Museo

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Will toma entre sus manos el último cuadro, uno que hizo con el recuerdo de Mike mirando hacia las estrellas cuando lo convenció de sentarse en el techo de la casa de él.

Les había costado más bajar que lo que demoraron en subir.

Will suelta una risita al recordar esto, y pone el cuadró en el último espacio en blanco que quedaba en la pared. 

Se aleja un momento, para divisar mejor todo su mural, su museo de Mike.

En algunos cuadros se veían algunos cumpleaños o a Mike con su primera mascota, un hermoso gato negro.

Mike disfrazado en Halloween.

Mike jugando con un burbujero. Tenía 17 años.

Mike intentando tocar el piano. Lo hacía fatal, pero se veía feliz intentándolo.

Mike. Mike. Mike.

En todo el centro, la pintura de ellos dos en los columpios. Siempre será su recuerdo favorito.

Siente una amargura en el pecho, no hay más espacio en la pared.

No hay más recuerdos.

La realidad lo golpea. Dura y cruel realidad.

Se gira a ver la mesita que tenía al lado de la puerta principal. Ve ése sobre.

Con pasos lentos y respiración temblorosa, se acerca. Lo habían tirado hace ¿una semana? tal vez.

Fue la voz de una chica, tal vez de Max, tal vez de Jane... Eso si no lo recuerda.

A veces es difícil vivir tú presente si rememoras siempre tú pasado.

No se da cuenta que sus manos están temblando hasta que entiende que no es capaz de quitar la pegatina del sobre por su propia cuenta, así que busca unas tijeras.

Will, si estas leyendo ésto, es porque yo-

El castaño quita la mirada automáticamente, un frío se apodera de él.

No quiere leer. No quiere hacerlo. Quiere quedarse atrapado en sus recuerdos, los recuerdos de los dos.

Son uno solo.

Respira profundamente, tembloroso. Mike querría que la leyera, la voz le dijo eso. Y tenía razón. Él amaba mostrarle lo que escribía, siempre le pedía su opinión.

¿Sí tiene buena ortografía?

¿Entendiste la emoción que quería transmitir?

Will, no te rías, es muy difícil escribir algo de terror y que sí de miedo.

Así que empieza a leer.

Mientras lee; piensa. La letra de Mike se ve linda, una mezcla entre cursiva y despegada, las letras son finas, color negro, a el pelinegro le encantaba escribir y-

Oh, no ve nada, tiene la vista nublosa, lágrimas que luchan por salir.

Con todas sus fuerzas, logra terminar de leer la carta, y al ver las palabras: Lo sientoTe amo.

Rompe en llanto.

Un llanto que rogaba hace bastante por salir, solloza, con todas sus fuerzas, siente que se le esta quemando la garganta.

No sabe cuánto tiempo duró así, quebrándose como una taza que cae en el piso, sólo, desolado.

Cuando siente que por fin puede medianamente respirar como una persona normal, se levanta, y se queda de nuevo mirando fijamente la pared.

Su vida, la de Michael Wheeler, estaba ahí, en todos esos cuadros. Los momentos en que realmente vivió. 

Nos pasamos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.

Will no siente que ningún peso se le allá sido quitado de encima, pero si siente que ya no lo intenta ahogar como antes.

Así que se dirige a la puerta, coge sus llaves, y le quita el seguro.

Otro día intentaría salir, por ahora... Solo sería eso, quitar el seguro.

Fantasmas | bylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora