- ¡Fae! Mi bro. – Exclamó Tony. Un chico de su misma edad, pero que le sacaba al menos una cabeza.
Era intimidantemente corpulento, pero tenía la actitud de un idiota en la secundaria. El extendió su mano, esperando un apretón.
Davis miró por un momento a Astrid, y entonces lo entendió. Una mezcla de ira, indignación y amargura se atoró en su garganta, pero tragó con fuerza, intentando no explotar.- Tony. ¿Cómo has estado? - Dijo, poniendo su mejor mascara de afinidad. Aunque era terrible. Y no pudo controlar la fuerza que utilizó al estrechar su mano.
- Excelente, bro. - Habló con entusiasmo, ajeno a la masacre que se desataba en el interior de la persona con la que charlaba. No fue hasta que se estiró para alcanzar la mano de Astrid que el verdadero sentimiento de odio se despertó en ella. Le lanzó una mirada furiosa, pero ella no fue capaz de devolvérsela. Tenía la cabeza gacha, evitando el contacto visual. - Mejoré muchísimo mi técnica, deberíamos volver a patrullar juntos. Podrías hablarlo con Jesse. Ustedes son amigos, ¿no?
- Si. Definitivamente voy a hablarlo, bro. - Afirmó, el enojo escapándose entre dientes. - Voy... a hablar con él. Te veo después, Tony.
Se alejó, en un torbellino de emociones. La pelirroja solo le ofreció una mirada apenada antes de que se diese vuelta, como si no fuese responsable de nada que pudiera hacerle sentir.
Se metió en la casa. En su cabeza había demasiado ruido como para poder soportar los de afuera. Estaba enojada, con Astrid, con ella. Solo pensar que podía significar algo era tan tonto en ese momento.
Se encogió, cruzada de brazos, buscando algo de consuelo. Nunca le había dado importancia, y, sin embargo se sentía tan usada.
Dina tenía razón, era una tonta.Caminó hacía el baño, queriendo despejar un poco su mente, pero al abrir la puerta un fuerte olor a cigarro pegó en su cara y la sacó de su trance. Levantó la mirada, con el ceño fruncido. Ahí, se encontró con esos otros ojos verdes, y de repente podía sentir que había bebido demasiado.
Ellie estaba al lado de la ventana, sentada sobre la mesada del lavabo. La miró, atrapada y sorprendida.
– Fae... – Fue lo único que pudo soltar, intentando dispersar el humo con sus manos. Su nombre sonaba tan mal cuando venía de ella.
Miró hacía el final del pasillo, pero el patio definitivamente no iba a ayudarla. Suspiró.
– No te preocupes. – Le dijo. – No estas ahuyentando el humo en lo absoluto de todas formas. ¿Te molesta...?
– No, no. Para nada... – Respondió rápidamente, aunque algo extrañada.
Corrió los rizos sobre su rostro y entró, cerrando la puerta detrás de ella. Preferiría cualquier cosa antes que compartir un espacio con Williams, pero necesitaba paz y silencio. No estaba segura de cuanta paz tendría con la chica a su lado, pero de seguro tendría silencio.
Se sentó en el suelo, cerrando sus ojos. Invadida no solo por despecho, si no ahora por el fastidio. Ellie la miró un momento, insegura de que decir o hacer.
– ... ¿Estas bien?
– Si. – Respondió tajante
– Mierda, ok. – Replicó con molestia. Mirando hacía otro lado.
Hubo un silencio. Hasta que Fae se dió cuenta de que tampoco necesitaba eso.
– ...¿Tu estas bien?
La castaña la miró con algo de sorpresa, dandole una pitada al cigarro antes de hablar.
– Si, solo necesitaba un poco de silencio.
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Veneno. - Ellie Williams y tú
Hayran KurguFae Davis y Ellie Williams nunca lograron llevarse bien. El odio entre ellas era abrumador, como si su cruce solo estuviese destinado a la destrucción. Y aún así, ahí estaban. Subidas a sus caballos, en una patrulla que terminaría significando muchí...