El nuevo.

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[VIRGINIA]

Stan se despierta con la sexta alarma de su reloj.

Era la segunda quincena de octubre, y ya hacía una semana que Kyle se había encontrado con Craig, pero Stan aún no lo sabía. Nunca parecía el momento idóneo porque Stan no paraba de entrenar y Kyle había comenzado su proyecto de fin de universidad.

En cada año que comenzaba en esa universidad, Stan añadía una alarma más porque cada vez le costaba más madrugar y cumplir con sus obligaciones. Y este año no parecía ser mejor.

Siempre tuvo mucha menos disciplina que Kyle en el aspecto académico, y los entrenamientos y partidos de los que dependían su beca le drenaban tanta energía que sus notas eran terriblemente mediocres. Solo destacaba en el deporte, y gracias a ello su vida social había sido aceptable. Conseguir el respeto como capitán del equipo lo habían hecho algo popular, aunque le era indiferente.

Aun así, nunca hablaba de su vida personal con sus compañeros de equipo.

Stan de despereza y se sienta en la cama durante 10 largos minutos, mirando al vacío. Ya no le interesaba el deporte, tampoco la universidad. Solo quería reunirse con las pocas personas que toleraba de su curso y jugar a juegos de rol todo el día. Odiaba las fiestas porque le volvían ansioso, le aterraban. No soportaba a los profesores y sus compañeros parecían huecos por dentro; a simple vista no tenían problemas, complicaciones, adicciones, inseguridades o problemas adultos.

Realmente sí que los tenían, pero como nadie expresaba cómo se sentía en voz alta, las vidas de todos parecían muy idílicas y sencillas.

Cuando ya habían pasado sus 10 minutos diarios pensando en las pocas ganas que tenía de hacer cualquier cosa, se levantó y fue al baño. Era como una rutina automática; replantearse la existencia, levantarte, y hacer todo lo demás.

Stan se lavó la cara con el agua fría, casi gélida, que le ayuda a despejarse del todo. Se viste con unos pantalones cómodos, camiseta térmica y su abrigo. Sale de su residencia de estudiantes y ni se inmuta cuando el frío le golpea en la cara. Hacían menos de 8 grados en el exterior, pero no tardaría en entrar en calor en breve.

Al llegar a la universidad, baja a la planta sótano y se dirige al vestuario masculino de su equipo. Siempre es el último en llegar, a pesar de ser el capitán del equipo desde hacía ya tres años.

Después del entrenamiento, volvería a su habitación ya que sus clases eran en horario de tarde. Su organización le dejaba muy poco tiempo para cualquier otra cosa, de hecho, solo tenía libre desde las 11:00 de la mañana hasta las 16:00 de la tarde.

—Otro día más, temprano.

Stan, que estaba sentado mientras se acomodaba el calzado del equipamiento, levanta la cabeza de golpe y suspira de agotamiento al ver a su entrenador. Este no era como el entrenador de su instituto; es mucho más serio, callado, reservado y desconfiado. Su nombre era James. Stan sabía que no le caía bien, pero le toleraba porque era el mejor del equipo.

—Lo sé —contesta Stan ante el comentario claramente sarcástico.

—No es que tengas que llegar antes que todos los demás, pero un poco de disciplina siendo el quarterback, no estaría mal.

—Tampoco he llegado tarde —le replica— llego justo a tiempo.

James suspira mientras no aparta la mirada de Stan ni un segundo. El pelinegro se empieza a poner nervioso, preguntándose por qué no dejaba de mirarle como si estuviera esperando algo más de él que no sea terminar de prepararse y salir a entrenar. Entonces fue cuando otra persona entró en el vestuario.

Sueños Húmedos [2].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora