Capítulo 17

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•Ruggero•

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•Ruggero•

Karol no contestó el teléfono, una y otra vez, ¿habría llegado a su casa ya? ¿Le habría pasado algo? Ingrese a un bar, era algo rústico, no tan extravagante, caminé hacia la barra, había gente que parecía disfrutar del chico con la guitarra al frente probando suerte, me tumbe en una silla, la cabeza me daba vueltas de tanto pensar.

—¿Qué va a beber? —me preguntó un hombre tras la barra sin interrumpir la limpieza de la copa que sostenía en manos.

—Lo que sea —le dije—, fuerte, de preferencia —no era un experto en bebidas, pero esta noche deseaba olvidar todo, la culpa me comía vivo, el regreso de Camila había regenerado ese dolor que durante el día Karol se llevó, ella, Karol me hacía sentir mejor, no sé cómo lo lograba, pero era inevitable no estar bien a su lado, la necesitaba y eso me hacía sentir culpable, egoísta. Sentía que la utilizaba, quería estar cerca de ella porque me hacía sentir bien, me entendía y no me juzgaba, entonces, por qué le había pagado de tal forma, sólo se preocupó por mí, ¿y yo qué hice?, le grite, descargué mi furia con la chica equivocada.

El primer trago de la copa ardía por mi garganta, quemaba, su sabor era algo desagradable, amargo, mi lengua palpitaba, pero era como una dosis de inconsciencia, Karol, sus ojitos asustados, esa imagen en mi mente, ¿qué necesidad tenía ella de esto? Si, ninguna, yo había llegado a su vida por obra del destino y me había infiltrado casi sin pedir permiso y ella me aceptó dulcemente, me brindó su compañía, su tiempo, su amistad... un trago más, ardía aún, pero ahora era más cálido, más inconsciencia, con qué cara la vería ahora, evitarla ni siquiera era una opción, era mi alumna y yo era su profesor, debería verla en mi clase, mínimo, hasta que ella partiera a la universidad, Kar, perdón, no deseaba que el día terminara así, no quería gritarle, descargar mi furia con ella, pero lo había hecho, siguiente trago y otro y otro más... hasta que todo parecía olvidado.

•••

Una suave mano tocó mi hombro, volviéndome un poco a la realidad y una voz familiar susurró, pero me sentía entresueño, no era capaz de responder.

—No, Ruggero —insistió—, iremos a CA-SA.

Esa voz dulce, podría apostar de quien era, levante con un esfuerzo sobrehumano la vista y mis ojos se toparon con un bello ángel en vestido negro y de largas pestañas.

—Karol —su presencia me alegraba, pero, ¿qué hacía ella allí junto a mí?—. Karol, que bueno que eres tú... ah... pero, ¿qué haces aquí?, espera..., ¿qué hago yo aquí? —al hablar era como si alguien más controlara mis palabras, alguien que definitivamente me odiaba.

Lo siguiente fue como en cámara lenta, la lluvia fría, gélida que quemaba al contacto, pero ahora estaba con Karol, ella no estaba obligada a ayudarme, pero lo hacía, era una buena persona y yo un egoísta que sólo pensaba en sí mismo. Estaba tan harto de todo, de sentirme así cada día, cansado, dolido, encapsulado en mi mundo, con miedo a sentir...

—Ruggero, dale, no te detengas que llueve mucho... —me dijo Karol.

—No tengo fuerzas, Kar —le confesé, sabría que ella entendería, mi pequeño ángel sabría de que hablaba.

—Yo estoy aquí, Ruggero, no te dejaré solo —a veces, esas palabras son todo lo que uno necesita... Y sacar todo el dolor que hierve por dentro, aunque, lamentablemente para Karol, ya no era algo que ella pudiera reparar.

Mi Querido ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora