Reencuentro.

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[LONDRES]

Kyle dejó caer su cabeza sobre el cristal de las ventanas del tren. Aún recordaba el primer día que se subió en uno; emoción y decepción a partes iguales. Emocionante porque siempre quiso subirse a uno, y decepcionante porque después del viaje concluyó que no tenía nada de especial.

Casi cuatro años después de empezar la universidad, para Kyle tomar un tren para viajar a otra ciudad o ir a su departamento era tan normal como cuando iba caminando a la escuela elemental o al instituto en South Park. Salvo que en su pueblo emanaba un olor a montaña y en la estación de Londres se concentraba una mezcla de olores de todo tipo, la mayoría desagradables.

Pero la costumbre lo cambió todo. Ahora la sensación de aire libre que le proporcionaba la aún no gentrificada South Park, le hacía sentir raro y, sin embargo, acinarse en un tren en hora punta era lo más parecido a su hogar.

Caminaba por calles emblemáticas, iba a un campus prestigioso cuyo logo se vende en camisetas alrededor de todo el mundo, se rodeaba de toda clase de gente muy diferente... y todo parecía increíblemente mundano. Simplemente estaba acostumbrado.

Y él sabía que esa costumbre había borrado la magia. Había dejado de apreciarlo todo tan intensamente como hizo en su primer año.

El tren llega a su estación, y Kyle se levanta y atraviesa todo el cúmulo de gente hasta bajarse. Siente el frío de golpe, porque en esos escasos metros cuadrados llenos de gente hacía calor, en comparación con los 10 grados que hacían en el exterior. Ajusta su abrigo y comienza a caminar.

Era viernes, y después de la exhausta rutina de clases solía tener un momento a solas paseando por la ciudad, conociendo cada semana algún comercio local, algún museo o exposición. Con la mala suerte de que en cuestión de segundos notó como gotas de lluvia empezaban a caer en su ropa, y al levantar la vista la precipitación aumentó tanto que tuvo que correr y entrar en la primera cafetería que vio.

Miró a su alrededor. Era la misma cafetería que entró la primera vez que visitó esta zona de la ciudad, para ser más concretos, fue su segundo día en Londres. Aún recordaba lo estresado que se sintió desde que salió de su primer vuelo; llegar a su residencia de estudiantes lleno de maletas, vaciarlas, ordenarlo todo en el reducido espacio que tenía, encontrar la manera de desplazarse al campus, madrugar... pero al segundo día, después de su bienvenida en la universidad, entró aquí. Y después de sentarse se desmoronó antes de que llegara su café. Era como si el estrés lo mantuviese convenientemente ocupado hasta que tuvo tiempo para realizar lo lejos que estaba y lo mucho que echaba de menos a Stan.

Ahora era una cafetería londinense más. Esos recuerdos se habían diluido por pura supervivencia. La supervivencia de adaptarse o dejar de ir a todos los sitios que te traen recuerdos. Era bonita, vintage. Las paredes tenían papel con estampado de flores y zarzas en tonos verdes y rosados, las mesas eran pequeñas, circulares y de nogal, y las sillas tapizadas con polipiel sintética.

Kyle se une a la cola de personas para pedir café, aunque solo hay dos personas. Segundos después, nota como algo le es familiar. No sabía bien lo que era, pero creía que había visto alguna vez a la persona que estaba delante, tan solo por cómo lucía su corto cabello por detrás. De pronto, por culpa de la lluvia que le empapó, le entra un escalofrío y estornuda sonoramente.

La persona que está delante se voltea mientras Kyle se tapaba la nariz y parte del rostro. Al volver a mirar al frente y darse cuenta de quién era, siente una punzada en el estómago y se queda helado, pero no del frío. Reconocería esas atractivas facciones y esos ojos verdes en cualquier parte. Aunque ahora la diferencia de altura no era la misma.

Sueños Húmedos [2].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora