Epílogo: Mar de pasión

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El viento acariciaba su rostro con suavidad y la fresca brisa alejó todos los malos recuerdos.

La inmensidad del mar y la calma de sus olas le transmitían una tranquilidad infinita, mientras que el cielo despejado y el brillante sol sobre él le señalaban el futuro que tendría de ahora en adelante. Uno en el cual sería feliz junto al hombre que ama.

🐚

- ¿Estás seguro de esto? - le había preguntado aquella vez después de su inesperada propuesta.

- Absolutamente - le contestó el peli negro con firmeza.

- Pero... ¿Qué hay de Megumi? Estarás lejos de él y ya no podrás verlo como antes.

- Él ya sabe mi decisión, y está totalmente de acuerdo - dijo mientras acariciaba su rostro - Además, fue quien me animó a decidir que me mudara a América contigo. Incluso Gojo se metió en la conversación y me aseguró que se encargaría de que él, Megumi y Nobara nos visiten en las vacaciones.

- ¿Y no te da pena dejar todo atrás?

- Pues, lo único que dejaría es a Megumi. Pero, a fin de cuentas, mi hijo ya es un adulto que puede tomar las riendas de su vida, así que no me preocupa demasiado. Sé que será feliz, así como yo lo seré contigo.

Tomándolo de la cintura, el pelinegro lo acercó para darle un suave beso, para luego sentir como colocaba algo en su dedo anular.

Se separó del beso y llevó frente a su rostro su mano izquierda, la cual lucía un hermoso anillo adornado con una perla.

- Se llama "Perla de invierno" - dijo Toji, tomando su mano y acariciando sus dedos - Si te das cuenta, el diseño alrededor de la perla la hace lucir como un copo de nieve.

- Es hermosa...

- Y muy especial - continuó el pelinegro - Ésta, es una perla Akoya en bruto, las primeras en cultivarse en agua salada. Hubo un tiempo en que estuvieron a punto de extinguirse, por ello son muy difíciles de conseguir...

- ¡Debió costarte una fortuna! - exclamó asustado.

- Tranquilo, mi amor - lo abrazó y le dio un beso en la frente - Tú lo vales, eso y mucho más.

Así fue como, un mes después de proponerle matrimonio y rodeados de sus seres queridos, Toji y Yuuji se casaron en Florida, lugar donde residirían de ahora en adelante.

Al ser pocas personas, la recepción fue sencilla. Aún así, bailaron, bebieron y se divirtieron a lo grande.

Yuuji lanzó el ramo, que de inmediato fue atrapado por Nobara. La joven, ya pasada de copas, se arrodilló frente a Megumi y le propuso matrimonio.

Una manera poco ortodoxa, pero que divirtió al joven pelinegro, quien no dudó en aceptar su propuesta.

Amigos del trabajo de Yuuji, celebraban a su alrededor, y al final lloraron por lo mucho que iban a extrañarlo. Es que el pelirrosa sabía hacerse querer por todos.

Por otro lado, los amigos de Toji se acercaron a felicitarlo, tanto por su boda como por su reciente ascenso como subgerente en la sucursal de la empresa pesquera en la que trabajaba. Un trabajo con una alta paga y que le permitiría estar la mayor parte del tiempo con su adorado pelirrosa, pues lo tendría como su asistente.

Después de un rato de charla, pensó que ya era tiempo de volver con su ahora esposo. Fue entonces que vio algo curioso: Gojo siendo arrastrado por un tipo de cabello largo y con un peculiar flequillo, al cual había presentado hasta hace unas horas como "un viejo amigo de la escuela".

"Algo me dice que habrá otra boda, y no precisamente de Megumi y Nobara..."

Comenzó a reír, hasta que sintió como unos brazos lo rodeaban por detrás. Se giró un poco y se encontró con la radiante y hermosa sonrisa de su amado.

- Toji... - le dijo suavemente al oído - ¿No crees que ya es hora de escaparnos?

La mirada traviesa del más joven convenció de inmediato al mayor, y sin avisar a nadie, salieron del lugar hasta llegar al puerto dónde un lujoso yate los esperaba para comenzar su luna de miel.

🌊☀️🌊

El recuerdo de ese día hizo a Yuuji esbozar una sonrisa, hasta que fue atrapado sorpresivamente por los brazos de su hombre, quien lo cargó y estampó un apasionado beso.

El pelirrosa se aferró del cuello de Toji para profundizar el contacto, y solo se separaron cuando sintieron que les faltaba el aire.

Toji tomó la mano en la cual su adorable esposo portaba su anillo, y posó sus labios en ella.

- ¿Te dije el significado de las perlas en el anillo de compromiso? - preguntó el pelinegro.

- Uhm... - el pelirrosa inclinó la cabeza hacia atrás, mirando el claro cielo, buscando una respuesta - Creo que no. Lo recordaría si me lo hubieras dicho.

- Bien, te contaré. Hay un mito, el cual dice que las perlas son lágrimas de los dioses y que si una novia, o este caso, novio, la porta en su mano, le asegura un matrimonio feliz y sin lágrimas.

- Eso significa que no me harás sufrir ni llorar ¿cierto?

- Así es. Aunque... - el mayor bajó sus manos hasta las nalgas de su esposo para darles un fuerte apretón, el cual hizo que el pelirrosa gimiera - No me importaría hacer llorar a mi lindo Yuuji mientras tiene mi pølla dentro de él.

El pelirrosa se mordió el labio inferior, excitadø por la voz y la manera de hablar de su esposo. Acarició los pectorales descubiertos de su amado y regalarle un dulce beso.

- Vamos a la cama y veamos cuánto resisto sin derramar una sola lágrima - dijo Yuuji con tanta sensualidad, que de inmediato pudo sentir la erecciøn de su esposo.

Una vez en la habitación, se dejaron llevar por el deseo, entregándose por completo al amor y la pasión.

Toji no dejó ni un espacio del cuerpo de Yuuji sin besar, mientras embestía con fuerza su cálido interior.

- ¡Ahhh~! ¡Toji!... ¡Más, más!

- ¡Ah, mi amor! !Estás tan apretado como la primera vez que te hice mío! ¡Me encantas!

- ¡No pares, Toji! ¡Más profundo!... ¡Ah, sí! ¡Justo ahí! ¡Más, más!

Las estocadas frenéticas del mayor dieron en el punto dulce del más joven, quien no podía contenerse ante tanto deleite. Ya se había corridø dos veces y con la rudeza de las embestidas de su esposo, pronto lo haría por tercera vez.

Gruesas lágrimas asomaron en los dorados ojos del pelirrosa. Lágrimas de placer.

- ¡Toji, no aguanto más!

- Córrēte, mi amor, córrēte conmigo...

El mayor levantó las piernas del más joven para embestirlo, logrando que su vērgą entrara por completo.

Yuuji no pudo resistir más, dejando salir su s*men sobre él y su esposo, mientras que Toji descargó su semilla en el interior del pelirrosa, desbordando incluso sin haber salido dentro de él.

Exhaustos por la intensa faena, se acostaron abrazados, cubiertos de sudor y repartiendo besos entre sí.

- Te amo tanto, Yuuji.

- Y yo te amo a tí, Toji. Te amo, te amo...

Es el inicio de una nueva vida para ambos.

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