Capítulo 20

21 5 0
                                    

•Karol•

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

•Karol•

Al despertar, me estire libremente y abrí los ojos despacio, entonces note que Ruggero no estaba a mi lado ya. Porque había estado allí, ¿no?, comencé a dudar de la certeza de mis pensamientos y de mi seguridad respecto a los últimos hechos, pero bueno, una no todos los días salva a su profesor de Historia Universal Contemporánea de un bar y duerme en compañía con él. De otra manera sería muy extraño que eso ocurriera a menudo. Respire profundamente y las sábanas aún tenían impregnado su aroma, giré la vista y en la silla de mi tocador aún estaba el vestido negro.

—Si... —susurré para mí misma—, fue real.

Entonces, ¿por qué no había señales aparente de Ruggero? Me puse de pie y sujete mi cabello en una cola de caballo. Allí noté mi bolso y rápidamente lo revisé. Las llaves, seguían las llaves de la camioneta de Ruggero dentro, de una manera extraña me alegro la posibilidad que él siguiera en casa. Salí rápidamente de mi habitación con la ridícula esperanza de encontrarlo.

—Ruggero —dije sin obtener respuesta—. Ruggero, ¿sigues aquí?

Baje las escaleras y nada. Ruggero ya no estaba.

—De nada —dije con atroz sarcasmo, cierta furia hervía en mí o quizá era decepción.

Nadie me había obligado a ayudar a Ruggero, de haber desertado su invitación a su cumpleaños... pero no, en definitiva no me arrepentía de mis decisiones, pero aparentemente Ruggero si lo hacía. Se fue sin decir nada, gracias, adiós, fue un error, por qué tengo esta ropa, se fue sin darme explicación alguna.

Camine por la sala de estar y noté que había algo en la mesa del comedor, me acerque, había un plato con cereal y algunos frutos, un vaso de leche al lado y una taza de café humeante, lo cual me indicaba que no tenía mucho de ser servido. Allí mismo estaba una nota doblada que tenía escrita en el exterior “Para Karol”. Me tumbe en una de las sillas y con dedos temblorosos y corazón palpitante tomé la nota en mis manos y recargando mis brazos en la mesa comencé a leer.

Karol, espero que para cuando despiertes y leas esta nota el café no esté muy frío, ayer me dijiste que algún día te invitaría un cereal preparado por mí en compensación por la bebida que no sabía preparar. Hablando de bebidas lamento como no tienes idea que hayas tenido que presenciar (padecer y soportar) mi primera gran borrachera. Agradezco mucho lo que hiciste por mí, cualquier otra persona no lo hubiera hecho, mucho menos para su “horrible” profesor, pero tú te comportaste como una verdadera amiga. Sé que has de tener muchas dudas, créeme, yo igual, aún no me explico cómo es que traigo puesta esta ropa, prometo aclarar las tuyas pronto, darte las explicaciones que mereces. Puede que este “intento” de desayuno no compensa todo lo que has hecho por mí, pero no pude pensar en otra cosa. Sabes, ahora comprendo porque la gente dice “no lo vuelvo a hacer”. Gracias nuevamente, Kar, prometo que no volverá a pasar.

-Ruggero.

PD. No encontré las llaves de mi camioneta, así que tomaré un taxi. No te quise despertar, espero que hayas dormido bien, disfruta tu desayuno”.

Salí rápidamente y efectivamente la camioneta de Ruggero seguía allí. Fui a mi cuarto por las llaves, hice espacio en la cochera para la camioneta de Ruggero desafortunadamente el auto de mi papá no era tan bestial como el de Ruggero. Me sentía más segura que la camioneta estuviera allí adentro, si por algún motivo alguien llegara no me gustaría dar muchas explicaciones respecto a la gran camioneta negra de mi entrada. Regresé a la cocina y me di cuenta que sonreía como boba ante el desayuno de Ruggero, en eso el teléfono sonó. Fui por él y me senté en el comedor dispuesta a obedecer a Ruggero y disfrutar mi desayuno.

Mi Querido ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora