Capítulo 09

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—¿Lista? —preguntó Ruggero cuando nos paramos en la entrada del lugar, era un restaurant-salón, elegante, pero sin exagerar

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—¿Lista? —preguntó Ruggero cuando nos paramos en la entrada del lugar, era un restaurant-salón, elegante, pero sin exagerar. Se podía apreciar desde afuera una sección estilo jardín donde supuse sería la fiesta de Ruggero.

—Si... —dije débilmente, tomé un respiro profundo y le sonreí a Ruggero, él imitó mi respiro y lentamente ingresamos al lugar, caminamos por un pasillo con arte en las paredes que nos conduciría al jardín, yo del brazo de Ruggero, él con paso seguro.

•••

Al final del corredor, justo antes de doblar para ingresar al patio estaba esperando, aparentemente por nosotros, un hombre de cabello lacio y ojos claros sujetando tiernamente la mano de una mujer alta, de tez morena y un lindo cabello castaño ondulado. Al ver a Ruggero el hombre se liberó y se abalanzó sobre él tan rápido que apenas y tuve tiempo de separarme de Ruggero me coloqué a un lado mientras se daban un abrazo efusivo. La chica espera también a un costado, al hacer contacto visual conmigo me dedicó una amable sonrisa.

—Amelia —me dijo acompañada de un ademán con su mano.

—Karol —respondí.

Si ella era Amelia, por lo tanto el chico con el que se abrazaba Ruggero era Lucas, su hermano mayor. Debí suponerlo, ambos tenían esa misma presencia tan... “Pasquarelli”.

—Perdón si interrumpí con mi llamada, pero creí que seguirías de “depresivo” y no vendrías..., aparentemente me equivoque —dijo Lucas dedicándome una miradilla rápida y me sonrió amable.

—Ella es Karol Sevilla —dijo Ruggero metiéndome en la plática.

—Mucho gusto, Karol —extendió su mano y yo la tomé—. Lucas Pasquarelli.

—Mi hermano —agregó Ruggero.

—No..., ¿en serio? —respondí con falsa sorpresa. Ruggero y Lucas rieron.

—Y ella es Amelia —dijo Lucas acercándola con dulzura—, mi razón de ser feliz, mi alegría, mil....

—Su prometida —volvió a interrumpir Ruggero pero esta vez con un tono muy gracioso. Reí.

—Mucho gusto —sonreí.

—Pero ya no los hagamos esperar más —insistió Lucas—, entren.

—¿A quién? —bromeó Ruggero—, no es como que hubiese mil....

Un grito de SORPRESA interrumpió a Ruggero, quien realmente se sorprendió, él había averiguado que sus padres lo habían citado para una comida como pretexto para celebrar su cumpleaños, pero él parecía realmente no esperar un patio lleno de personas que parecía conocer, supuse que serían sus amigos de su vieja ciudad.

Tuve que esquivar a muchas personas que parecían no haber notado mi presencia y se lanzaron a abrazar a Ruggero pero era lo más lógico, Ruggero era su amigo, la razón de la celebración y yo simplemente la chica que entró con él. Así de sencillo. Decidí sentarme en unos sillones que estaban colocados a lo largo del lugar en lo que Ruggero terminaba de recibir abrazos y buenas intenciones de esas personas desconocidas para mí. Ruggero me tomó del brazo para evitar que lo dejara. En eso unas chicas se le acercaron.

—¡Ruggero! —dijo una de ellas efusivamente.

—Muchas felicidades —añadió la otra.

—Aún te recuerdo cuando estábamos en la preparatoria, no has cambiado mucho, Ruggero, el alma de las fiestas —comenzó a recordar la rubia, por su tono parecía que iba a ser una larga charla con ellas.

—Creo que iré por allá —le dije a Ruggero al oído.

—Karol... —me respondió algo apenado.

—Está bien —sonreí, no era su culpa que las personas quisieran charlar con él y a mí no me molestaba ir a sentarme, saben, a veces los tacones son algo “agotadores”—. Nos vemos por allá —miré a las chicas quienes me miraban intrigadas—, con permiso —les sonreí y me dirigí a los sillones.

•••

Observaba atentamente el comportamiento de Ruggero entre sus amistades, sonreía y reía continuamente, las personas lo rodeaban en circulos y parecían divertirse con sus comentarios. Lucía tan feliz que de no haber estado con él no sabría que apenas un par de horas atrás me confesó que solía estar triste pero ahora comprendía mejor sus palabras. “A veces siento que tú me conoces mejor que la gente que dice hacerlo, quizá por eso me agrade tanto tu compañía, es como dejar esa máscara que irradia alegría y sentir la libertad de estar triste por unos segundos sin la preocupación de ser juzgado“. Estas personas conocían a un Ruggero alegre, divertido, espontáneo, conocían a “el alma de las fiestas” tal cual había mencionado la rubia. Pero a veces se olvidaban que también él podría estar triste, lo había estado hasta ahora, según él era absurdo, pero sus ojos me indicaban que aún le dolía, tenía una mirada parecida a la mía cuando decía que todo respecto a mi madre está bien, que ya lo había 'superado', aunque yo sabía que no era verdad. Sólo me preguntaba cual sería el motivo de Ruggero... o ¿quién?

—Disculpa, hola... —escuche a una voz varonil hablar.

—¿Si? —dije saliendo de mis pensamientos.

—Te pregunte si podía sentarme acá —me dijo amablemente señalando el espacio vacío en el sillón donde estaba.

—Si, seguro —me recorrí un poco a la derecha para hacer más espacio, el muchacho tomó asiento. Era alto, de porte varonil, no lucía muy mayor por lo que supuse que no rebasaba los 20 años. Tenía un lindo perfil, era atractivo, he de reconocer, pero algo en él me inquietaba. Giró la mirada y sonrió sorprendido al verme observándolo directamente, demonios, giré la mirada al frente pero era ya algo tarde, sentí mis mejillas arder, me apeno la idea de que él creyera que era una especie de 'acosadora'.

—Hola —me saludó—, mi nombre es Agustín.

Mi Querido ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora