Capítulo 2 [Huyendo y...]

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AL OTRO DÍA.

Maya está tumbada en aquella incomoda camilla sobre la que había pasado la noche, aunque ahora más descansada que ayer y por lo tanto de mejor humor. Esta muy relajada tumbada ahí a pesar de todo, cuando nuevamente entran unos policías y Maya los ve por la ventana.

Se los queda observando, eran dos hombres de edad media, algo corpulentos, con barba algo desaliñada, descuidada, aunque repeinados para atrás, o eso parecía ya que no se veía bien su pelo por los gorros del uniforme.

Hablan con el recepcionista del lugar pero parecen muy alterados, molestos, con poca paciencia, lo cual asusta un poco a Maya, ahora que por fin había conseguido un poco de paz no quería meterse en otro problema más, ya se encontraba mucho mejor así que se levanta y abre silenciosamente la puerta, se asoma por ella viendo a los policías discretamente y sale despacito tratando de cerrar delicadamente la puerta.

Cuando lo consigue se va por el pasillo, los dos policías se dirigen a la habitación y Maya rodea el pasillo hasta llegar a la puerta principal, a escasos metros de los policías que se encontraban de espaldas a ella en la entrada de su cuarto junto con el recepcionista que los acompañó, así que Maya con el camino libre se va rápidamente del lugar tratando de no hacer ruido con sus pisadas al tener los pies descalzos.

Uno de los policías: ¡MALDITA SEA! -Grita tirando la gorra al suelo con violencia.

EN LAS CALLES.

Maya va caminando por las calles mirando todo, con su ropa andrajosa, todavía algo sucia, con heridas visibles, con la mano vendada y descalza, por lo que llamaba un poco la atención y lo empezó a sentir por tantas miradas clavadas sobre ella, pero ahora mismo lo último que quería era ser el centro de atención, 

así que se mete en un callejón y se sienta justo al lado de un viejo y oxidado contenedor, apoyando la espalda contra la pared, flexionando las piernas hacia ella y abrazándolas, apoyando triste la barbilla entre sus rodillas, hacía ese frío mañanero que te cala en los huesos, aunque el contenedor le tapaba un poco el viento, igualmente ella solo quería acurrucarse ahí y estar en paz aunque sea solo por unos minutos para descansar emocionalmente de toda esta locura y poder pensar con claridad.

Así que suspira y se termina de acomodar...

Después de unos instantes seguía en la misma postura, petrificada por el frío, no quería moverse para evitar perder el poco calor que tenía, pero tampoco estaba tan mal, tenía tiempo para pensar, aunque parecía no serle de mucha, por más que trataba su mente estaba en blanco. 

A pesar de eso ella seguía intentándolo, solo porque era mucho mejor plan que tratar de moverse en esos momentos y de alguna manera debía de pasar el tiempo. Pero contra más se adentraba en sus pensamientos más perdida se volvía su mirada, más se dejaba abrazar por el frío del invierno, cada vez más pálida, cada vez más inmóvil, cada vez había... más silencio.

Maya cierra los ojos.

Y deja de escuchar el ajetreo de la multitud de fondo.

Hasta que el cercando estruendo de unas monedas chocando contra el frío cemento del suelo la sacan de su mente haciéndola mirar rápidamente hacia el ruido, un señor le había tirado unas monedas y continuado su camino.

<<normal que me confundiera con una vagabunda>>. -Pensó Maya.

<<aunque, ahora prácticamente lo soy>>. -Se dijo así misma recogiendo las monedas.

Maya empieza a levantarse apoyándose sobre la pared y el contenedor aunque costándole un poco porque tenía cada musculo de su cuerpo agarrotado por el frío.

Se guarda las monedas y empieza a caminar viendo las vidrieras de los sitios de comida para encontrar el más barato, la verdad es que aunque el suero fisiológico que le pusieron en la enfermería del pueblo le hizo muy bien ya volvía a tener algo de hambre, así que aprovechó las monedas para caminar con un propósito y así entrar en calor.

EN UNA PIZZERÍA.

Entra Maya, se acerca a la barra y le dice al joven que atiende.

Maya: Disculpe vi a fuera el cartel de la promoción...

Hombre: ¿Ah sí? ¿quiere comprar una? están buenísimas.

Maya: Sí, lo que pasa es que me faltan unos centavos y no sabía...

Hombre: Despreocúpese, puedo pagarle unos centavos y se ve que necesita una buena pizza calentita.

Maya: Gracias. -Dice ligeramente sonriente tomando asiento.

Hombre: De nada. En seguida vuelvo.

El hombre se va a la cocina y Maya se queda ahí sentada apoyando los codos sobre la barra, aunque acto seguido ve que no es muy buena idea porque lo último que quería es ensuciar el lugar de trabajo de ese buen hombre con su suciedad y vomito seco, por lo que saca rápidamente algunas servilletas de un servilletero cercano y empieza a limpiar la barra con dedicación, mientras, sin que ella se diera cuenta la están observando atreves de la ventana de la cocina el hombre que la atendió y su jefe, que muy desconfiado estaba regañando a su empleado por si la vagabunda que dejó entrar y dejó a solas les robaba, pero por lo contrario se llevó una muy grata sorpresa al observarla desde lejos.

Maya a pesar de todo era y es una persona honrada, agradecida y educada, por lo que eso le otorgó la confianza para ser contratada en el primer empleo en su nueva vida, un trabajo en negro y sobreexplotada pero en esos momentos era mucho más de lo que Maya podía soñar.

Y sería el primer paso para empezar a descubrir quien es y que pasó.

EN OTRA PARTE DE ESTADOS UNIDOS.

Un cartel vuela por los aires, guiado por las brisas de Seattle hasta que desciende sobre una acera 

Un cartel vuela por los aires, guiado por las brisas de Seattle hasta que desciende sobre una acera 

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y es pisado por alguien...

FIN DEL CAPÍTULO.

⭐y 💬GRACIAS

Station 99 | Historia de Estación 19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora