El de dónde venimos o hacia dónde vamos, siempre ha sido parte principal de mi vida. No importaba con cuánta literatura clásica y contemporánea haya intentado llenar el vacío de esas dudas, porque muy en el fondo tenía ideas de qué me pasaba: en lo profundo algo me decía que encontrar respuestas era la única misión que se me había predestinado, como con siglos de antelación. Como si fuera el primer peón del tablero de ajedrez que era consciente de su papel de soldado raso.
Tenía una edad numerosa en años. Y a lo largo de ellos había aprendido que las aspiraciones de otros sobre mí eran, simplemente, perspectivas del ojo ingenuo y corriente. Yo no era la persona que los demás comprendían, sino algo más feroz: algo dormido y aterrador, confundido y desconocido. Sería mi culpa, por mi comodidad ante los abismos oscuros y lo imperturbable que me había hecho ante lo grotesco de la vida. Tan grotesco que, una vez que lo probé, conocí la metamorfosis: me había convertido en la mancha que arruinaba la camisa blanca, o la única rosa roja que permanecía cerrada en invierno.
O era solamente yo, lo que sería entre todas las notas discordantes, la más aterradora y siniestra.
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Girasoles Blancos
PoesiaEn mi balcón del segundo sembré muchos girasoles. El Sol los pintó de amarillo. Van Gogh los llenó de rojos. Y también les puso azules. Pero hoy yo los dejo en blanco. Porque mis flores y yo nos parecemos mucho: Vivimos buscando nuestros verdad...