tres

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el tiempo había pasado, ninguno de los dos sabía cuánto tiempo llevaban así. pero no importaba, porque seguían siendo amigos, seguían llevándose tan bien como antes.

pero max quería llevar más allá la relación que tenían. sin embargo, estaba seguro que a charles no le gustaba él y que, si le llegase a gustar alguien, definitivamente no sería el rubio. max iba a ser la última persona en la que leclerc se fijaría.

— ¿y cuándo le vas a decir? —preguntó oscar mientras le daba otro sorbo a su bebida.

era recreo y los tres amigos se encontraban en la cafetería de la escuela.

— no estoy seguro de que sea buena idea. —admitió max e hizo una mueca. la idea de ser rechazado en realidad no le agradaba.

era algo normal, ni siquiera sabía porqué le tenía miedo, el amor no siempre le iba a ser recíproco. tal vez era por el hecho de que conoce a charles desde hace mucho tiempo. en realidad no eran amigos de toda la vida pero se conocían hace casi cuatro años, por lo que no quería romper aquella amistad.

— no pierdes nada, max. —intervino sergio, para después meterse otra papa frita en la boca.

— para ustedes es fácil porque cuando se confesaron, les correspondieron y ahora están saliendo. —se quejó el rubio y se cruzó de brazos, fingiendo estar enojado.

y es que mentira no era, pues el mayor de los tres salía con uno de los amigos de charles, al igual que el australiano. estaba feliz por ellos, claro que sí. solo que debía admitir que le daba un poco de envidia, deseaba que, aunque al monegasco no le gustara max, le diera una oportunidad para salir. en realidad era todo lo que pedía. si no funcionaba no lo iba a forzar y lo dejaría en paz. no insistiría más y, si leclerc quisiera romper su amistad, lo dejaría hacerlo.

— ay, vamos. —dijo oscar y miró al rubio incrédulo. — tú más que nadie sabes que no salí en seguida con lando.

max lo sabía.

demasiado bien para ser verdad, pues algunas veces el menor llegaba a su casa llorando debido a norris. y no, no era porque lo lastimaba, o al menos no de forma intencional. oscar lo había llegado a ver con otros chicos y eso lo hacía sentir mal.

— pero tú sí. —apuntó verstappen a perez con su tenedor, quien seguía comiendo sus papas. — así que no te intentes excusar.

— no lo iba a hacer. —dijo con una sonrisa. — pero todos sabemos porqué carlos sale conmigo. —los otros dos jóvenes no sabían a qué se refería. — porque soy demasiado lindo. —sonrió y puso su dedos en una de sus mejillas, provocando risas en sus amigos.

la campana había anunciado la hora de la salida y todos los alumnos se dirigían a la puerta principal

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la campana había anunciado la hora de la salida y todos los alumnos se dirigían a la puerta principal. era un día menos, por lo que se sentían felices de que se acabara.

max iba caminando con sus amigos, casi era fin de semana por lo que estaban planeando qué hacer mientras decían una que otra broma, provocando risas en los tres jóvenes.

— max. —habló una voz, una que distinguiría en cualquier lado.

el mencionado y sus amigos se detuvieron para mirara a la persona que se encontraba a su lado.

— charles. —quiso sonar alegre pero no lo logró, estaba sorprendido. creyó que ya se había ido. y no era que no estuviese feliz de verlo, sino que estaba desconcertado. — chicos, nos vemos mañana, ¿de acuerdo?

asintieron con una sonrisa pícara y se despidieron.

— ¡no olvides decirle! —había gritado sergio antes de echarse a correr junto a oscar mientras reían.

verstappen rodeó los ojos algo fastidiado pero terminó sonriendo divertido.

— ¿decirme qué? —preguntó charles mirando al mayor, ladeando la cabeza.

mierda, se ve tan lindo así pensó max para si mismo.

— ¿eh? ah, no. —agitó las manos algo nervioso. — quiero decir, se refería a un compañero. tenía que pedirle algo.

el menor hizo una mueca pero asintió, sin estar del todo convencido. y sin necesidad de decir algo más, comenzaron a caminar hacía la casa del neerlandés charlando de cualquier cosa, riendo en algunas ocasiones.

una vez más, se habían quedado parados afuera de la casa. sin embargo, ahora había un silencio incómodo o eso pensaba max, quien seguía pensando en las palabras de sus amigos.

— ¿hoy...? —habló el dueño de la casa, rompiendo el hielo. — ¿hoy vas a pasar? —miraba al piso, demasiado nervioso para ser sinceros y al poco rato, logró alzar la vista mirando al menor.

— hoy no, max. —dijo y sonrió, disculpándose. — lo siento, pero hoy tengo mucha tarea que hacer.

— ah, claro. —sonrió tranquilizándolo, aunque sonaba decepcionado. — será otro día entonces. —el monegasco asintió y miró como el rubio buscaba sus llaves en la mochila, las introdujo en la cerradura, abrió la puerta y cuando puso el primero pie en el umbral, alguien lo detuvo.

— max. —el aludido se giró para mirar a su amigo extrañado y todo fue tan rápido que sintió dos dedos del menor tomar su mandíbula para después sentir sus labios estamparse. verstappen, al seguir sorprendido, tardó en corresponder sin embargo, al final, le siguió el beso. charles rodeó su cintura con sus manos y el rubio el cuello del contrario, acercándose más al otro. — te veo mañana, max. —dijo en cuanto se separaron, y le besó una última vez rápidamente, delineando los labios del mayor.

le sonrió y se fue de ahí, despidiéndose de su amigo, quien también se despidió con una gran sonrisa.

— no sé qué diablos acaba de pasar. —dijo max aún sin comprender.

no era la primera vez que se besaban, no. pero le sorprendía el hecho de que charles haya sido el que lo besara sin habérselo pedido él.

tal vez tenía una oportunidad con el castaño, después de todo.

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