Capitulo Uno

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CRISTIAN 

La lluvia empapó sus jeans y sus botas de montaña.  Cada paso que daba era chapoteo tras chapoteo y resbalones en charcos profundos y piedras sueltas. 

Cristian Romero corrió por el resbaladizo camino de grava hacia sus coordinadores y sus treinta campistas jóvenes acurrucados en las cabañas del Campamento Romero.  

Un relámpago atravesó el cielo oscuro. Cristian giró hacia el atronador crujido, con el corazón desbocado cuando un viejo roble se partió hacia el comedor...

No, no, no.  Justo en medio de la cocina... 

Primero revisaría a los chicos y luego evaluaría los daños.  ¿Cuándo cesarán estas lluvias torrenciales?  La mitad de los padres ya habían llamado buscando tranquilidad.  Había convencido a la mayoría de ellos de no recoger a sus hijos temprano.  

Pero ahora...  

Apretó los dientes ante el esqueleto de roble que sobresalía del techo.  Uno de los coordinadores corrió hacia él, puteando el aguacero.  Cerró la boca con palabra con M (prohibida en el campamento) a punto de salir de su boca e inclinó la cabeza.  "¿Eso es un árbol sobre el comedor?"  

Mierda, mierda, se adaptaba perfectamente a la situación.  

Cristian se encogió de hombros y asintió.  "¿Los chicos?"  

“Los chicos en las cabañas de cuatro a siete están todos bien.  Un poco asustado, pero riéndose”.

“¿Uno a tres y ocho a diez?”  

“Juli dijo que los suyos están bien, pero hay una gotera chiquita en la cabina dos.  Ordenó a los pibes que hicieran los bolsos y yo les dije a los míos en cinco que esperaran compañía.  Estarán bien por esta noche.  Ori dijo que sus chicas también están bien”.  

El agua le caía por el cuello, abriéndose camino entre sus omóplatos.  Esta campera de mierda no sirvió de nada.  Bien podría haberse quedado en pijama.  

"Bien."  Cuti le dio una palmada en el hombro a su coordinador .  “Volvé adentro con los tuyos.  Ya voy a pensar un plan para mañana.  Mantené a los chicos alejados del comedor”.  

Enzo asintió y salió corriendo.  

Cristian pisoteó el suelo con sus botas, salpicándose agua lodosa en sus pantalones.  Ladeó la cabeza hacia el cielo turbulento y gritó con los pulmones en carne viva. 

Corrió hacia el comedor para inspeccionar los daños.  Bueno, mierda.  ¿Qué haría sin cocina durante el resto del verano?  Con treinta chicos.  Seis coordinadores.  Y, bueno- mierda, ¿No?  

No podían recoger a los chicos a mitad del campamento de verano. Tendría que dar reembolsos parciales y... bueno, el verano era la mejor temporada para ganar plata. 

Cuti golpeó el marco de la puerta con la palma. 

Se dirigió deprimido a su casa y metió la ropa mojada en el lavarropas. Más tarde, con una camiseta y unos calzoncillos limpios, se trasladó a su estudio, donde un fajo de facturas lo miraba fijamente.  Electricidad.  Agua.  Pagos de hipoteca.  Las facturas médicas de papá…

Se alejó de los montones de papeles y dirigió a la vista hacia su campamento.  La lluvia caía fuertemente sobre el camino donde había aprendido a andar en bicicleta, reparó en el cobertizo donde se había escapado por primera vez, el viento golpeaba los árboles en los que solían trepar mientras su padre trabajaba en los autos debajo de ellos.  

A lo largo de los años había recibido generosas ofertas de compra por el terreno, pero…

Cristian miró boquiabierto ante la visión del techo de la cocina -donde solía sentarse a contemplar las estrellas reflejadas en el lago- totalmente derrumbado. 

Negó con la cabeza.  

Vender su casa no era una opción.  Necesitaba asegurarse de que el campamento funcionara sin más problemas.  

El Campamento Romero había servido a los campistas durante generaciones y no tenía intención de parar ahora.  

Se acercó a la ventana.  Las luces del camino mostraban el suelo fangoso, sombrío, muy parecido a sus ojos, pelo y situación.  

Traería a los contratistas de inmediato, pero un desastre como este podría tardar meses en solucionarse.  Si tan solo hubiera una cocina y un salón interior para actividades en climas lluviosos. 

Algo cercano. Algo lo suficientemente grande.

Cristian contempló el lago a través de la llovizna.  Gimió, pero hizo la llamada…



























∆• ESTA HISTORIA NO ES MIA •∆

Es una adaptación de un libro corto de Anyta Sunday llamado "How to steal a heart in 500 kisses" (léanlo!!) pero mientras leía no paraba de imaginarme a nuestros hermosos cutilicha. Así que acá está la adaptación, si hay algún error sepan entender que también lo estoy traduciendo ajjaaj.
Van a ser capitulos super cortitos y es probable que algunos días suba dos juntos. Todavía no tengo todo traducido pero ya estoy manija y lo quería subir. Disfruten! <3

Cómo robar un corazón en 500 besos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora