- Hay mucho más que tengo que decirte.
Sentir la mano de Derek en su mejilla provocó que un escalofrío recorriera a Stiles de pies a cabeza.
El aire poco a poco se fue calentando, era como estar parados bajo el sol de medio día, a pesar de estar en otoño en medio de la noche cobijados solamente por la luz de una luna llena.
Chispas de la fogata danzaban en el aire.
Los susurros del bosque los acompañaban.
El ritmo de sus corazones erráticos, latía en una misma sincronía.
- No puedo creer que guardaras la camiseta
- ¿Por qué?
- Porque es horrible - soltó una pequeña risa, como un colegial enamorado - ni siquiera me gustaba, la encontré en rebajas.
- No te gustaba y por eso me la diste.
- Por favor - se bufó - te verías bien con un saco de papas.
Ambos deseaban que el tiempo se detuviera en ese preciso instante y pudieran quedarse así, juntos, para siempre. Y eso que la noche aún era joven, además aun no llegaban a la conversación más importante de sus vidas.
Derek era un hombre con una corta, pero dura vida, había cometido muchos errores, decisiones que lamentaría hasta el día de su muerte porque muchas eran situaciones irremediables que cargaban con el peso de haber provocado daño a personas que no se lo merecían.
O así lo sentía él.
Se culpaba por todo a pesar de que la mayoría de cosas no eran su culpa o directamente eran consecuencias de acciones de terceros que solo querían lastimarlo a él y a su familia por un odio irracional que se esparcía como veneno.
Había olvidado cómo reaccionar a situaciones cotidianas de la vida, como hablar con los vecinos, estar en lugares con demasiadas personas, entender el humor de la actualidad, valla que hasta existía ocasiones en las que salir a comprar víveres al supermercado era todo un reto para él.
Pese a todo, no quería cometer más errores (o lo que él sentía como errores) y menos si eso implicaba lastimar a alguien más, a Stiles, a Stiles jamás.
Prefería morir a dejar que él se sintiera como una basura.
Se mantuvieron en silencio, solo escuchando los sonidos de la naturaleza que revelaban un sinfín de criaturas místicas en la oscuridad, siempre había más de lo que se veía a simple vista. Stiles esperaba (con demasiada impaciencia) que Derek ordenara sus ideas y hablara de una vez por todas o el tomaría la batuta para llevar las riendas de la conversación.
Aún podía sentir el beso en su mejilla, apenas un roce, labios y piel, que le hizo cosquillas por la barba, que se empeñaba en dejarse para verse mayor, logrando hacerlo olvidar de hasta su propio nombre. No podía ni imaginar que pasaría cuando llegaran a otro nivel, no creía que su corazón humano lograra resistir a tal experiencia.
Derek acarició los nudillos de Stiles con su pulgar, mientras observaba los escombros de la mansión.
No le gustaba venir a las ruinas de su primer hogar, eran recuerdos dolorosos que prefería evitar, aunque eso no quitaba el hecho de que formaba parte de su historia, dejaron una marca en él que no era física, pero si real, razón por la que pensó traer a Stiles aquí.
Necesitaba cerrar un siglo y solo podía hacerlo de esta manera.
Hablar con Malia en el bar fue el último impulso que necesitaba para salir del estado en el que se encontraba, una extraña etapa de indiferencia que usaba para buscar distracciones, en él despertó una genuina curiosidad para la cual pensó que ya había encontrado respuesta.
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Nuestro Momento - Sterek
Teen FictionEl tiempo de espera a terminado, para Stiles, un chico con espíritu libre, y Derek, una persona que quiere descansar, unas simples palabras cambiarán sus vidas...