Capítulo 8.

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En ocasiones, una mentira piadosa se convierte en el escudo que protege los corazones vulnerables, evitando que la verdad cause heridas irreparables en el delicado tejido de un amor que aún late con fuerza.

Habian pasado las horas y el rubiecito seguia en aquel tranquilo parque, su cuerpo era bañado por la luz dorada del sol.

El suave murmullo del viento agita las hojas de los árboles, creando una danza melódica que acompaña la escena. El aroma a tierra húmeda y flores frescas impregna el aire, envolviéndolo en una atmósfera de ensueño.

Un par de ojos brillantes y llenos de amor le observan a poca distancia, deseando acercarse, deseando poder tenerlo en sus brazos de nuevo.

Y aquello no quedaría como un simple deseo, porque Jungkook, estaba dispuesto a recuperar a su estrellita.

Un pequeño carraspeo llamó la atención del rubio, quien enseguida volteó a mirar de quien se trataba, aunque por su pequeña sonrisa parecía algo seguro de quién podría ser.

La sorpresa que sintió, no pudo ser oculta. Esperaba ver a Beom, no aquel hombre del supermercado.

Hola — pronunció bajito el pelinegro.

Hola — le sonrió y agitó su mano, aquello solo causó opresión en el pecho del mayor, aquella era la dulce manera en la que siempre le recibía en casa, mientras él bajaba del auto y su estrellita le miraba desde el gran balcón.

Perdón si interrumpo su tranquilidad, solo...quería disculparme — el rubiecito tomó asiento sobre el césped.

Oh, ¿ya encontró a su esposo? — preguntó con curiosidad, Jungkook sonrió algo triste.

No, bueno él...

En la batalla entre el corazón que clama por amor y la mente que susurra paciencia, a menudo encontramos la verdadera prueba de nuestra fortaleza interior. Escuchar a ambos, encontrar el equilibrio entre la pasión y la razón, es el desafío más grande en el camino del amor.

Hace mucho que dejó este mundo — su voz se quebró — ahora es una hermosa estrella — fijo su mirada en el azulado cielo.

Yo, lo siento mucho, no debí preguntar — se sintió avergonzado.

Tranquilo, no lo sabia, no tiene que disculparse — sonrió — lamento lo de hace unas horas, no quería hacerle pasar ese mal rato, es solo que...

¿Tengo un parecido a él? — ambos se miraron, teniendo cada uno sus propias preguntas, sin saber como obtener las respuestas — yo, ¿me parezco a su esposo?.

Volver a ver a la persona que amas, pero saber que las circunstancias han cambiado y ya no pueden estar juntos como solían ser, es como vivir en una dulce melancolía. El corazón se llena de recuerdos y emociones encontradas al sentir la cercanía pero al mismo tiempo la distancia que los separa.

Si es...usted se parece demasiado a él — suspiró con pesar — bueno yo, debo...

¿Puedo saber que le pasó? — enseguida llevo ambas manos a su boca, ¿Por qué había soltado aquello?, no era de su incumbencia saberlo.

Un accidente — respondió Jungkook — tuvimos un accidente...

Sus ojos se nublaron, sintió sus piernas débiles, su corazón acelerado, sus labios temblaron y hubiera caído al suelo de no ser por las largas y suaves manos que le sostuvieron.

Lo siento, cuanto lo siento, esto es mi culpa, señor lo siento, soy un tonto, no debí preguntar nada — repitió alterado el rubiecito, sintiéndose culpable ante el estado del pelinegro.

Señor míreme, por favor, discúlpeme, trate de respirar, por favor — sostuvo su rostro con cuidado.

La mente de Jungkook estaba ida, solo veía los labios del menor moverse, sin llegar a entender lo que decía. Sim embargo, pudo sentir el leve temblor de las manos sobre sus mejillas, él está asustado, su linda estrellita estaba asustado, temeroso de verle así.

Se apartó, quito ambas manos con cuidado y limpió las pequeñas gotas saladas de su bello rostro.

No-no llores, no lo hagas por favor — dijo Jungkook, envolviendo el frágil cuerpo sobre sus brazos, era el lugar dónde siempre debió estar, dónde pertenecia y dónde siempre estaría protegido.

Soy un tonto — sorbio su naricita — debería de consolarlo yo a usted, y no lo contrario — susurró el rubiecito sobre su pecho y Jungkook soltó una risita entre lágrimas.

Cada gesto, cada mirada, cada palabra compartida se convierte en un tesoro preciado que atesorar en lo más profundo del alma.

No diga eso, no es ningún tonto — Taehyung levantó su cabecita mirándole fijamente, sin querer apartarse aún.

Aunque el deseo de volver a vivir esos momentos sea abrumador, la realidad se impone recordándonos que a veces el amor no es suficiente para superar los obstáculos que la vida nos presenta, también se requerirá de la paciencia,  y aquello sería lo que Jeon Jungkook, haría, tener paciencia, mucha paciencia para recuperar al amor de su vida, su preciado esposo, Kim Taehyung.

Es extraño — comentó el rubiecito sin dejar de mirarle a los ojos, Jungkook pareció no entender aquello que le parecía extraño al menor.

Aquel abrazo, se sentía cálido, su parte racional le decía que se apartara era alguien desconocido, pero su cuerpo no reaccionaba ante ello. A pesar de ser extraños, en sus brazos sintió paz.

Sus-sus ojos... — susurró Taehyung antes de desvanecerse en los brazos de aquel desconocido.

 — susurró Taehyung antes de desvanecerse en los brazos de aquel desconocido

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Les quiere Jumisaga 💕

El esposo perdido de Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora