Capítulo 12

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De pronto vi como ella salió triunfante de la mano de Ruggero, quien aún tenía la mirada perdida

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De pronto vi como ella salió triunfante de la mano de Ruggero, quien aún tenía la mirada perdida. Verlos fue como un balde de agua fría, una patada justo en el hígado. Ruggero se dirigió a la salida y ella hacia donde estábamos nosotros.

—Camila... —saludó Lucas con cara de pocos amigos.

—Hola, Lucas —dijo con su vocecita empalagosa—, tanto tiempo sin vernos.

—No el suficiente —susurró Agustín a mi oído y yo contuve una risita.

—Agustín —volvió la mirada hacia Agustín y yo, me inspeccionó de pies a cabeza—, veo que al fin te conseguiste una... noviecita —sus últimas palabras las dijo despectivamente.

—Te equivocas —le aclaró Agustín—. Karol desafortunadamente no es mi “noviecita” —una sonrisa se plasmó en su cara como imaginando el efecto que causarían sus siguientes palabras—, ella vino con Ruggero.

La sonrisa cínica de su rostro desapareció.

—¿Con Ruggero? —preguntó alarmada y me miró a mí. Me sentí triunfante, aunque sabía que no existía motivo alguno—. Entiendo, ahora la hace de niñero —dijo la Barbie recuperando su pose de odiosa.

“Perra” pensé con mi lado más oscuro para mis adentros.

—Mejor niñas que putas —dijo Lucas, me sorprendió su lenguaje, pero no lo culpaba, merecía más que ese sutil insulto, quizá unos golpes en su cara, sí, eso sonaba bien.

—E imagino que tú sigues con la peluquera —se defendió ella refiriéndose despectivamente de la novia de Lucas.

Eso despertó mi furia hacia ella y hacia Ruggero, como él podía no darse cuenta de la clase de chica con la que estaba. Era detestable, ahora comprendía porque a sus hermanos no les agradaba, a mí no me agradaba y la conocía unos minutos.

—Pues... —finalmente abrí la boca—, mejor peluquera que puta.

Agustín ahogó una carcajada y Lucas me miró agradecido, ella sólo puso los ojos en blanco ante su falta de argumentos.

Ruggero entró nuevamente y se dirigió hacia nosotros, Camila intentó tomarle del brazo pero él la esquivó sutilmente.

—Amor —dijo Camila con voz de niña mimada—, que bueno que regresas...

—La fiesta terminó —continuó sin dar mucha importancia a las palabras de la Barbie—, hablamos luego, Camila —le dedicó una mirada seca.

—Hermano, pero si aún... —intentó insistir Agustín.

—Dije que la fiesta terminó —dijo Ruggero cortante y volvió la mirada hacia mí—, vamos, Karol, te llevaré a casa.

Ruggero comenzó a caminar dejando a su Barbie con cara de insatisfacción, como cuando no se le cumple un capricho a una cría mimada.

Me despedí de Lucas y Agustín, éste último me tomó del brazo y me susurró al oído: “cuídalo por favor, que no vaya a hacer una locura”. Le dedique una mirada de que entendía y seguí a Ruggero quien ya estaba casi afuera del establecimiento con dirección a su camioneta.

Mi Querido ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora