ocho (v.2)

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varias horas después, llegaron a su destino.

los jóvenes comenzaron a bajar y a tomar sus pertenencias, para dirigirse a la casa que habían alquilado.

era algo grande, lo suficiente para ocho personas. estaba pintada de un color coral, había algunas decoraciones en ésta. era de dos pisos, contaba con cinco habitaciones, tres baños, sala de estar y la cocina, que tenía una isla de mármol blanco.

en seguida, escogieron sus cuartos y max estaba seguro que nunca había hecho mejor elección que ésa.

la habitación era amplia, se encontraba en el primer piso, había una cama matrimonial, pintada de un azul marino, un tocador de madera y tenía canceles con una bella vista al mar.

el rubio estaba encantado con el dormitorio.

— ¿te gusta? —habló una voz que reconocería en cualquier lado, pues seguía viendo cada detalle del lugar.

cuando volteó a ver al dueño de la voz, vio a charles, que se encontraba con las valijas en las manos, dejándolas al lado de la puerta.

verstappen estaba seguro de que él ya había dejado las suyas.

no puede ser, ¿va a quedarse conmigo? se preguntó el mayor, esperando que no sean las maletas del monegasco.

— t-tú, —comenzó algo nervioso, sin mirar al castaño. — ¿vas a dormir aquí?

charles rió levemente y se acercó al de cabello rubios, tomándolo por la cintura, lo pegó a él y lo besó. max no pudo evitar corresponderle.

— ¿no quieres que esté aquí contigo, maxie? —inquirió, cuando se ya se habían separado, haciendo un leve puchero.

mierda, quería pero había algo que se lo impedía.

el neerlandés no supo qué responder, así que solo agachó la mirada, evitando enfrentarlo.

— si no quieres está bien. —susurró y depositó un pequeño beso en su frente, listo para darse la media vuelta, tomar sus pertenencias y salir.

ya encontraría con quien dormir.

max tomó su mano, deteniéndolo, haciendo girar a charles extrañado. el rubio negó con la cabeza lentamente.

— quédate conmigo. —dijo en un susurro, mirándolo suplicante.

leclerc solo se limitó a reír leve y asintió.

en seguida comenzaron a desempacar sus cosas y cuando acabaron, se dirigieron a la cocina, donde estarían los demás chicos. morían de hambre así que decidieron hacerse algo de comer. cuando terminaron, todos se sentaron a comer, y de vez en cuando bromeando, provocando risas en los jóvenes.

— ¿deberíamos de meternos al agua después? —inquirió pierre, mirando a los presentes.

sin dudarlo dos veces, todos asintieron emocionados. por lo que, después de comer y limpiar, fueron a sus dormitorios a cambiarse y usar sus trajes de baño.

max no quería ni alzar la mirada, estaba demasiado apenado y no entendía cómo es que el menor estaba tan normal.

literalmente charles se estaba cambiando en frente del rubio sin pudor alguno.

max, por su parte, traía un short de mezclilla y su camisa negra aún debido a que no quería cambiarse frente al monegasco.

no quiso, mierda, de verdad que no pero cuando su mirada se posó en el cuerpo de leclerc, tragó duro.

se veía tan jodidamente caliente que el de cabellos rubios sintió como si le hubiesen robado el aire. su abdomen totalmente trabajado hacía que no pudiera sacar su mirada de él.

charles ya traía su traje de baño y su torso estaba completamente desnudo, se podía apreciar aquella linda blanquecina piel.

— ¿te gusta lo que ves? —se burló el castaño en cuanto atrapó al mayor viéndolo.

max en seguida volvió su mirada al suelo mientras jugaba con sus dedos. sentía sus mejillas sonrojarse.

leclerc soltó una sonora carcajada, acercándose a su amigo de cabellos rubios y se puso de cuclillas en frente a éste, apoyando sus manos sobre las rodillas del mayor.

— está bien, solo bromeaba. —sonrió levemente, para luego darle un pequeño y corto beso. — ¿no te vas a cambiar? —cambió de tema.

debido al inesperado beso, max se encontraba con la mente en blanco. hasta que se dio cuenta que el castaño le había hablado.

en seguida asintió frenéticamente, provocando risas leves en el menor.

— claro, yo... iré al baño. —dijo, tomando sus cosas, dispuesto a salir de la habitación. sin embargo, una voz lo detuvo.

— puedes cambiarte aquí si gustas. —sugirió el menor, con descaro.

max sintió como todos los colores se le subían a la cara. provocado más risas en el castaño. y sin decir más, salió del dormitorio.

cuando regresó a la habitación, charles seguía en la cama, sentado recargando en la cabecera de ésta, mientras revisaba su móvil. no se había dado cuenta que verstappen había regresado hasta que el mayor dejó caer uno de los ganchos al piso estrepitosamente.

el monegasco abrió los ojos y miró al rubio, sorprendido.

— ¿cuándo llegaste? —cuestionó.

— hace un rato, en realidad. —admitió el neerlandés.

max terminó de guardar sus cosas en el armario y sacó el bloqueador para evitar quemarse con los rayos del sol. prosiguió a echarse en el torso, brazos y un poco en la espalda.

verstappen estaba tan distraído que lo siguiente que vio fue como el bloqueador le fue arrebatado de sus manos. cuando se giró, observó como charles se echaba en la mano para después sentir ambos dorsos en su espalda comenzando a esparcir el líquido blanco por ésta.

el mayor se sentía algo incómodo, pero no creía que era capaz de decirle al castaño que parase. además, no alcanzaba bien su espalda y lo último que quería era regresar a casa con la piel roja debido a los rayos solares.

— gracias. —susurró el rubio, cuando el monegasco ya había terminado.

charles se limitó a sonreír levemente, dándole a entender que estaba bien, para después depositar un pequeño beso en la nariz del rubio.

— ¿deberíamos irnos ya? seguro los chicos ya están afuera. —estiró su mano en dirección a max, para que así la tomase. el mayor asintió frenético, aceptando su mano.

y así fue, los demás jóvenes se encontraban esperándolos, charlando animadamente con las cosas que necesitarían. listos para ir a la playa.

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