Capítulo 1

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LAURA MARTÍNEZ

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LAURA MARTÍNEZ



Realmente todavía tengo tiempo de volver a casa o tal vez puede ser una mala idea, estoy comenzando odiar el hecho de haber venido a este lugar, no soy de este tipo de ambientes además de ser mi primera vez en venir a una discoteca. Primero en la entrada me pidieron la cédula pensando que era una niña de quince años y a la que realmente era menor de edad no se la pidieron por parecer mayor que yo ¿irónico, cierto?. Aunque no puedo negar que mis acompañantes saben cómo sumergirme en el ambiente para no pasármela incómoda, también me han dado unos cuantos tragos pero estos me están cayendo de la patada, no he cenado nada.

—Verga, la vieja me ha estado mirando maluco desde hace rato— se acerca Katerine para que la escuchemos.

—No le prestes atención— habla Michelle porque ya todos nos habíamos dado cuenta de eso.

Todos se paran menos yo al momento de sonar una canción que les gusta aunque a mí no me desagrada, yo solo muevo mi cabeza al ritmo de la canción y sonrío con ellos mientras la dan toda, sobre todo Katerine y Carolina. Desde hace rato estoy tratando de saber de donde viene el olor a café aquí en la discoteca hasta que doy con un muchacho de barba cerrada vestido de negro a la vez que fuma de su vape, quito mi mirada de él cuando me hablan.

—Oye, párate a bailar que estás tomando y te va a pegar rápido— todos me animan contagiandome de su entusiasmo.

Me levanto comenzando a bailar junto con ellos, muevo mis caderas al ritmo de la canción dejando a trás todo tipo de pena, al fin y al cabo tengo tiempo que no bailo. Quito mi cabello pegado a mi espalda por el sudor posicionándolo a un lado de mi rostro antes de apoyar mis manos en la silla comenzando a mover mi trasero con ganas, suelto una risa al escuchar los abucheos de los chicos al verme bailar así pero paro cuando la cambian por otra, y aprovechar ir por una botella de agua.

—Voy a pedir una botella con agua—aviso antes de alejarme.

Paso como puedo entre los cuerpos sudoroso de las personas bailando para llegar al bar por mi botella de agua, me posiciono ante el bartender quien está atendiendo a alguien más antes de fijarse en mi.

—En que puedo servirle señorita— me pregunta con una gran sonrisa.

—Me regalas una botella de agua, por favor—él halza una de sus cejas al oírme hablar.

—Lo siento, no puedo regalarle la botella con agua, verderséla  tal vez—bromea antes de pasarmela.

—Muy gracioso—digo mientras le pago.

—Lo sé, pero lo que no me es tan gracioso es ver a una niña aquí— me lo quedo mirando antes de reír.

—Esta niña de aquí sobornó al de la entrada para poder entrar— él habre los ojos haciéndose el sorprendido.

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