Perdidos

274 38 0
                                    

- ¡No permitiré que vuelvas a ver ese tipo!

- Pero, papá ¿De qué hablas?

- No quieras verme la cara de idiøta ¡Sé perfectamente que tú y ese hombre tienen una relación! ¡Atrévete a negármelo!

Yuuji estaba en shock, sin poder entender porque su padre acusaba directamente a Toji de ser su pareja.

¿Cómo pudo saberlo?

🌥️

*•*•*•*•*•* Horas antes *•*•*•*•*•*•*

- ¿Fushiguro?... Bien, pues yo soy Jin Itadori. Mucho gusto, señor "Fushiguro".

A pesar de aparentar ser débil, Toji pudo sentir como ese apretón de manos estaba a punto de romperle los huesos.

La mirada de Jin era de rencor y furia. Era como si intuyera que él era el hombre con el que estaba saliendo su hijo. Sin embargo mantuvo la calma y guardó compostura para no seguir levantando sospechas.

Los jóvenes continuaron estudiando su informe, mientras que los adultos ni siquiera se atrevían a mirarse.

Jin echaba vistazos continuamente a Yuuji y luego a Toji, con el fin de hallar algo para incriminarlo. Aunque él bien sabía que el hombre misterioso con el que estaba saliendo su hijo se trataba del pelinegro.

Era demasiada casualidad. Su hijo había cambiado demasiado desde que llegaron a Tokio, y ya sospechaba que salía constantemente de casa sin permiso, además de que la noche que confiscó su celular por llegar a altas horas de la noche, las llamadas de un tal "Fushiguro" no paraban de llegar.

Todo iba encajando.

"Si tan solo Kaori hubiese sido más responsable todo esto se hubiera evitado", pensó. Sin embargo, tenía que admitir que la culpa también la tenía él, pues sobrepuso su trabajo y a su amante antes que a su hijo.

Kaori no importaba, jamás le había importado, pero por exigencia de su padre tuvo que casarse con ella.

Y aunque pensó que al tener a Yuuji su matrimonio se consolidaría, no hizo más que desmoronarse, pues Kaori se volvió aún más celosa y peleaba por lo más mínimo.

Jin estaba harto, por lo que para "escapar" de aquel ambiente, comenzó a aceptar trabajos fuera de Tokio. Así conocería a Kenjaku, un compañero con el que empezaría una relación clandestina.

Pasó muchos años descuidando a su hijo y para cuando cayó de cuenta de ello, Yuuji ya era un jovencito de 17 años. Intentó pasar más tiempo con él, pero ahora era distinto, pues siempre aprovechaba para preguntarle cuándo volvería a viajar. Sin embargo su rostro no mostraba tristeza, sino ansiedad, como si deseara que se fuera. Muy diferente a cuando era niño y le rogaba porque se quedara un día más.

Había cometido un grave error, y ahora estaba pagando las consecuencias. Lo peor, es que la vida se empeñaba en golpearlo aún más fuerte, al poner en el camino de su hijo a su viejo amor: Toji.

- Entonces... - dijo Jin una vez que se encontraba un apartado de los chicos - ¿Ya no eres Zenin?

- Supongo que jamás lo fui - respondió Toji sin mirarlo.

- ¿Y desde cuando conoces a mi hijo? - preguntó sin previo aviso.

Sin embargo, el pelinegro no se dejó intimidar. Se giró para quedar frente a frente, y con una mirada penetrante, le dijo:

- Déjate de rodeos. Pregunta de una vez lo que realmente quiere saber.

- Perfecto. Entonces dime ¿Desde cuándo te estás acostando con mi hijo?

La red de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora