Dos alfas, dos omegas

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— Lo siento... yo... yo me acosté con él.

Las palabras se le clavaban como dagas en todo su cuerpo. Sus mano empezaron a temblar aunque no supo bien si era de coraje o de dolor, quería llorar pero no podía permitírselo.
Miró al horizonte, evadiendo esa mirada que amaba. ¿Por qué? Él había dado todo por él, por ambos para que lo encontrara con otro en su departamento. ¡Ahí ambos convivían a diario! Se lavaban los dientes, almorzaban, dormían y hacían el amor... ¿por qué el amor tiene que ser tan cruel con él?

— ¿Por qué? — su voz se escuchó más quebrada. Necesitaba oírlo para no perdonarlo, para cuando volviera, no regresar a sus brazos.

El otro suspiró. Se odiaba.
No era como su ahora ex-pareja debía enterarse, pero él había entrado en celo y justamente estaba ahí su... ni siquiera tenía nombre aún para su relación.
Quería abrazar al omega, quería evitar que esos hermosos ojos grisáceos soltaran lágrimas.

— No te hagas esto... es doloroso también para mí. Por qué no hablamos mañana, ¿te parece bien?

Hablar mañana. Hablar mañana. Hablar mañana... ¿había un mañana? No estaba seguro, pero si no le decía ahora ya no lo diría nunca, al menos no para él.
Recordaba el jadeo de otro al ser embestido, ese que tenía las piernas abiertas ante su amado, el cuál lo empotraba con lujuria. Los dos, en el sillón de la sala que había sido testigo de varias noches de películas, risas y mimos, ahora todo eso valía tan poco.

— Sí, mañana.

Ese mañana nunca llegó.

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.

.

Yokozawa estaba en medio de una reunión. El departamento de mangas LB no quería ceder ante la reubicación de sus productos dentro de una librería, pero se estaban olvidando que era el oso gruñón quién lo avisaba, más no pedía permiso.

— ¡Claro que no! Es impensable que Junai se mueva de lugar en Maritmo.

— ¡No les estoy pidiendo permiso! — gritó sacado de quicio el peliazul, esas mujeres eran todo un dolor de cabeza y ya estaba hasta el tope. — Les estoy avisando que será reubicado.

— Las ventas se mantendrán, lo que pasa es que mi jefe y yo...

— No, no y no — otra negación por parte de los editores interrumpieron a Henmi quien intentaba bajar la tensión.

— ¡SUFICIENTE! Se cambiará, ahora a lo siguiente: nuevos proyectos que saldrán al aire y firmas de autógrafos.

Todos se callaron. A veces Yokozawa podía dar mucho miedo, y aún más con ese gesto que era particularmente intimidarte. Henmi admiraba a Yokozawa, si no supiera de su secreto seguramente pensaría que es un alfa, es decir, tenía el porte de uno aunque si lo observaba bien, tenía rasgos delicados en su rostro y aunque no podía asegurarlo porque el traje lo cubría, diría que tenía una buena cintura que se vería favorecido con esas largas piernas. Pero un beta no tiene mucho interés en eso, en lidiar con los instintos más de lo necesario, es por eso que entre betas se prefieren ellos mismos aunque hace algunas noche tuvo intimidad con una alfa...

[...]

Henmi esperó a que todos salieran para hablar con se jefe a solas. Aunque fuera algo bochornoso tenía que hacerlo.

— Yokozawa... — empezó a hablar, pero quería que la tierra se lo tragara. — Sabe, hay alguien interesado en usted.

—¡¿?! — Yokozawa levantó la vista de los documentos que estaban en la mesa y observó al beta con seriedad. Nadie sabía que el tenía una relación con Kirishima porque él no quería, además de que no era de la incumbencia de los demás y, por si no fuera poco, todos creía que él era un alfa así que nadie sospechaba de su pareja.  — ¿Por qué preguntas? No me digas que estás interesado en mí.

La pasión de Yokozawa (trifecta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora