En la privacidad de cuatro paredes y de una superficie suave, Yokozawa despojaba del cuerpo ajeno los parches que le impedían embriagarse con fermonas eróticas. Su cabeza había estado flotando muy alto con sus fantasías lujuriosas desde que salieron de esa sala de juntas.
Era increíble como había accedido dos veces a hacer cosas tan poco éticas en salas de juntas. DOS VECES.
Maldición.
Ese no era él. Simplemente no. De cierto tiempo para atrás, nunca, jamás, habría aceptado tal actividad por nada del mundo y, ahora, no podía asegurar que no volvería a pasar.
Negarle algo a Kirishima era difícil. Deseaba complacerlo en todo. Deseaba darle el mundo entero a su alfa. Es un omega enamorado después de todo.
Muy enamorado.
—Concéntrate en mí — la voz de Zen lo pone a temblar. — Solo en mí.
¿Solo en él? ¿No es acaso lo que ha estado haciendo todo el día, ayer o la semana pasada? ¿A caso el castaño no ve que, efectivamente, él está tan concentrado en su persona que ya es parte irremplazable de su mundo personal y que será así por el resto de su vida?
—Lo hago — admite suevamente. — Solo tú. Siempre. Soy tuyo.
Esta era... sí, era la primera vez que lo decía. Yokozawa era de Kirishima porque así lo quería. Quería pertenecer al alfa en todo aspecto.
Asquerosamente cursi.
—¿Mío? — la voz jovial y cantarina del mayor lo hace sonreír porque, aún si no le ve directamente la cara, sabe exactamente la clase de expresión que está poniendo. — Takafumi Kirishima, omega del alfa Zen y omega matriarca de la familia Kirishima... ¿así de mío?
—Sí, así de tuyo.
Las deliciosas fermonas del mayor se vuelven espesas y atraviesan su piel como burbujas efervescentes de refresco. El deseo es palpable y no puede esperar para comenzar a jugar.
Son raras las ocasiones en que él toma el mando. A Kirishima le gusta tener el control y someterlo en la casa. A él le gusta ser sometido. Sin embargo, los roles no tienen que ser los de siempre todas las veces.
Usando su fuerza, logra cambiar posturas quedando arriba del alfa quien lo mira con sorpresa y expectativa. Una nalgada en su retaguardia lo anima a sentarse justo en las caderas del mayor y empezar a frotarse con el miembro ajeno en un ir y venir con su propia cadera. Kirishima no desprende la mano de su trasero, sino todo lo contrario: se aferra a este con toda la extensión de su palma, estrujando la carnosidad de la zona sin vergüenza alguna.
Deja que lo toque de esa manera y sigue en lo suyo. El color del momento empieza a afectarle la mente, no puede pensar en otra cosa que no sea en coger con Kirishima.
Conforme la danza de caderas sigue su curso, animando ambas parte hasta el punto que se sienten muy duras bajo la tela, la ropa ha ido disminuyendo sin pausas ni prisas. Yokozawa ha marcado piel, dejando un par de mordidas en los pezones de su pareja y muchos besos por tola la extensión del cuello y pecho.
Kirihsima deja que este hago con él lo que quiera, es el más feliz de recibir todas las atenciones que su omega quiera darle. Por eso, ha ocupado sus manos en entrada de su hombre, preparándola para su inevitable intrusión lo mejor posible porque Yokozawa ha sido necio a detener la danza unos instantes para poder retirarle el pantalón apropiadamente. A consecuencia de esto, ambos pantalones están húmedos por el lubricante natural de su precioso peliazul.
No le importa, portará orgulloso unos pantalones manchados del fluido de su omega en público.
De vez en cuando le ronronea a Yokozawa, un gesto tierno que trata de satisfacer la intimidad emocional por sobre la carnal. Los omegas son seres sensibles que necesitan constante afecto antes, durante y después del sexo, les gusta que los cortejen y estar llenos de aroma de su persona especial. Yokozawa no es la excepción a la regla.
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La pasión de Yokozawa (trifecta)
Fanfiction[OMEGAVERSE] ¿La pareja pre-destinada sí existe? Ésta y muchas preguntas más se hace Yokozawa cuando conoce a Kirishima, un alfa tan infantil y enfadoso que lo ha declarado como suyo hasta el resto de su vida. ¿Cómo huir de un alfa cuando el cuerp...