Capítulo 1: Venimos a perdernos por sobrevivir.

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Tan solo se oía un leve sonido. Una respiración tranquila que no permitía notar la realidad del mundo. Su efímero estar era solo la fantasía de no estar consciente. A sus ojos cerrados se ocultaba el secreto de su reposo, Una coincidencia o buena fortuna, era lo que mantenía sin nadie que lo acompañe. Ni el peligro de un sitio donde la naturaleza imponía el orden, ni nada hostil se acercaba a él siendo lo que es. Nada llegaba a hacerse notar a sus sentidos, verdadera tranquilidad en solo un momento donde el sueño inconsciente lo retenía.

Su alrededor carecía de importancia, no había palabra que inculcara a su ser cuando ni siquiera estaba presente. Ese era el, perdido o tal vez hallado, solo dimitía del existir por quedarse quieto en este sitio. Que pasaba en su mente era innecesario, Hasta el momento donde su ser se distanciaba en un sueño.

Dormía, se alejaba tal vez un poco más, pero no demasiado del mundo de los vivos, un silencio en el acallado sentir. Todo hacía creer que esta tranquilidad duraría tanto como quien descansaba, eso era lo inevitable, esto era el efímero. Solo dormía para no morir, eso era el mundo para él, la sensación de su inevitable regresar de ese mundo. Ese mundo solo suyo, al que él regresara de nuevo tras este silencio, aun si esto sería trasgredir las normas, ese límite de la calma que tranquiliza. Un momento del que no se está seguro ni si el mismo tiempo pueda continuar.

Efímero e inútil, porque el sueño no lo salvaría. Ese desvarío, ¿cuál era?, la consciencia o la inconsciencia lo que lo atormentaba, la dulce mentira o la realidad cruel. Creyó fallecer más allá del cansancio, se vio podrirse mientras las aves de rapiña se apiñaban por su ser. Mas quedaba algo más en el propio subconsciente que trastornaba, el placer de no ser, más él y su yo en un tumulto onírico era presa de su sueño, donde él mismo ávido lo engullía. Devoraba ese ser de si, ese instinto donde acompaño el festín que termino con su viejo yo. abandonándose en un desconocido suceso irreal, donde ya no era y donde fue.

Dormía perdidamente sin saber que era un sueño su tranquilidad y su final, efímero desbordante se hallaba cuando se dio cuenta que intento en sueños acompañar el banquete de despedida, era la celebración de lograr vivir una vida. Algo que comprendía claramente en su propio escabroso instinto, "no fue suficiente". Arrancaba trozos de su mentira en algarabía, mientras poco a poco volvía sobre si, "¿Para qué?" Se decía pesadamente, "Aún queda sobre mi, mi ser", "como puedo dejar sufrir la verdad", fueron las palabras por resistirse, antes de despertar. Sus ojos apenas se abrieron, se dio cuenta de lo efímero y detonante era la consciencia, estaba vivo.

Era esta la mentira, aun podía vivir cuando anhelaba febrilmente mentirse, lo obligaba el mundo a devolverse a sus sentidos. Había traído su sentir al proceso único de despertar, un lapsus de regocijo sobreexcitado y ambiguo que lo definía, hasta el punto que volvían a él los sucesos que lo dejaron en este sitio, así su ser arremetía tontamente contra su mente.

La realidad y el sueño, quizás vivido, quizás tan deformado que aguzo el hambre fantasiosa. Deseo tal vez probar un poco de si y saciar su propio odio. Era lo primero tras abrir los ojos, esto lo recibía como la fatídica razón del solo estar de nuevo sobre lo que él era. Eran palabras las que recorrían su subconsciente, su ser retomaba el desquicio quizás; pero era realmente lo conocido por él, se refería a el mismo con conceptos delimitados por el uso de razón. Como no decirse entonces para convencerse, "soy alguien porque puedo pensar conscientemente y expresar un difícil sentido diferenciado de lucidez"; pero no era esta la identidad que se le fue dada, solo por poder dar palabras al uno mismo e incluso a otros.

Era el adefesio que transgredía su destierro, era la paria obligada del mundo de cual venia su mente. Pensaba en si más de lo que los demás decían sobre su ser, él era, lo que su mente no aceptaba. Entonces era simplemente fingida su humanidad, figuraba su frustración en él, no era siquiera un humano deforme, solo un ser consciente del desprestigio único de conocerse y no reconocerse. Creía tal vez que las palabras de él, le daría, aunque sea una sola pizca de aceptación.

El Ser, el monstruoso Ser. Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora