Adeline ll

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Bella Heathcote como Adeline

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Bella Heathcote como Adeline.

Cillian Murphy como Thomas Shelby

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Cillian Murphy como Thomas Shelby.



Terminaba de retocar los últimos detalles de los arreglos florales cuando las primeras personas comenzaron a llegar. En pocas horas, el salón se encontraba rebosante de personas bebiendo tragos y degustando comidas lujosas en platos aún más lujosos.

Recibí varios halagos por la decoración del lugar, muchos pidieron mi contacto para futuros pedidos y otros alabaron mi precioso gusto en flores. Yo solo podía fijar mi vista en el hombre que había ingresado al lugar, rodeado de otros sujetos con el mismo uniforme. Él era el objetivo del día, parecía despreocupado mientras conversaba acercándose a las mesas designadas para ellos.

Parecía un tipo desagradable, de esos que ostentan poder. Su bigote perfectamente recortado se movía junto con sus labios al pronunciar las palabras que salían de su boca.


Puse mi mejor y más cálida sonrisa mientras me acercaba a las mesas, ofreciendo mis servicios como florista y decoradora. Las mujeres junto a la mesa parecían encantadas por mi trabajo, aproveché sus voces chillonas para llamar la atención del objetivo.

Él pareció interesado de inmediato al verme, asintió con galantería hacia mi, como si estuviera invitándome a acercarme. Le sonreí enseñando mis dientes y me acerqué con pasos firmes, contorneando mis caderas lo justo y necesario.

- Buenas tardes. - salude en general, posicionándome estratégicamente entre el mariscal y otro sujeto para darle una buena vista de mis curvas. - Mi nombre es Adeline, soy la florista y decoradora del lugar. Espero no interrumpir. - me disculpe con inocencia.

- Por supuesto que no interrumpe, por favor. - respondió de inmediato el hombre, con caballerosidad y un poco de astucia, se hizo a un lado para observarme mejor. - mi nombre es Henry Marshall Russell, mariscal de campo. - se presenta extendiendo su mano.

- Es un gusto, señor Russell. - digo tomando su mano.

- El gusto es todo mío. - respondió sin soltarme.

Entablamos una banal conversación sobre mi trabajo, él parecía estar muy interesado en todo lo que decía, hasta ofreció una silla para que me uniera a ellos. Desde mi posición podía ver a Thomas, sentado junto a una ventana, parcialmente escondido detrás de un gran arreglo floral dispuesto en aquel lugar con alevosía. Estaba serio, con la mandíbula apretada, observando cada uno de mis movimientos.

Juguetee con mi cabello mientras oía la charla de aquellos sujetos hasta que el reloj que colgaba de la pared marcó la hora exacta en la que tendría que poner el plan en marcha. Thomas se puso de pie, esa fue la señal.

- Señor Russell, si no le importa, creo que debo salir a tomar aire. - comenté apoyando mi mano en su brazo de manera despreocupada, como si fuera un acto natural entre cercanos.

- Permítame acompañarla. - se ofreció caballeroso, aunque su intención era obvia.

Como un perrito siguiendo su hueso, me acompaño fuera. Caminamos por la pista, observando de vez en cuando a los caballos calentar. Divisé los baños donde debía arrastrarlo y, seduciéndolo sin esfuerzo, lo acarree como ganado al matadero.

En cuanto cruzamos la entrada, se convirtió en un animal salvaje y desenfrenado. Unió sus labios con los míos con violencia mientras intentaba colar sus manos por debajo de mi vestido. Me separé de él con una sonrisa gatuna en mis labios y negué con mi dedo. Apoye ambas manos sobre su pecho, deslizándolas con lentitud hasta la cinturilla del pantalón desabrochando la hebilla del cinturón. Acaricié con mi mano derecha su miembro palpitante, mientras con la izquierda desenfundaba la daga que escondía en mi ligero.

- Esto te va a gustar. - susurre poniéndome de rodillas frente a él.

Russell soltó un gemido ronco al rodearlo con mi mano, cerró los ojos y elevo su rostro al techo. En un segundo, me puse de pie y deslicé el filo de la navaja por su garganta.


Abrió los ojos desprevenido, la sangre brotaba incontrolable por el corte mientras se ahogaba intentando pronunciar una palabra. Sonreí viendo como llevaba sus manos al lugar intentando controlar la hemorragia, su mirada de sorpresa fue exquisita, nunca lo esperó.

Todos ponían la misma expresión incrédula de lo que acababa de pasarles, que una simple y débil mujer los tuviera entre sus manos de aquella forma, haciéndoles perder la vida.

- Buenas noches, cerdo. - susurre cuando cayó al suelo.

Thomas entró al lugar en ese instante, me observó por un momento y luego al sujeto en el suelo. Sus pantalones aún permanecían bajos, lo vi apretar la mandíbula y aclarar su garganta.

- Listo, cielo. - dije con una sonrisa mientras limpiaba la navaja con la ropa de Russell.

- Gracias. - susurró antes de dedicarme una mirada fría.

Me acerque hasta él, acaricie su mejilla y le dejé un suave beso en los labios.

- Nos vemos luego. - prometí sobre sus labios.


○o。..。o○



Decidí esperar por Thomas en su oficina, tomé una botella de whisky del bar y un vaso del mismo lugar, coloque dos hielos en el y me senté en la poltrona apoyando mis pies sobre el escritorio.

Suspiré recordando el día que mi padre murió, su sangre en el suelo, el rojo carmín que cubría mis manos, mis brazos y hasta mi vestido. Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas y la venganza se formaba en mi pecho.

- Debiste matar a Shelby. - escuché el eco de mis recuerdos. - Debiste hacer tu trabajo. - repitió el hombre en mis pensamientos.

Dos días después me había desecho de aquel sujeto y sus dos hijos, ambos los mate frente a él para que sintiera lo que yo sentí cuando mato a mi padre. Luego de verlo sufrir y llorar lo suficiente, le disparé en medio de los ojos para acabar con su miseria. Me hubiera disparado a mi misma en un acto de piedad y autocompasión, pero Shelby lo evito. Me cuidó por semanas hasta que logre volver en mi, él decía que me lo debía, aunque eso era una mentira. No hubiera podido matarlo aunque mi propia vida dependiera de ello, lo amaba tanto.

La puerta de la oficina se abrió de manera repentina, Shelby ingreso con pasos largos recorriendo la distancia hasta el escritorio donde me encontraba y, con un suspiro, se detuvo frente a mí.

- Creí que estarías aquí. - dice con una diminuta sonrisa en los labios.

- Estas sangrando. - le señaló su frente por la cual se deslizaba un hilo color rojo. - Siempre metido en problemas, ¿verdad? - sonreí.

Me puse de pie para rodear el escritorio, me detuve frente a él y acaricie sus mejillas con suavidad. Él descansó su rostro contra mis manos, suspirando lentamente hasta apoyar su frente contra la mía.

- Espero haber solucionado un poco tus problemas, Tommy. - dije cuando sentí una lágrima deslizarse por mi mejilla.

- Debo decirte algo. - murmuró alejándose de mi para tomar mis manos entre las suyas.

Sentí mi pecho contraerse de expectativa, Thomas permanecía serio, con sus ojos clavados en mi. Sus labios se entreabrieron para dar paso a su lengua, humectándolos con ella en un acto tan natural que no pude evitar observarlo. Tenía miedo de lo que fuera a decirme.

- Addy. - pronunció apretando mis manos entre las suyas. - Te amo.

- Y yo te amo a ti, Thomas.- dije con una pequeña sonrisa.

- Acabo de enterarme de algo que puede cambiar tus sentimientos por mi. - explicó con pena.

Me alejé como si su cuerpo quemara, en sus ojos podía verse la lucha, algo andaba mal, lo que fuera a decirme sería algo doloroso. Me arme de valor, crucé mis brazos creando una coraza a mi alrededor y asentí como si estuviera preparada para recibir el golpe en mi rostro. Como cuando de niña practicaba combate con jóvenes mucho más grandes que yo, debía mentalizarme que cada golpe que recibiría sería más fuerte que el anterior.

- Dime.- dije con seguridad.

- Hay una mujer, ella está embarazada. - explicó sin quitarme la mirada. - No era parte del plan, solo debían verme con ella, pero todo se salió de control...

Lo silencie con mi mano, no quería oír mas, me dolía el alma. Cerré mis ojos y, aunque quería golpearlo hasta hacerlo sentir mi dolor, preferí tomar mi bolso en silencio para huir de aquel lugar con la poca dignidad que aún tenía.

- Addy, espera, por favor. - exclamó Thomas deteniendo mis pasos.

Aún con el dolor en mi pecho, el solo oírlo pronunciar mi nombre podía lograr que callera a sus pies de inmediato.

- Te amo, Thomas. - dije casi en un susurro. - Pero no puedo con esto. - me envolví en mi manto de indiferencia y voltee a verlo escondiendo mis emociones con cinismo. - Espero mi pago por la tarde, mil libras, efectivo. Déjelas en la florería.

Thomas se quedo inmóvil en medio de su oficina, observándome casi incrédulo. Me dirigí hacia la puerta cuando mis ojos se llenaron de lágrimas, debía sentir odio, debía regresar y asesinarlo como hace años debí hacer, pero no podía. No podía matarlo, por que hacerlo seria arrancarme el corazón del pecho y pisotearlo hasta morir junto a él.

💔💔💔


Peaky Blinders One ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora