Stiles se había declarado hace nueve días, pero el tiempo parecía irrelevante.
El sol estaba por ocultarse, la luna creciente se asomaba por las montañas.
Derek estacionó su auto, un distinguido camaro negro que cada vez usaba con menos frecuencia, frente a la cantina de la ciudad donde era común que grupos de motociclistas se reunieran para jugar billar, tomar varios tragos, platicar un rato y provocar peleas porque defendían a su equipo favorito de beisbol, el cual según a quien preguntaras debía ganar esta temporada y en caso de que eso no pasara es porque tenían comprada a la mesa directiva.
Stiles le había contado que al menos una vez al mes, Noah y su mano derecha, Jordan, tenían que intervenir antes de que destrozaran todo el bar que era uno de los principales atractivos del pueblo. No era un pueblo de grandes atractivos.
Derek no esperaba que el lugar luciera tan vacío.
En el estacionamiento solo había unas cuantas motos sin distintivo de pertenecer a una pantilla y un par de autos de los cuales ninguno era deportivo o de un estilo juvenil que usarían las personas de preparatoria. Dudaba mucho que encontrara algún problema ahí dentro, hecho que confirmó al entrar y ver todo el lugar casi desierto.
La música sonaba con potencia, lo suficiente para ambientar todo el bar.
En las mesas dispuestas para beber, en el sector del billar e incluso en los juegos de tirar los dardos o los traga monedas, donde nadie tenía suerte, apenas había un par de personas que a juzgar por el olor no estaban ebrias del todo, excepto un chico rubio que apenas podía sostener su vaso.
Derek se acercó a la barra para pedir un trago sintiendo como era el blanco de miradas provenientes de unas chicas que según murmuraban entre ellas era "sumamente atractivo", "esos pantalones estaban muy ajustados" o uno que incluso Stiles le había dicho "Esa casaca de cuero lo hace lucir muy rudo".
Aunque Stiles era más original con sus cumplidos.
Él las observó, eran tres amigas de aproximadamente unos veinte años sentadas en una mesa cercana a la entrada con cervezas y un wiski, dos de ellas eran pelinegras una de cabello lacio y la otra con una coleta, la tercera era una bella castaña de tez lechosa que tenía puesta una blusa blanca con un escote en v muy pronunciado.
Derek, como todo un caballero, las saludó con un leve movimiento de cabeza, sacándoles una sonrisa, antes de tomar asiento junto a la barra.
- ¿Qué te sirvo, galán? - preguntó el barman con una sonrisa, mientras limpiaba vasos con un mantel.
- Un vodka spirytus - apoyó sus brazos en el mostrador
- Cuidado, guapo - recogió un par de botellas y un vaso limpio - empezar la noche con un trago tan fuerte no es buena idea.
- Solo sírvelo.
- Que carácter, ¿Lo quieres con algo más?
- No, solo eso.
- ¿Seguro?
- Sí - dijo cortante, cambiando su semblante a último minuto - galán.
El Barman le sonrió por el cumplido, dejándole su trago para posteriormente atender los pedidos que el mesero acababa de traerle.
Derek pasaba su dedo por el contorno del vaso, concentrándose en el reflejo de la luz sobre su bebida, viendo las ondulaciones que de manera hipnótica lo fueron transportaron al pasado.
Cuando era un adolescente y despertó sus poderes de hombre lobo, tuvo que decirle adiós a cualquier oportunidad que tuviera de embriagarse, no por falta de ganas, sino porque su naturaleza se lo impedía por completo, la autocuración uno de los poderes que desarrolló, provocaba que los efectos del alcohol fueran pasajeros, imperceptibles para ellos mismos.
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Nuestro Momento - Sterek
Teen FictionEl tiempo de espera a terminado, para Stiles, un chico con espíritu libre, y Derek, una persona que quiere descansar, unas simples palabras cambiarán sus vidas...