El omega de Kirishima Zen

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LEER NOTAS DEL FINAL Y GRACIAS POR SEGUIR EN ESTA HISTORIA. 

Después de que Hiyori se quedara dormida en su regazo, la llevó hasta su habitación y como buena mamá oso, la arropó apropiadamente y se atrevió a dejarle un amoroso besito en la frente. Su omega ronroneaba encantado por ser aceptado por la cachorra, no era suya biológicamente hablando pero la quería como si lo fuera. 

— Oniichan — la pequeña voz lo detuvo antes de erguirse por completo. La pequeña abrió un ojo y murmuró con cara muy roja: — ¿Podrías... darme un poco de tu aroma? Claro, si no te molesta. 

La voz era tímida a pesar de la evidente somnolencia. Yokozawa quedó impactado porque la niña pedía una marca de su aroma como cualquier cachorro lo haría hacía sus padres. Padres. Sí, era cierto que él a veces de impregnaba de sus fermonas en la mañana al despedirla en la puerta y era casi inconsciente. Sin embargo, que Hiyori lo dijera en voz alta significaba que ella ya lo había aceptado de esa manera desde hace mucho. 

— Claro que sí — aceptó con una voz suave, acercando su mano para acariciarle la cabecita y también frotando su muñeca un poco contra las mejillas regordetas. — Mañana hay escuela, pequeña, deberías dormir. 

— Sí, ¿mañana me podrías llevar? No mentí cuando dije que quería decirle a mis amigas que yo ya no tendría una familia incompleta. Que tengo una mami como ellas. 

Iba a llegar tarde al trabajo seguramente pero no dudó en aceptar. 

Si ambos tenían una buena relación y un vínculo afectivo sano, podrían crear un vínculo omega-cachorra aún si no tenían lazos genéticos de por medio. Después de todo él es el omega del alfa de esta pequeña manada de dos... tal vez de más pero no debía pensar en eso. No cuando su omega estaba esperando la más mínima oportunidad para sacar todos los instintos y rogarle al alfa que lo preñe. 

Ni hablar. Antes muerto que... decirle abiertamente a Kirishima que quería un cachorro de él. De ambos. 

Al salir de la habitación de la pequeña, se aseguró que la ventana estuviera bien cerrada porque la temporada de frío estaba a nada de empezar y volvió a abrigarla bien. Nuevamente en la sala, se sentó a lado del alfa quien tenía los ojos cerrados y la cabeza recargada en el respaldo del sillón de dos. 

— No te va a dejar en un buen rato — el castaño es el primero que rompe el silencio aún sin abrir los ojos. — Antes... pedía mucho de tu tiempo, todavía incluso..., pero la verdad es que ella se contenía cuando caía en cuenta que solo eras oniichan. Su muy querido oniichan. Ahora ya sabe que serás su tutor legal y también cubrirás ese papel que tanto ella anhela. 

— La cuidaré bien. A ambos. 

Tras esa declaración el alfa por fin abre sus ojos color miel y lo mira fijamente por unos instantes. Él, por su parte, no le aparta la mirada manteniendo silenciosamente su declaración en alto. 

— ¿Entonces ya puedo decirlo abiertamente? ¿Que pronto mi omega portará mi marca y por fin consumaremos el acto de apareamiento?

El aire le abandonó y su mente se volvió gelatina, Kirishima tal vez no lo sabía porque ese proceso ya lo había vivido él con su difunta esposa, ¿pero él? Es decir, no es que no quisiera ese reconocimiento social, sobre todo ante los demás que insistían en querer cortejarlo. 

— Hermoso, ¿qué dices? — presionó el mayor acercándose más.

— Ya lo saben algunos, al menos lo sospechan — comenta recordando la conversación que escuchó de esas dos mujeres en el pasillo, lamentándose por no probar el nudo del alfa. — No eres muy disimulado que digamos. 

La pasión de Yokozawa (trifecta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora