Desde Uruguay a Argentina

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Todos cenaban carne, mientras él miraba a todos con horror ¿es que nadie sabía que él no comía carne?.

Masticó con rabia una ensalada que apuró a digerir con un vino importado.

Luego de la reunión de trabajo, Lucas se ofreció a llevarlo a casa.
En general, no le gustaba como manejaba Lucas, pero tenía cierto apuro por llegar al departamento, asi que aceptó.
Ambos hombres se subieron al vehículo y como no podía ser de otra manera, volaron.

-¿donde carajo aprendiste a manejar? te vas a matar cualquier día de estos

-de algo hay que morir, Enzito ¿subo?

-¿qué? no, no

-¿No me invitas a tomar nada?

-no, tengo que hacer algo

-¿a esta hor...-pero Lucas desistió de continuar. Enzo se había bajado a toda velocidad y ya casi estaba en el hall de su edificio.

●●●

Enzo entró y casi se lanzó dentro del ascensor.
Marcó como pudo su piso y comenzó a escalar, mientras se balanceaba apoyando su peso en una pierna y la otra.

Cuando llegó al fin a su piso, corrió por el pasillo y abrió la puerta apurado, cerrandola de un portazo al entrar.
Miro la hora en su muñeca "23:48" llevaba 18 minutos tarde.

Se quitó con los pies los zapatos, mientras se quitaba tambien el saco y desabotonaba los primeros botones de la camisa blanca.
Se sentó en la silla giratoria de su estudio y tomó el teléfono de tubo.

Ese artefacto le parecía una antigüedad total, él estaba rodeado de computadoras, tablets, celulares y tecnologías de todas las clases.
Sin embargo, hacer lo que estaba por hacer se sentía mejor por teléfono.

Marco el número de memoria y aguardo.
Sonó 2 veces y alguien respondió, entonces supo que el castaño estaba tan ansioso como él.

-¿sabes que hora es? te esperaba antes

-perdón Mati, me trajo Lucas y...

-ah estabas con él...

-trabajo con él, bebé ,no empieces, no llamé para pelear justamente

-¿y para que llamas?

-ya sabes...

-no, decime...-le dijo mordiendo sus labios. Enzo estaba en Uruguay y él en Argentina, poder escuchar su voz se sentía como tenerlo cerca

-llamó porque no te puedo ver

-¿y que más?

-y quisiera poder hacerlo

-¿para que?

-para que estemos juntos- murmuró Enzo cerrando los ojos y dejando que su respiración, presa del apuro, se tranquilice.

-¿que te gustaria hacer si estuviéramos juntos?

-me gustaría abrazarte- respondió, sintiéndose idiota, pero sin poder evitarlo.

-eso me encantaría, lo necesito mucho

-yo también, precioso

Matias sonrió al escuchar ese tierno apodo

-también me gustaria que me cojas, para ser sincero

-que zarpado sos, ¿quién te corre? vamos de a poco— respondió Enzo, que de todas formas ya se encontraba acariciando su pene palpitante sobre el pantalón negro.

-no aguanto más, espere este momento todo el dia

-tranquilo nene, vamos tranqui, sin apuros, estamos viviendo...viví

-sos malo conmigo, sabes que me calienta tu voz

Enzo solo río.
Sabia bien que eso era cierto.

-que ansioso...bueno, ¿que tenés puesto y donde estás?

-tengo los boxers y estoy en la cama

-¿boxer nada más? atrevido

-te lo dije, no doy más-respondió él bajando su mano

-bueno, quiero que pongas el altavoz y dejes el teléfono sobre la cama, y después quiero que te chupes dos dedos, el índice y el corazón, chupalos mucho, como si fueran los míos

Mati obedeció y comenzó a pasar la lengua por los dedos indicados.
Lentamente se los metió enteros en la boca, salivandolos demasiado, haciendo en ese acto un sonido precioso y escandalosamente obsceno que lo hizo sonrojar, pero no le importaba, cuanto más alto lo hiciera, mejor, así podía escucharlo Enzo.

Enzo, a su vez, realmente no daba más.
Últimamente se sentía viejo, ya no era un pendejo, era consciente de eso, lo sentía en su cuerpo.
Pero cuando Matías, su...algo virtual, buscaba provocarlo y volverlo loco como lo hacía en este instante, no podía resistirse y su falo se endurecia segundo a segundo, quedando hinchado y rosado, con algunas venas azules comenzando a remarcarse.
No tenía más remedio que bajarse los pantalones y tocarse ante ese espectáculo auditivo.
Su mano comenzó con el vaivén de siempre: de arriba a abajo, haciendo la presión justa sobre la punta con el dedo pulgar. Exquisito.

-quiero que te saques los boxers y pases los dedos por tu cavidad lento

-lento no puedo

-¿quién manda acá?

-vos...

-entonces hacelo a mi ritmo, pendejo calentón

Mati obedeció.
Amaba que Enzo lo domine.
Desnudo, comenzó a dar pequeños masajes y círculos alli, sintiendo esos estímulos y todos los nervios del cuerpo se concentraban en esa zona.
Comenzo a gemir y a contraerse, mientras del otro lado, desde Uruguay, Enzo cerraba los ojos y embestida su propia mano, imaginando que era el culo apretado de Matias.

-ahora metetelos bebé, metete esos dedos como si fueran los mios

-¿los tuyos? ¿no como si fuera tu verga?

-no, esta noche quiero dedearte, quiero que tus dedos sean los míos y los uses para abrirte todo, pero no hagas ruido, y acordate, nada desesperado, hacelo a mi ritmo

Matías cerró los ojos y obedeció. Realmente se sentía genial imaginando que lo que se hacía, en realidad se lo estaba haciendo Enzo.

Por unos cuántos y prolongados minutos, ambas habitaciones, a pesar de estar a horas de distancia, fueron la misma, y se lleno de gemidos breves, movimientos de fricción, sudor y deseo.
Casi acabaron a la misma vez, quedando exhaustos y agitados, pero sintiéndose llenos y felices.

-que noche hermosa

-increíble, no quisiera que termine nunca

-hagamos que dure, vamos a dormir juntos, imagínate que te abrazo y nos dormimos así

Ambos se acomodaron para dormir y aunque los kilómetros los separaban, esa noche, ninguno lo hizo solo.

Uno de ellos esperaba que pronto, esa ilusión fuese real.
el otro no estaba tan seguro.

Virtual: 𝐞𝐧𝐳𝐨 𝐱 𝐦𝐚𝐭𝐢𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora