Capítulo 2

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LAURA MARTÍNEZ

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LAURA MARTÍNEZ

En estos momentos estoy deseando que me trague la tierra y me escupa en dónde sabrá Dios, realmente no puedo creer que actúe de una manera tan deliberadamente con el bartender anoche o peor, también está la cereza del pastel y es que mis queridos acompañantes le dieron mi número telefónico a él ¿cómo lo sé? Pues fácil, está mañana me escribió para preguntarme que como estaba que hablaba el chico lindo que conocí por la noche y todo eso, le pregunté que como consiguió mi número porque yo no sé lo había dado a lo que me dijo que mis acompañantes.

—En fin, no puedo hacer nada, bloquearlo sería muy grosero después que él me preguntó si me podía seguir escribiendo y yo le accedí— miro mi celular apagado— muy grosero.


Siento que debería hacer más amigos con los cuales salir y hacer planes porque mi vida social es un asco, debo mejorarla así que aquí está mi oportunidad para hacerlo. Eso que me anden diciendo que salga de la casa para despejarme voy a tomarlo enserio.

Después no quiero escuchar quejas


— Así que prepárense para el voltaje de esta hermosura— me levanto al momento de decirlo a lo que mi mamá me ve como si hubiera mal invertido conmigo.

Me voy dejándola sola en el patio porque ya quiero dormir y ver si puedo recuperar las horas de sueño pérdidas anoches porque mi cabeza pasó más en el retrete que en la almohada, no vuelvo a tomar más nunca.

Hoy al despertar dije que iba a salir a ver el atardecer en la playa pero algo con lo que no contaba pasó; los nervios y las ganas de vomitar no estaban ayudándome a tomar la decisión que tenía en mente. Además, la calor del día, siendo las cinco de la tarde, me hacía sudar como loca, convirtiendo este en un mal momento para un ataque de nervios.

¿Por qué soy así?

No sabía si debía tocar el timbre o decir "parada". Tenía miedo de levantarme para tocar el timbre y que este no funcionara, o incluso de caerme en el intento. Sin embargo, tampoco tenía el valor de gritar para que el conductor detuviera el autobús. Entonces, como si hubiera caído del cielo, un chico paró el autobús y yo bajé como alma que lleva el diablo.

— Gracias Dios por acordarte que yo también soy tú hija— abro mis brazos mientras miro al cielo— realmente el encierro me estaba matando— trato de seguir mi camino pero algo detiene mi andar o más bien alguien.

Evitalo


Hago mi mayor esfuerzo para que no me note pero no he dado ni tres pasos cuando escucho que me llama ¿Por qué me lo tuve que encontrar? Se supone que hoy era mi día a solas sin ningún tipo de ser viviente arruinando mis planes.

ENTRE LINEASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora