Lydia

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Ellie Bamber como Lydia

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Ellie Bamber como Lydia.

Cillian Murphy como Thomas Shelby

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Cillian Murphy como Thomas Shelby.



El lugar se encontraba bullicioso, repleto de personas riendo, bailando, bebiendo. Lydia observaba a su alrededor el brillo de las copas tintineando entre ellas, las columnas doradas y los rostros sonrientes, en busca de uno en particular.

Su amiga Penny se encontraba a su lado, ella hablaba y hablaba al parecer sin ser escuchada. Ella le golpeó el brazo, llamando su atención. Lydia le sonrió en disculpa y comenzó a oírla parlotear sobre su día en el taller de costura. Aunque no pudo mantener su atención por mucho tiempo ya que entre el gentío descubrió al objeto de su deseo, parado al final de la barra de aquel pub, con las manos en los bolsillo, sonriendo apenas seguramente por un chiste que su hermano mayor le contó, Thomas Shelby. Junto a él, se encontraba su propio hermano, Mike, el único hombre que quedaba de la familia luego de la guerra.

- ¿Estas escuchándome? - se quejó Penny, siguiendo la mirada de su amiga. - ¡Ay, por dios santo! ¿Otra vez babeando por Thomas?

- Penny, ¿Acaso no lo ves? Es perfecto. - suspiró Lydia apoyando su barbilla en la mano. - Esta allí, tan casual. Sus labios sonríen, pero sus ojos planean. Tiene el control de todo este salón, puedo asegurarte que sabe cuantos hombres y mujeres hay aquí mismo, que beben cada uno y hasta cuantas copas llevan.

- Has estado enamorada de él desde los 13 años, ¿Qué esperas para confesarte, Lydia? - la alentó empujándola apenas.

Thomas y Mike eran los mejores amigos desde pequeños, habían ido a la guerra juntos, se habían cuidado uno al otro y habían logrado regresar en una pieza junto a los hermanos Shelby. Mike era un hermano celoso, lo que había empujado a Lydia a no tener demasiada vida social, sobre todo después de la muerte de su padre en batalla. Él se había vuelto el sostén de la familia y también un Peaky Blinder, el hombre de confianza de su amigo Thomas.

- Tu hermano es tan sexy. - dijo Penny sacando de su ensimismamiento a Lydia.

- ¡Por dios! - exclamó con una mueca de disgusto.

- Cielo, es tu hermano, es una reacción normal. - se rio la joven de cabello negros. - Pero yo veo a tu hermano como tu ves a Thomas. - se encogió de hombros como si fuera una obviedad.

Lydia pensó que Penny no tenía ni idea de lo que ella sentía por Thomas. Lo que Penny sentía por su hermano no era más que puro deseo, jamás le había hablado de otra cualidad que no sea su belleza, nunca había admirado su fuerza y perseverancia, ni siquiera su inteligencia. Todo lo contrario de ella, Lydia adoraba todo de Thomas, daría lo que fuera por que le dirigiera una de esas sonrisa que utilizaba con las demás, la tomará por la cintura y le besara los labios.

Lo que sea, excepto confesarle sus sentimientos.

Las sonrisas que Thomas le dirigía a ella eran parecidas a las que su hermano le regalaba por las mañanas. Nada que superara lo fraternal, y eso le rompía el corazón, pero no era lo suficientemente valiente para declararle su amor a Thomas Shelby.

- Escucha, deberías apurarte si quieres ganar el corazón de Thomas. - la aconsejó su amiga. - He sabido de buena fuente que Lizzie Stark ha estado rondando a Thomas desde que regresaron de Francia.

- Lizzie Stark le abriría las piernas a cualquiera que la saque de la pensión en la que vive. - soltó Lydia con asco. - ¿Sabías que se acostó con todos los hermanos Shelby? Incluso con Arthur. - despegó sus ojos de Penny para observar a Shelby una vez más. - Creo que el único que se salvo de ellos es el pequeño Finn y solo porque es un niño.

Penny rio fuerte, llamando la atención de las personas a su alrededor, incluidos su hermano y Thomas quien alzó su copa hacia las jóvenes con una sonrisa amena en forma de saludo.

- ¿Crees que tengo algo que envidiarle a Lizzie Stark? - preguntó con duda mientras formaba una fina línea con sus labios.

Eso era algo que le carcomía por dentro, ella no era una mujer con experiencia, apenas si había dado un beso a un joven compañero de clases en la escuela quien se alejó de inmediato cuando su hermano lo descubrió.

- ¡Ay, cariño, no. Por supuesto que no! - exclamó haciendo un ademán con su mano, como si estuviera restándole importancia a aquella idea que su amiga comenzaba a formar en su mente.

- ¿Entonces por que no puedo ser un poco más como ella? - cuestionó con un toque de tristeza.

- ¿Quieres decir que quieres abrirle las piernas a todos los Shelby? - le respondió con gracia.

Lydia la miró con un sonrisa burlona, por fin había caído en la broma que su amiga le había hecho.

- ¿Sabes? Yo si voy a seguir mis deseos. - sentenció Penny poniéndose de pie, dejando a Lydia con las palabras en la boca.

La joven risueña se acercó hacia la barra donde Mike descansaba su cuerpo con un trago en la mano, cruzaron algunas palabras, sonrisas coquetas y poco a poco se acercaron el uno al otro. No pudo evitar sentir un poco de celos de su amiga, ella era una persona resuelta, decidida y sin un poco de vergüenza cuando se trataba de lo que quería. En cambio, Lydia era reservada y muy retraída en esos temas, tal vez por como fue criada, por la sobreprotección de su hermano o por haber sido una niña de papá.

Vio a un joven apoyar las manos sobre la mesa donde se encontraba, alzó la vista y recibió una sonrisa algo ebria de aquel sujeto. Cuando él abrió la boca para decir algo, un carraspeo profundo lo interrumpió. Ambos alzaron la vista a Thomas, quien se encontraba detrás de ellos, con las manos en los bolsillos y su rostro serio.

- Ese es mi lugar. - dijo para luego sentarse en el asiento justo frente a Lydia.

El sujeto desapareció de inmediato sin decir una palabra, la muchacha sintió sus mejillas arder en cuanto lo tuvo frente a ella. Thomas observo su rostro enmarcado por aquellos rizos dorados, sus mejillas sonrojadas, los labios rosados y carnosos formar una sonrisa tímida. El azul de sus ojos le recordaba el cielo en una tarde de verano. Aún no creía que aquella mujer frente a él era la misma niña que corría tras Mike y él por Watery Lane para que la cargaran en hombros cuando eran niños.

- ¿Mi hermano te pidió que vinieras? - preguntó avergonzada.

- No, no lo hizo. - respondió escueto. - Él está ocupado ahora y no creo que quiera que regreses sola a casa.

Lydia tomó aire mientras jugueteaba con sus dedos debajo de la mesa, estaba tan nerviosa, nunca había mantenido una conversación con Thomas sin que su hermano estuviera presente y ahora estaba aquí, ofreciéndole llevarla a casa.

- No es necesario, de todas formas ya debería irme, mañana debo madrugar. - se disculpó poniéndose de pie.

Él hizo lo mismo, le sonrió de lado y le hizo una seña con la mano para guiarla a la salida.

Saludo a su amiga desde lejos, ella le sonrió con complicidad y alzó los pulgares con una idea equivocada de lo que fuera a suceder entre ellos.

La noche estaba oscura y lluviosa, agradecía tener su abrigo envolviéndole el cuerpo o estaría congelada en ese instante. La llovizna caía sobre sus cabezas, Lydia alzó su rostro de lado observando a Thomas caminar con las manos en los bolsillos, parecía taciturno, sereno, con el mundo entre sus manos bajo control.

- ¿Por qué debes madrugar mañana? - preguntó Thomas con interés.

Ella lo miró algo sorprendida, no creyó que la hubiera oído en realidad cuando lo dijo.

- Mi amiga Penny me consiguió una entrevista en el taller de costura en el que ella trabaja. - explicó mirando al frente.

- ¿Trabajo? ¿Necesitan dinero? - se preocupó Thomas.

- No, no. No es eso. - se apuro a mirarlo. - Mamá quiere que consiga un trabajo. - rodo los ojos. - Luego de la muerte de papá, dice que no quiere que termine como ella, dependiendo de un hombre para vivir.

- Bueno, tiene razón. - dijo sonriendo. Se quedó en silencio por un momento, observando al frente, como si estuviera sopesando algo. - ¿Sabes? Estoy buscando una secretaria para la oficina, el anuncio saldría en el periódico mañana, pero creo que ya no será necesario.

- Oh, no es...

- Si, lo es. - la interrumpió llegando a la puerta de la casa de Lydia. - No permitiría jamás que tu primer empleo sea en un taller de costura, sin desmerecer el trabajo. - dijo tomando un cigarrillo entre sus labios para luego encenderlo. - Te espero mañana, a las 7, se puntual.

Sin más, se despidió de ella con una media sonrisa en los labios, alejándose por las calles oscuras de Birmingham.


Tiene segunda parte.


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