Para mi infortunio, hoy es una de esas mañanas en las que Ashton no pudo ir a buscarme a casa; su abuelo necesitaba la camioneta para llevar a la señora a su consulta médica mensual. Como resultado, tuve que tomar el autobús y ahora me toca darle la vuelta a la manzana para ir hasta el portón principal del edificio.
No entiendo por qué aún no construyen una parada de autobuses al lado del instituto. Podría ahorrarnos la larga e innecesaria caminata.
Unos cuantos metros por delante de mí, va Kate con su grupo de amigos. No se han dado cuenta de mí y pretendo que así se mantenga por varias razones, pero en especial porque inician una conversación acerca del partido de hoy. Mencionan un par de trivialidades como a quienes esperan ver de la otra escuela, o dónde planean ir después. Hasta que Kate se pronuncia con la noticia de que no asistirá al partido.
Enseguida se arma una especie de protesta entre el resto del grupo. Una de las chicas se engancha al brazo de Kate y le insiste en que será divertido recordándole que estarán juntos, pero la rubia se mantiene firme en que no cree pasarla tan bien como ellos aseguran.
Al fin, otra de sus amigas interfiere y se pone del lado de Kate al decirle que está bien que no quiera ir, y de paso les recuerda al resto, con bastante disgusto en su ademán, que no es correcto que la quieran convencer de hacer algo con lo que no se siente cómoda nada más por satisfacerlos. Los demás se avergüenzan de sí mismos y hasta le piden disculpas a Kate, a lo que ella acepta sin darle mucha más importancia.
Sonrío un poco ante la escena. A Erika le gusta llamarlo «el club de los marginados» porque antes solían ser de esos que se les podía ver comiendo solos en la cafetería, hasta que se volvieron amigos quién sabe cómo.
Pero a mí me alegra ver que Kate está más feliz con ellos. A veces hasta se me olvida que alguna vez fue miembro de las porristas.
—¿Entonces qué? ¿Vamos al cine? —pregunta uno de los chicos mientras se posa delante de ellos y camina en reversa.
—No, no están obligados a quedarse conmigo —asegura Kate—. Ustedes vayan y pásenla bien. Después me cuentan qué tal.
—Pues con algo de suerte, el equipo de tu ex pierde.
—¿Apostamos?
El resto se ríe por alguna razón y siguen haciendo comentarios a los que me esfuerzo por no reaccionar con expresiones muy obvias.
Entiendo que las cosas entre Kate y Monty terminaron muy mal, pero de ahí a desearle el fracaso solo por ser su ex..., no sé qué tan racional sea. Además de que si hablamos de desearle mal al culpable, Kate se llevaría la peor parte.
O a lo mejor no. No debería opinar al respecto. Supongo que solo estoy disgustada porque yo también estoy en el equipo, y me ofende el que quieran que nos vaya mal. No quiero que perdamos.
—¿No te enseñaron que no está bien escuchar conversaciones ajenas?
Doy un respingo al tiempo que dejo de caminar para encarar al chico que ha susurrado esas palabras en mi oreja. Pero apenas giro el rostro, y gracias a nuestra poca diferencia de altura, la cara de idiota de Kyle queda a tan solo centímetros de distancia. Tengo que retroceder para evitar una cercanía peligrosa.
—Luego me preguntas por qué creo que tienes problemas mentales —reprocho con desdén su intromisión.
—Mhm, al menos no soy chismoso como otras.
—Piensa lo que quieras —me limito a decir antes de girarme para retomar el paso—. Es muy temprano como para gastar energía en discusiones.
No pasan ni dos segundos cuando lo tengo caminando a mi lado, hombro a hombro.
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CLEVELAND
Teen FictionFloyd Brennan es una estudiante ejemplar y jugadora destacada del equipo de béisbol de la escuela. Cleveland Beckham, por otro lado, no es la clase de alumno con el que querrías juntarte. Lo que se murmura sobre él en los pasillos, lo convierte en l...