El Paladín y El Clérigo

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Will escucha unos golpes en su puerta. No abre. No quiere hacerlo.

Pero gira su cabeza al ver como tiran un sobre debajo de ella.

No. Lo que sea- no.

Devuelve su vista al frente.

—Él querría que la leyeras. —dice una voz femenina, el castaño no distingue cuál es por estar concentrado viendo fijamente su caballete con el lienzo en blanco.

Cierra los ojos.

Él y Mike tienen 15 años.

Y están jugando su último juego de D&D.

Solo eran ellos dos, no estaban sus otros amigos, como quién dice: el principio del final.

Si ellos dos empezaron a jugar ése juego juntos, ellos dos serían los que terminarían jugando su última partida también.

Creo que es momento de rendirse, Clérigo Byers.

Jamás lo haré, Paladín Wheeler. Esta partida no termina contigo ganándome.

Eso ya lo veremos.

Los dados iban de un lado al otro. Hechizos, ataques, ambos estaban tan cerca.

Pero por un estúpido error de parte de ambos, los dos perdieron.

¿Cómo si quiera es que eso acaba de pasar?

No lo sé.

Ambos soltaban una fuerte risa. Después se acostaban en el sofá de Mike y empezaban a recordar las mejores partidas que tuvieron.

Will abre los ojos.

Recuerda que el último juego de D&D fue el del pelinegro, que quedo en manos de Holly. El suyo fue a dar a la caja de donaciones.

No es tan difícil construir una escena en mente para la pintura, así que simplemente los empieza a dibujar con sus trajes de D&D que siempre llevaban puestos cuando jugaban.

Fantasmas | bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora