiante ejemplar y jugadora destacada del equipo de béisbol de la escuela. Cleveland Beckham, por otro lado, no es la clase de alumno con el que querrías juntarte. Lo que se murmura sobre él en los pasillos, lo convierte en l...