Cobarde

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- Te amo, Jin.

Tres palabras fueron suficientes para dejar en jaque al pelirrosa, quien tenía una expresión de sorpresa en su rostro ante las palabras de su mejor amigo.

El peli negro se mostraba seguro, pero por dentro el miedo lo invadía de tan solo imaginar que sus sentimientos no serían correspondidos.

Sentimientos que había guardado desde hace ocho años, que fue la primera vez que lo vio.

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Acababa de mudarse a Sendai con su tío y no conocía a nadie, por lo que no se negó a ir a pescar con 'el viejo' (como solía llamarle) para no quedarse solo en casa.

Fue ahí donde lo conoció, mientras el pelirrosa pescaba con su padre. Estaban celebrando que habían atrapado un gran pez, el pequeño reía y bailaba por la hazaña. Se veía totalmente adorable, parecía un bello ángel caído del cielo.

Cuando bajaron de los botes, los adultos y los niños se encontraron. Se presentaron y mientras los mayores bebían unas cervezas, los pequeños se dedicaron a caminar a la orilla de la playa.

- Oye, Toji... - preguntó el pelirrosa acomodándose sus gafas - ¿Extrañas tu hogar?

- No - contestó el pelinegro sin darle importancia - La verdad es que llevo viajando desde muy chico, así que ya no sé a qué lugar llamar "hogar".

- Y... ¿Cuánto tiempo piensan quedarse? - un ligero sonrojo se hizo presente en las mejillas del pequeño.

- No lo sé - dijo Toji mirando al cielo - Todo depende del viejo. Y como soy menor estoy bajo su custodia. Pero una vez que crezca haré de mi vida lo que se me antoje, y nadie me va a detener... ¡Seré yo solo contra el mundo! - exclamó con gran entusiasmo, para luego dirigir su mirada a su nuevo amigo, quien lo miraba con ojos llenos de admiración - Aunque, no me molestaría tener un compañero de aventuras...

El rostro del pelirrosa se coloreó totalmente de rojo. Apartó la mirada, avergonzado, para luego entregarle una hermosa sonrisa, que dejó flechado al pequeño Toji.

Desde ese día fueron inseparables. Asistieron a la misma escuela, y como tenían la misma edad les tocó estudiar en la misma clase.

Jin era un estudiante excelente, mientras que Toji era mejor en las disciplinas deportivas, destacando por su gran resistencia y físico envidiable.

A medida que iban creciendo, ambos jóvenes desarrollaron sus cambios a su manera. Jin se convirtió en un joven hermoso, inteligente, dulce y encantador.

Por otro lado, Toji se volvió aún más atractivo, alto y musculoso, no aparentaba tener quince años. Además, se había ganado fama de "conquistador", pues no había mujer que no caiga rendida ante su imponente presencia.

A pesar de su actitud rebelde y despreocupada, Toji era bastante responsable y maduro. Muchas veces tenía que suplir a su tío en el trabajo, pues el hombre se la vivía despilfarrando su dinero en la bebida, por lo que el muchacho se vio en la obligación de trabajar y conseguir su propio dinero para sustentarse.

Aceptaba todo tipo de trabajos, y se hizo conocido como un "mil oficios". Pero el que más disfrutaba era la pesca artesanal. Las olas del mar y la brisa le daban una sensación de libertad, aquella que tanto anhelaba. No veía las horas en cumplir la mayoría de edad para por fin largarse lejos de su tío, al que prácticamente tenía que mantener.

Su único consuelo era Jin, con quien pasaba el mayor tiempo posible en sus ratos libres. El pelirrosa le ayudaba a estar al corriente con sus clases para que no perdiera el año, aunque Toji era muy cabeza dura como para entenderlas.

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