Capítulo 08

34 5 0
                                    

—Tenías razón, el vestido negro era más lindo —me dijo observándome

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Tenías razón, el vestido negro era más lindo —me dijo observándome.

—Gracias —respondí nerviosa y él me sonrió—. ¿Nos vamos?

—Claro —hizo un arco con su brazo invitándome a entrelazar mi brazo con el suyo, lo acepté y caminamos a su camioneta. Abrió la puerta del copiloto, me ayudó a subir y la cerró por mí. Se los dije, todo un caballero.

—¿A dónde quieres ir? —me preguntó una vez que ambos estábamos dentro del vehículo.

—Por tu mensaje pensé que ya tenías el lugar, Ruggero —reí.

—Bueno, esperaba a que tú lo escogieras —me sonrió—. Recuerda que soy nuevo por acá..., bueno, pero... ¿Te parece si solamente paseamos por la ciudad y si vemos algún lugar interesante nos detenemos?

—Suena bien —le sonreí. Prendió su camioneta negra y poco a poco fuimos dejando atrás mi casa.

•••

Me sentía bien a su lado, era todo tan tranquilo y tan intenso en mi ser a la vez. No sé cómo describir, su presencia, su varonil porte y dulce carisma. La tarde comenzaba a pintarse de un cálido naranja de verano mientras suaves estrellas comenzaban a aparecer en el cielo.

—¿Qué se siente tener 23? —pregunté rompiendo el silencio.

Ruggero sonrió ante mi pregunta y arrugo su frente como indicando sorpresa.

—Bueno, es..., como tener 22 pero diferente.

—Suena estupendo —dije con falsa emoción.

Él rió.

—Lo siento —me dijo disculpándose con una amplia sonrisa en su rostro, supuse que era por mi pregunta y su respuesta tan... peculiar—, realmente nunca pensé en ello. Pero te puedo confesar que entré en crisis existencial hace una semana. Tú sabes, eso de envejecer.

—Con 23 no te convierte en un anciano, Ruggero.

—Ya sé, sólo que, fueron una serie de eventos que me llevaron a preguntarme cosas acerca de mi existencia y mi propósito en la vida.

—¿Y llegaste a alguna conclusión?

—A muchas, pero al final descubrí que sólo importa una: ser feliz —me miró y me dedicó una linda sonrisa—, el dinero, el poder y esas cosas suelen ser efimeras, pero si eres feliz, ¿qué más da?

—Si eres feliz hasta la tristeza es menos triste —le dije.

—Exacto, no es que puedas evitar el dolor y la tristeza, simplemente puede decidir no sufrir.

—A veces es difícil —confesé.

—Yo diría todo el tiempo, especialmente si tienes algo que te duela hasta cuando respiras y no sabes que hacer para ya no sentirlo...

Mi Querido ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora