2

1.2K 169 62
                                        

—Me estresas, nada más ve y dile que quieres que te desflore.

Y ahí estaba Quackity, escuchando lo mismo que siempre le decía su amiga Rivers, era la única con la que podía desahogarse sobre sus fallidos intentos de conquistar a Roier.

Al parecer la rubia también estaba cansada de escuchar a Quackity lloriquear y quejarse, cada vez era más dura con él, al principio era tipo que le echara ganas, el que persevera alcanza. Pero subestimó al pendejo de Roier, después de años no podía creer que el imbécil no se diera ni la más mínima idea de los sentimientos del omega.

Ahora Rivers estaba segura de que no sólo no captaba indirectas, sino que era ciego también. Porque ya es otro nivel su ignorancia, o quizá el alfa si lo sabía, quién sabe, pero igual lo dudaba mucho. Siendo consciente de la triste situación de Quackity no podía evitar observar la interacción de sus amigos, spoiler, Roier no lo pelaba nunca.

¡Qué frustrante!

—No es tan fácil.

—Te apuesto lo que quieras a que si le dices que cojan te va a decir que sí.

—Uy, sí, de este tamaño va a ser la verga a donde me va a mandar.

Respondió moviendo la cartulina enrollada que tenía en una de sus manos, tocó exposición en química.

—¿Cuándo es tu celo?

Rivers estaba bromeando, pero después de pensarlo un poco no parecía tan mala idea. Pues ella como alfa tenía que admitir que por más su compa que considera a Quackity, si este llegaba y le proponía algo así no lo rechazaría, para nada.

—La semana que viene, ¿por?

Quackity terminó por contestar, curioso por el rumbo que estaba tomando su conversación.

—Ahí está, dile que te acompañe en tu celo, te va a decir que sí y lo que sea que pase ahí muere, para bien o para mal.

—Pero yo no nada más quiero cogérmelo, necesito más, no quiero sonar intenso, pero osea quiero todo de él.

—Pues puedes seguir como has estado haciendo y quizá en diez años se dé cuenta de que le gustas, o puedes ir y hacer lo que te digo y pum, obtener un desarrollo real.

Ahora Quackity se hallaba dudando, en parte tenía razón, pues como van las cosas lo más probable es que muera virgen antes de que Roier se dé cuenta.

¿Pero de verdad Roier aceptaría pasar su celo con él?

—Claro, ¿es la semana que viene, no?

Okay, eso fue fácil.

Quackity simplemente le dijo eso, si podía hacerle compañía durante su celo, no usó ningún tono coqueto ni raro, trató de sonar de lo más casual y tal parece que funcionó.

Roier lo pensó unos segundos pero asintió de todos modos, como si no hubiera nada de raro en que tu mejor amigo omega te pida que pases su celo con él.

Espera.

¿Acaso no entendió que van a tener sexo?

—Yo llevo la botana, no compres nada, tú nada más elige que ver, va.

Oh, parece que no.

La frustración cayó pesada sobre la cabeza de Quackity.

Roier es tan estúpido, o inocente, no podía creerlo.

De repente se hallaba rojo hasta las orejas, cosa que obviamente llamó la atención de Roier.

—¿Qué te pasa, todo bien?

Preguntó tan preocupado, solo como Roier podía llegar a ser. Quackity amaba ese tono amable con el que le hablaba cuando se preocupaba. Pero en este preciso momento lo estaba odiando, agh, es tan tonto.

Le dieron ganas de decirle explícitamente lo que se supone que se debe hacer en un celo compartido, pero se retuvo las ganas.

Roier ya había aceptado de igual manera, no importa si ambos terminan teniendo ideas diferentes.

Quackity respiró profundamente antes de contestar, ya más tranquilo.

—Me mareé.

—Ves, por no comer.

Nuevamente se hallaba insultando mentalmente a Roier, dale con eso.

—Bueno, da igual ya se me pasó, ¿entonces la semana que viene en mi casa?

Decir aquello en voz alta se sentía vulgar para Quackity, pero a oídos de Roier solo fue una pregunta normal.

—Después de entrenar te veo ahí.

Hizo una pausa, pensativo.

—Creo que la semana que viene no entreno ahorita que me acuerdo, entonces a lo mejor llego más temprano, igual te aviso.

El corazón de Quackity daba brincos contra su pecho, que mejor que tener a Roier más tiempo.

—Ya está pues, tengo que ir al club antes de que me dejen afuera otra vez.

Se despidió Quackity, regulando la felicidad de su voz para sonar neutral, aunque aún tenía una sonrisa más grande de la habitual adornando sus labios. Roier lo notó y sin poder evitarlo se contagió de su felicidad, devolviendo el mismo tipo de sonrisa.

—Dale, suerte con eso, te veo luego enano.

Estaba tan feliz que ignoró ese apodo. Ambos tomaron el lado opuesto del pasillo, cada uno a su destino de ese día.

Quackity estaba tan metido en su burbuja hasta que recordó algo.

Él es virgen, ni siquiera tiene una puta idea del sexo.

¡Mírame! | SpiderduckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora