Lluvia

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- Entonces... - dijo el mayor mirando descaradamente las piernas del pelirrosa -  Al parecer te quedaste a dormir aquí ¿Eres pareja de Megumi?

- ¿Qué? ¡Ah, no, no! - respondió nervioso - Él y yo somos amigos. Teníamos unas cosas que hacer, por eso me quedé a dormir. Nada más, solo por eso.

Ver al menor todo nervioso y ruborizado le causó mucha gracia a Toji, que no pudo evitar reírse por la inocencia del muchacho.

Lo siguió observando. Definitivamente era hijo de Jin, el parecido era innegable. El cabello rosa era inconfundible, el color miel de sus ojos, el tono aperlado de su piel, la aparente dulzura de esos pequeños labios. Sin embargo, su cuerpo se veía mucho más desarrollado que el del padre a su edad. La palabra correcta para definir su cuerpo no sería delgado, sino atlético. Se notaba en los brazos bien formados y sus piernas bien trabajadas.

"Me pregunto que habrá bajo esa camiseta holgada", pensó el pelinegro lanzándole una sonrisa pícara que hizo estremecer al menor.

- Papá, no lo molestes - la voz de Megumi los tomó por sorpresa, haciendo que el pelirrosa diera un respingo.

- No lo estoy molestando ¿Cierto, Yuuji?

- N-No, para nada - respondió Yuuji con notable nerviosismo - Yo debo ir a vestirme, ya es tarde y no quiero ganarme un regaño de mamá.

- Okey - dijo Megumi - Pero al menos desayuna, luego podemos dejarte en tu casa.

El pelirrosa asintió y subió las escaleras como si su vida dependiera de ello, dejando solos al hijo y su sexy padre, que no le quitó la vista en ningún momento.

- Cuidado - le advirtió Megumi.

- ¿Cuidado de...?

- Yuuji no es como los tipos con quienes te diviertes - le espetó con seriedad - En primer lugar, es menor de edad. En segundo, él es un buen chico, podría decirse que hasta inocente, así que ni se te ocurra ilusionarlo.

- Tranquilízate - le dijo Toji, despreocupado - No pretendo involucrarme con un niño.

"Un niño... No debe tener menos de 15 años ¿Cómo se me ocurre?"

Una vez que desayunaron y dejaron limpio el servicio, Toji comenzó a guardar las maletas de su hijo en el auto. Los chicos subieron, Megumi en el asiento del copiloto y Yuuji en medio de los asientos de atrás.

Una vez que terminó, el mayor encendió el auto y ajustó el retrovisor, el cual le dió una vista perfecta del pelirrosa. Pensó en acomodarlo nuevamente, pero prefirió dejarlo así.

Desde su perspectiva, Yuuji también podía ver los ojos de Toji, cruzando miradas de vez en cuando. El clima era frío, y sin embargo, un intenso calor comenzó a recorrer su rostro, bajando a su vientre y finalmente hasta su entrepierna. Abrió la ventana para tomar aire, notando que se encontraba cerca de su casa.

- Pueden dejarme aquí - dijo el pelirrosa - Mi casa está a dos calles a la izquierda, no es necesario que giren hasta allá.

El auto se detuvo. Yuuji tomó su mochila y salió de inmediato y se giró para despedirse.

- Nos vemos el lunes en la escuela - le dijo Megumi.

- Fue un placer conocerte, Yuuji - agregó Toji - Nos vemos.

Yuuji asintió a ambos, dió media vuelta y caminó lo más rápido que pudo.

Al llegar a su casa, llamó a su madre, pero no hubo respuesta. Supuso que estaría de compras o que probablemente aún no regresaba de su salida con alguno de sus amantes.

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