Capítulo 6

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Luciana.

No podía dormir, he estado acostada durante un par de horas. Mi mente seguía volviendo al señor Brown y lo que hicimos. Mierda, me sonroje bajo las sábanas recordando lo increíble que había sido. Nunca habia estado con un hombre tan sexy.

Pensé que cedería a la tentación finalmente, pero cuando vi su arrepentimiento en sus ojos tuve que irme de su oficina para que aclarara su mente.

Su esposa debió ser la mujer mujer más feliz del mundo cuando estaba viva teniendo a su lado a un hombre tan sensual como lo era él.

Estaba inquieta debajo de mi manta, estaba pensando en tenerlo una y otra vez y no había forma de que un hombre tan hambriento como él realmente quisiera deshacerse de mi.

–¿Me rechazaria si fuera a buscarlo por más?– me pregunté.

Había tomado el valor de ir a buscarlo a su oficina cuando se fue de la sala de estar durante la película. Siempre me han gustado lo hombres mayores, los chicos de mi edad jamás me causaron tanta admiración y curiosidad como lo hacía el señor Brown, mi padre siempre me decía que yo era demasiado coqueta con los hombres, el nunca me quiso, crecí sin su afecto y sin una figura materna, mi hermano al contrario siempre fue su favorito, y aunque era mayor que yo nuestra relación no era muy buena. Así que nunca tuve realmente una figura paterna o una familia funcional quizás por eso buscaba afecto en hombres mayores.

Volteé a ver a mi amiga, estaba profundamente dormida, en su mesa de noche había en frasco con algunas pastillas para dormir, en ocasiones le costaba conciliar el sueño.

En ese momento me pregunté si había hecho lo correcto al buscar a su padre y provocarlo de esa manera, mi amistad con ella era también importante. Una punzada de culpa me invadió en ese momento.

Necesitaba en poco de agua, me puse de pie y salí de la habitación. Cuando camine por el pasillo escuche una respiración ronca que venía de la habitación del señor Brown. No era ajena al sexo ni a los sonidos que hacían lo hombres. Mi padre tampoco se molestó en ocultarme esa parte cuando llevaba mujeres a la casa, así que cuando abrí la puesta de su oficina, supe lo que iba a encontrar y tenía razón. Su polla estaba dura en su regazo, y se estaba masturbándo, tenía la sensación de que yo tenía algo que ver con eso. En el segundo que puse mi plan en su lugar, fue como masilla en mis manos. Me devoró y fue el paraíso absoluto.

No había duda de que él sentía lo mismo que yo. Esto era más que lujuria, era hambre, determinación y pasión. Me anhelaba tanto como yo lo anhelaba a él.

Decidí ingresar a su habitación, me acerqué y giré la perilla, al entrar sigilosamente, mis ojos se adaptaron a la oscuridad de su gran habitación. La tenue luz del baño iluminó el espacio y noté la gigantesca ducha, era la primera vez que ingresaba a su cuarto.

Solo me imaginaba en todas las cosas sucias que podríamos hacer en el, fantasías se arremolinan en mi mente traviesa.

Mire a la izquierda y encontré su cama en el centro de la habitación. Él  estaba durmiendo, su pecho estaba desnudo, una sábana de seda estaba descansando justo encima de su ombligo, dándome una vista completa de la parte superior de su cuerpo.
Incluso en la oscuridad, admiré su ancho y exquisito pecho.

Me quite la ropa y la tire rápidamente en el suelo, luego me acerqué y me subí a su lado. Él no se movió cuando levante la sábana y me alegré al ver que dormía desnudo.
Me arrastre y me acomode entre sus piernas.

Había estado pensando en hacer esto desde que había salido de su oficina.
Puse mis labios alrededor de la punta de su polla y lamiendo su eje, me di cuenta de que estaba comenzando a moverse. Mi mano se envolvió alrededor de su circunferencia y lo jale lentamente hacia arriba y rodeando mi lengua sobre la cabeza.

–Mmmm– gimió dándome luz verde, succione más fuerte, metiendo su polla profundamente en mi garganta, repetí mis movimientos hasta que él se sacudió debajo de mí –!¿Que carajos?!– exclamó. Su mano se clavó en mi cabello, tratando de alejarme de él –¿Luciana? Joder, no. No puedes hacer esto–.

–Claro que puedo– le respondí, luego seguí chupando su polla hacia arriba y hacia abajo, su agarre en mi cabello se aflojó un poco.

–Luciana, esto está mal. Tu también... joder– murmuró, sus caderas se levantaron,  lo que provocó que metiera su polla más profundamente en mi garganta.

–No te preocupes. Este puede ser nuestro pequeño secreto– le recordé. Mi coño estaba empapado de excitación solo de pensar en lo prohibido que era –Puedes llamarme cuando quieras follar. No diré nada– agregue, volviendo a chupar su polla esta vez con más agresión, su mano ahora guiaba mi cabeza.

Solo necesité chupar tres veces más para que él se corriera en mí boca. Gemi por su liberación, chupandolo hasta dejarlo limpio.

Su agarre alrededor de mi cabello se apretó, se volvió brutal y mis ojos comenzaron a lagrimear. Él tiró hacia atrás y me arrancó de él.

Su mirada acalorada tomó mi desnudez, un ardiente deseo se instaló en sus ojos. Un gruñido profundo resonó en su pecho. Con su mano libre, agarro mi cinturón y me lanzó contra la cama.

–Te lo dije antes, yo tengo todo el control– pronunció, sus manos eran ásperas, amenazando con lastimar mis caderas mientras arrastraba su boca hambrienta por todo mi cuerpo y sobre mi coño palpitante.

Su rostro desapareció entre mis piernas, en mi coño empapado. Chupo mi sexo como una fiera que hizo que me arqueara de placer, levanté la espalda del colchón. Me comió como un salvaje. Mi coño latió, hasta que mí orgasmo atravesó todo mi cuerpo, esparciéndose alrededor de su lengua. Luego se derrumbó en la cama a mi lado, ambos estábamos tratando de recuperar el aliento.

–Esto es tan malo– exclamó, jadeando, su respiración subía y bajaba.

–Sin embargo, tan bueno– le dije –¿Por que no me llevas a tu gigantesca ducha y me inclinas sobre ese elegante azulejo? Ericka está profundamente dormida– le comenté.

Sus ojos brillaron de ira, pero su polla se endureció, y eso lo delató. De repente agarró mi cadera y me azotó en culo.

–Regla número uno: nunca menciones a mi hija. Regla número dos: yo digo lo que pasara– agregó, azotándome de nuevo –Ahora métete a la ducha que necesito limpiarte– añadió con lujuria.



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*Siento la tardanza*

Ardiente DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora