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[ CW : El capitulo a continuación contiene descripciones capaces de herir la sensibilidad, así como contenido sexual. ]



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El agua salía del grifo tan caliente que creaba una  espesa nube de vapor.
Corría por su espalda, como si trazara las lineas del tatuaje que la cubría. Sus manos estaban puestas en la pared, con la cabeza metida entre ambos brazos. Soltó un fuerte suspiro, dejando que la tensión en su cuerpo se vaya por el drenaje.

Cerró sus ojos al morder su labio inferior, divagando entre pensamientos. Su problema ya no solo era Astrid, también lo era Ellie. Siempre fue una piedra en su zapato, pero parecía haberse vuelto algo más grande.

Cerró el grifo y salió de la ducha, demasiado rendida como para preocuparse por mojar el suelo.
La imagen de Williams defendiéndola no salía de su cabeza, pero eso solo le causaba más indignación. ¿Como pudo pensar que eso era buena idea? ¿Quien se creía para hablar por ella? Había logrado arruinar todo un poco más.

Chasqueó la lengua y tomó la toalla para comenzar a secar su cabello, pero entonces, un golpe a la puerta llamó su atención. Se asomó a la sala, viendo una sombra reflejada sobre las cortinas.
" Mierda "; pensó.
Se envolvió en una toalla y se apresuró a la puerta, sin pensarlo demasiado.

La abrió apenas unos centímetros, para no exponerse.

– ¿Si?

Preguntó con amabilidad, pero eso rápidamente cambió cuando vió de quien se trataba.
Su expresión se endureció, y algo dentro suyo comenzó a arder, devolviendo toda la tensión que había librado a su cuerpo.

– Fae, necesito hablar contigo.

– Eres muy molesta, ¿Sabes?

– No seas así.

– Ya vete a la mierda, Astrid. Me has causado suficientes problemas hoy.

Quiso cerrar la puerta, pero ella logró impedirlo poniendo su pie, abriéndola por completo esta vez. Las mejillas de Fae tomaron un leve color, y de pronto podía sentir con intensidad la desnudez de sus hombros.
Aún así, no pudo hacer nada. A pesar del enojo que ardía en sus ojos, comenzó a sentirse demasiado pequeña como para defenderse. Astrid acababa de encogerla como si fuese una bruja experta.

– He hablado con Tony, para dejarle en claro que no era nada serio.

– No me importa, Astrid. Lárgate.

– Vamos, Fa, no seas así. – Dió un paso, lo que despertó un sentimiento de pánico dentro de Fae.

– Astrid. No me interesa. Vete.

– Se que te importa. Deja de fingir que no sientes lo mismo.

Astrid se acercaba lentamente, pero ella estaba paralizada. No podía pelear, no podía correr. Se aferraba a su toalla, viendo la sonrisa que alguna vez consideró atractiva convertirse en una mueca egocéntrica.

– ¿Lo mismo? ¿De que mierda estas hablando?

– Se que te gusto, Fae.

Veneno. - Ellie Williams y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora