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Un paraguas negro caminaba por una calle desolada, la lluvia caía al son de la tristeza de Brianna. Si su interior se calmaba, el aire no lloraba; si su interior vacilaba, el viento fuertemente soplaba.

La pelinegra del paraguas subió a un auto con notable tristeza.

¿Y por qué tanta tristeza?
Simplemente porque su amiga estaba muerta y la pelinegra era culpada por su partida.



_Todo irá bien.

Animaba Disdal, la manager de la pelinegra Brianna.

Brianna ni siquiera se inmutó, su mirada estaba perdida y sus azules ojos estaban apagados.

La pelinegra estaba triste y a la vez enojada, enojada con el mundo, el cruel mundo. Y no quería hablar.

La castaña Disdal dejó a la pelinegra en la puerta de una antigua escuela, adentro se encontraba esperando la madre de la pelinegra.

Disdal partió, no quería ver tanta depresión en su tan querida estrella, pues su tristeza también la desmoronaba.

_Adiós.

Se despidió la castaña de su estrella, en su interior sabía que dentro de mucho tiempo no la vería.

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Cabe recalcar que ninguna de las imágenes son mías, me las encontré por ahí.

LúcidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora