Capítulo 5.

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Anastasia.
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Ya estaba comprometida, y no había vuelta atrás. Todos estaban realmente felices por esta farsa. ¿Y dónde queda mi felicidad? Eso no importa ahora. Escuché que alguien tocaba la puerta. Era una sirvienta avisándome que mi padre quería verme. Bajé hasta su despacho y entré. Lo vi sentado, mirando hacia el jardín.

-Hija, qué bueno que estás aquí – se levantó.

-Sí, papá, ¿de qué querías hablar? – le pregunté mientras me sentaba en el sofá.

-Sobre la boda, será en dos días – soltó de golpe. – Si esperamos un mes, querida, nuestra empresa no aguantará más. – Mi padre me tomó ambas manos.

-Entiendo, padre. ¿Elisa lo sabe? – retiré mis manos de las suyas.

-Sí, hija, su padre se lo comentó antes de que se fuera a USA – dijo.

-Ah, ¿USA? ¿Qué estuvo haciendo allá? – Mi padre me miró extraño por mi pregunta. No lo culpo.

-Por negocios, tal vez. No sé si lo sepas, pero Elisa suele viajar mucho por negocios, es su pan de cada día – me ofreció una taza de té.

-Gracias, padre. Entiendo. Así que suele viajar mucho... – Doy el primer sorbo.

-Sí, así es. Volviendo al tema de la boda, tu madre ya tiene todo listo, gracias a esas agencias. Será algo rápido. Lo único que podrás escoger tú será el vestido. Será mejor que te apures, hija. Dos días pasan rápido. – Tomó un poco de té.

-Sí, padre, será mejor que salga a comprarlo. Le pediré a mi hermana que me acompañe. – Dejé la taza en su lugar y salí del despacho de mi padre.

Pregunté a las sirvientas si habían visto a Alicia, pero me dijeron que había salido hace poco, así que ni modo, tocaba ir sola. El chófer ya tenía listo el auto, así que salí. Busqué una boutique de vestidos de novia, bajé del auto y le pedí al chófer que me esperara. Entré y de inmediato me recibieron.

-Por aquí, señorita – me saludó una empleada muy amable. Me guió hasta adentro. – Tome asiento, aquí tiene el catálogo de vestidos de novia.

-Gracias – tomé el catálogo y comencé a revisar. Ninguno me llamaba la atención hasta ahora.

Seguí buscando y vi uno que logró captar mi atención. Era muy hermoso, así que le hice señas a la muchacha.

-Este quiero probarme.

Ella asintió y me guió hasta el vestidor. Me probé el vestido, que era muy hermoso y le quedaba como anillo al dedo a mi tipo de cuerpo. Decidí quedarme con él. Las muchachas, muy amables, me ayudaron a escoger todo lo demás: velo, accesorios y demás. Salí de la boutique, el chófer me ayudó con las compras y nos dirigimos a casa. En el camino, revisé mis redes sociales y entré al perfil de Eduard. Había subido una foto en la que se veía hermoso. Todos los momentos felices y los planes que tenía con él se fueron a la basura.

Llegué a mi casa. El chófer me ayudó con las cosas. Pregunté por mi madre, pero las sirvientas me dijeron que salió hace poco para terminar los preparativos de la boda.

Subí a mi habitación. No quería saber nada de nadie. Estaba a punto de dar un paso importante con una persona que no amo y que, para colmo, no expresa ninguna emoción. Vi unos videos y decidí revisar Instagram de nuevo. Busqué el perfil de Elisa y lo revisé. Tenía varias fotos de eventos, algunas de sus viajes a la playa. Una foto me llamó la atención: ella aparecía con una mujer hermosa, su cabello era rojo y sus ojos azules. Sentí una sensación extraña en mi estómago. ¿Serán amigas? Me pregunté a mí misma.

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