Capitulo 9 1/2

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Abel

Me quedé de pie por un momento en mi lugar habitual, vi como los miembros del club se movían entre sí, como sus manos acariciaban sus acompañantes sin preocuparse de quién los estuviera viendo.

Me quedé mirando a una pareja, el hombre con su mano subió la falda de la mujer, sin importarle que ella se expusiera. Sus labios estaban separados, sus mejillas se sonrojaron, ella estaba al borde del orgasmo. Él apretaba su mano contra ella al ritmo de la música, hasta que sus piernas se relajaron y se envolvieron alrededor de su cintura para evitar que se cayera.

En todas partes donde mis ojos aterrizaban, había sexo, lujuria y hambre. No había limitaciones en mi club.

Las reglas eran básicas, todo era consensuado. Ellos debían firmar un contrato para conservar el anonimato y todo lo que aquí pasaba debía quedar en secreto. En mi club, podían convertirse en quien ellos quisieran.

Después de unos segundos caminé hacia mi invitada. Luciana llevaba puesto un vestido que le quedaba exquisito, le di un vistazo a sus pechos y lo perfectamente que encajaban en su vestimenta.

La imagen de mi lengua lamiendo su piel desnuda puso mi polla dura, luché por no agarrarla y arrancarle el vestido de su cuerpo.

–¿Tuvistes algún problema en la entrada? – le pregunté.

–No – respondió ella observando todo el placer que se estaba llevando a cabo, parecía un poco sorprendida por lo crudo que era.

–Muy bien, sígueme– le pedí, la llevé hasta un pasillo privado. Sus ojos estaban pegados a mí –¿Estas bien? – interrogue.

–Estoy algo nerviosa, esto es nuevo para mí. – confesó. Sonrió con su respuesta, era muy joven para haber hecho o presenciado algo así. Me pregunté si debía ayudarla a que se sintiera menos asustada. De hecho, quería que ella disfrutara de esto, pero debía admitir que disfrutaba ver más su miedo. Sin embargo, no era de terror, no me tenía miedo, era temor a lo desconocido –¿A donde vamos? – dijo, su voz interrumpió mis pensamientos.

–Quiero que observes algo – conteste. Luego me detuve frente a una puerta que se abría mediante huella digital. Solo algunos miembros de mi personal tenían acceso a este pasillo privado, dentro de esta, se encontraban habitaciones. Caminamos un poco más en silencio hasta que me detuve frente a una de las habitaciones, abrí una pequeña escotilla que estaba en la parte superior de la puesta. –Quiero que mires hacia el interior de esta habitación y me digas lo que veas – le pedí.

Ella hizo lo que le pedí. Se asomó por la escotilla.

–Oh, hay gente ahí y están desnudos – mencionó en voz baja para que no la escucharán.

–¿Que más ves? – pregunte, ella me volteó a ver como si quisiera buscar en mis ojos si estaba hablando enserio –Describe lo que ves – le dije reafirmando mi petición, luego volteó a ver el interior.

–El hombre tiene a la mujer atada – mencionó.

–¿Crees que a ella le gusta? – pregunté, viendo yo también la situación, la mujer estaba jadeando del placer ante el dolor que sentía, ella se sentía dominada mientras que el hombre sentía poder y control. Ella era inútil con sus brazos y piernas atadas.

–Si – confirmó Luciana tragando saliva nerviosamente.

–¿Que más? – volví a preguntar.

Luciana hizo una pausa para recuperar el aliento. Su temperatura corporal cada vez aumentaba. Cada respiración que tomaba se cortaba.

–Esta metiendo los dedos dentro de su coño – describió

No necesitaba ver más para saber, cada vez que el hombre entraba en la mujer. Con cada embestida, Luciana se mordía su labio inferior como si sintiera todo lo que experimentaba la mujer.

–¿Cómo crees que se siente? – interrogue para torturarla.

–Creo que lo disfruta – susurró sin alejar la vista, estaba fascinada por lo sumisa que era la mujer. El sonido de su orgasmo en los dedos del hombre la hacia respirar en pequeños jadeos. Me incliné hacia adelante, rozando mi pecho contra su espalda mientras cerraba la ventana.

–Ven, continuemos – le dije, puse mi mano en su espalda baja para guiarla hacia la siguiente habitación. Abri la escotilla y ella vio el interior. –¿Que ves ahora? – le pregunté.

–Hay un hombre y dos mujeres. Están follando.– dijo e Incliné levemente mi cabeza para ver el interior. El hombre tomó bruscamente a la mujer por detrás mientras la otra mujer acariciaba el clítoris de la otra con la lengua. Podía sentir la excitación de Luciana al observar estos dos eventos. –¿Por qué me haces ver todo esto? – preguntó, pero sin apartar la vista del trío.

–Porque pensé que tendrías curiosidad por lo que sucede en un club de sexo. Dime, ¿estoy en lo cierto?– interrogue, aunque con el hecho de que todavía no había quitado los ojos de la escena me indicaba que si tenía más que curiosidad.

Los sonidos que irradiaban desde la habitación calentarían el coño de cualquier mujer. Estaría mintiendo si no admitiera que su curiosidad me estaba excitando.

Me quedé allí en silencio mientras ambos mirábamos la escena íntima que teníamos ante nosotros. La forma en que la mujer lamió a su amante. La forma en que el hombre tomó exactamente lo que quería sin vergüenza. Tres adultos dando y recibiendo hasta que se sintieron satisfechos y saciados.

Pero justo cuando el hombre estuvo a punto de tener su orgasmo cerré la escotilla.

–¿Por qué la cerraste?– me preguntó dándose vuelta para mirarme, tenía las mejillas enrojecidas del calos de la excitación que sentía su cuerpo y podría apostar que sus pesones también estaban duros.

–Porque sus orgasmos son de ellos. No los nuestros.– respondí, caminé después hacia la dirección opuesta de donde estábamos. Ella me siguió al instante.

–¿Qué sigue?– preguntó en un tono curioso.

No le respondí. Preferiría dejarla con la curiosidad. Ella estaba ansiosa. Me detuve en una puerta de caoba, saqué la llave de mi pantalón y la inserte en la cerradura, abrí la puerta y le indiqué que entrara.

Las paredes de la habitación eran de color Violeta profundo dando una sensación íntima, eliminando cualquier inseguridad que uno pudiera sentir ante los objetos que colgaban del techo. Uno de estos era el columpio colgante.

Me aparte y dejé que Luciana recorriera la habitación por su cuenta. Mi propia curiosidad se despertó cuando sus dedos rozaron ciertos objetos.

–Luciana– la llamé, ella de inmediato me miro –¿Estas lista para jugar, niña traviesa? – interrogue con excitación.

–Si – respondió muy segura, ansiosa y a la vez excitada.

Sonreí ante su respuesta, había llegado la hora de mostrarle mi otra personalidad.

♡♡♡

Cortito pero bueno♡

Ardiente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora