[Capítulo 7] - El escape

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El viaje era más difícil que nunca, mientras Sombra Nocturna dejaba atrás el campamento no podía borrar de su memoría el dulce sonido de sus gemidos, su rostro enrojecido, agotado y somnoliento, cuando al fin la liberó, cuando la dejó sobre la cama, sintió que quería llevarsela, que quería cargarla hasta su caballo, así dormida, y despertarla con besos cuando al fin hubieran dejado todo el pasado atrás.

Ahora debía concentrarse en los preparativos, debía conseguir un barco que los llevara a las islas del este, una casa que estuviera acondicionada para recibirlos, suficiente oro para vivir en paz y armas, para defenderse en caso de un ataque. En su mente repasó su plan, debía recuperar la daga de rodit que su madre guardaba... una amenaza clara, una que los mantendría alejados, ya habría tiempo para cartas y acuerdos, ahora debía actuar y rápido, 15 días eran un buen plazo.

En cuanto se alejó del campamento un vencejo real, comenzó a rondar sobre su cabeza. Nergal levantó la vista mientras el ave chillaba como reconocimiento. Él puso los ojos en blanco y extendió la mano como respuesta. El ave se lanzó en picada para disminuir la velocidad de golpe cuando estuvo cerca de su brazo y se dejó caer para que Nergal lo atrapara.

— Zaqar— lo llamó Nergal mientras le frotaba el pico— ¿qué mensaje amoroso envía mi madre?

Como respuesta el vencejo, aun acomodado en sus brazos, levantó su pata con una nota amarrada.

Nergal la tomó y leyó atropelladamente su contenido: "Vuela a Kalah" un mensaje breve, sin motivos, ni explicaciones, solo una orden que esperaba que cumpliera y siguiera a ciegas. Rompió el papel en pedazos, no lo haría, un vuelo hasta Kalah le tomaría 40 días, más tiempo del que tenía pero el suficiente para cubrir su desaparición, volaría si, pero al Paso de la Luna a poner todo en orden... pero primero tenía que asegurarse de que las aves de su madre no supieran de su cambio de planes.

— Zaqar, siempre has sido un buen amigo, ¿recuerdas quién te daba los grillos más grandes cuando eras apenas un pichón?

Zaqar cerró los ojos complacido.

— Ahora les vas a contar a todas las aves que voy camino a Kalah, y que tomé una ruta muy alta para no ser visto.

El ave le mordisqueó la mano en respuesta.

— Eres un buen chico, prometo premiarte, buscame en la Isla Perla, en veinte días, pero no dejes que te sigan.

Nergal lanzó el ave al aire y esta emprendió el vuelo a toda velocidad.

Nergal levantó la mano deteniendo el avance de sus hombres.

— Debo viajar a Kalah, lo más rápido posible— les dijo volteandose hacia el grupo—, en mi ausencia Ninazu tomará el mando hasta que estén en la frontera. Manténgase atentos, los hombres de Radok están jugando una guerra de guerrillas, pueden ocultarse en el bosque, lo conocen mejor que nosotros, estas son sus tierras.

Ninazu se acercó cabalgando para ultimar los detalles antes de que Nergal descendiera de su caballo y emprendiera el vuelo tras una breve carrera.

El aire le azotó la cara mientras subía, y el frío que lo envolvía mientra dejaba atrás la tierra se sintió tan liberador que no pudo evitar remontar al cielo y dejarse caer con un grito de euforia, era libre, pronto sería más que eso, sería feliz, en quince días tendría una vida propia, con su pequeño rayo de sol.

Las nubes bajo su cuerpo se movían como un rebaño de ovejas blancas y silenciosas, pronto el atardecer las teñiría de amarillo y lentamente daría paso a las estrellas que lo guiarían hasta el Puerto de Muertos, donde contrataría un barco para navegar por las peligrosas aguas el este, sorteando trombas y huracanes.

Hijos de las tinieblas y el caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora