Capítulo 11: La lucha por su mundo y el final de su cruel deseo.

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Tras el eslabón de circunstancias trataba de definir las posibilidades que le acaecían, o mas bien las preocupaciones que él tenía, y que ahora le traía a donde Dila era consciente de una Gaia dubitativa en su actuar y junto a una premonición de que esta vez conocerá la decisión que significa ser Gaia, la que gobierna y vigila por el planeta y lo que hay en él, donde en el humano recaía el duro golpe de nuevo, el de ser el que lleva al mundo entre su consecuencia. Percatarse que sus acciones dejaban de tomar en cuenta lo que sus antepasados pactaron, ante lo que pasaría sin saber que solo temía como para no pensarlo, tan solo recordaba el nombre del conflicto, la guerra contra Gaia y así como el resentimiento que guardaban en su época los adultos y ancianos, esto solo decía que el ser humano confronto inconscientemente sobre lo que disponía su actuar. Entonces esto era solo el temer la posibilidad en la que ella misma pensaba, ese era el recurso ante un humano que atentaba sobre un motivo que ahora difería, sobre lo que ella sabía, ahora el humano solo pecaba por querer sobrevivir, o ese era el término que significo que las poblaciones mismas recurrieran a un desmedido crecimiento que no pudo solo evitarse, y en que una Gaia aun mantenía un silencio.

Quizás era también parte de lo que debería hacer por los humanos, darles el espacio que como una población numerosa sucedería, que su paso como tal fuera llevado en una migración en torno a una búsqueda de un hogar para aquellos que sobrepoblaban ese sitio, algo que aun así ambas partes llegaban a omitir por el hecho de mantener su propio interés. Ese era la opción lógica que llevaba en el pacto en las formas de vida que el humano optaría, en si era una forma en que Gaia controlaría el desarrollo de una civilización dañina de nuevo, dejando solo lo necesario desarrollarse en cada sitio, entonces no era claro que el pueblo debe dividir su población en un acto racional por cumplir ellos la parte del trato, y una Gaia debería llevarlos a un lugar apto para una población en el que deben adaptarse al entorno y ver si su elegir quedarse pueda superarse bajo sus propias manos, donde si eran capaces de mantener su población, Gaia elegiría un vigilante como lo que ella misma, Dila, era para este poblado.

Eso era el ideal que se esperaría, pero Gaia había sido negligente en ese vigilar junto a sus ninfas, ahora el problema conjunto de varias poblaciones se sumaban en todo el planeta, y asi el daño al ecosistema propio cercano a esas poblaciones necesitaba un descanso, un respiro en el que Gaia debe pensar, mientras Dila revolvía sus preocupaciones, se dio cuenta que ella misma se había separado del ser partícipe de la vida diaria de este pueblo, y que lo que recordaba eran los sitios por donde siempre caminaba hacia el pueblo, una cotidianidad común tratando de evitar que su presencia resultara liberada entre las multitudes, este cuidado le impidió ver el entorno que ahora había y que superficialmente conoció. En esos informes y el suyo, se veían lo que no llego a ver por sí misma, donde los humanos se aglomeraban bajo un conjunto de reglas que los hacían o retenían, bajo el cuidado de los que llevaban el propio desarrollo de las actividades de sustento, donde ahora todo se vio en manos únicas bajo el cuidado del propio jefe del pueblo, entonces ahí surgió lo que Dila conocía, las personas que ambiciosamente llevaban lo que los otros bajo su yugo harían, en si habían separado la misma oportunidad de vida de aquellos a los que ellos llamaban las personas que deben solo obedecer para vivir en este pueblo, en si solo se convirtieron en una mano de obra de aquel que gobernaba y sus seguidores, más que prosperidad al pueblo traían el estatus propio de una jerarquía que comenzó cuando los lugares óptimos comenzaron a escasear, donde en si lo que el pacto de Gaia decía era cambiado por la clase que ahora numerosa debe trabajar por todos los que en el pueblo están.

Tras sus imposiciones y limitaciones, se vieron solo tergiversando el pacto donde el crecimiento solo en población se vio ahora en el atiborrado sector donde estos eran colocados, casi simplemente considerados los que deben ganar su estadía, donde los pobladores mejor posicionados mantenían esa autonomía en su propia actividad, donde convertidos ahora en los que mantenían el control sobre cada acto necesario en la vida diaria de aquellos que estaban abajo, eran simplemente comerciantes o gobernantes, quienes controlaban tierra, ganado o producción de productos y alimentos, donde los mismos pueblos ahora que se conocían cercanos y con posibilidades llevaban ese intercambio de lo que cada pueblo ofrecía, donde lo diferente o único era prioritario. Como la tecnología ruda que aún se comerciaba entre estos pueblos, es aquí donde esa situación se llevaba en buscar aún más manera de producir lo que puede intercambiarse y comerciar, aunque en parte los alimentos eran realmente algo que muchos pueblos agradecían en su comercio, lo que resultaba era en una dependencia de esos pueblos productores, aunque era contemplado por el pacto esa situación propia humana de su posibilidad en cada pueblo, la forma en que esos pueblos productores agredían ahora la propia forma de una sociedad que antes trabajaban para prosperar al pueblo y cada persona en él, era algo que Dila recordaba, como su hermano ilusionado veia su rol como parte de una vida plena para todo el pueblo; pero ahora la mayoría eran solo aquellos bajo el yugo propio de su labor, era esto lo que a simple vista conoció tras elaborar el informe y ver el de otros, más la verdad ella misma sentía una extrañeza en algo de lo que veia, no tenia en ciencia cierta lo que pesaba sobre los que al parecer eran la fuerza trabajadora, incluso sentía algo extraña su sumisión, entonces solo podía pensar en ver por sí misma lo que ella ignoraba.

El Ser, el monstruoso Ser. Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora