Capítulo 2.

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Elisa.

ω


Me encontraba en un viaje de negocios en Italia, como era habitual. Este año decidí hacer una nueva inversión, abrir una aerolínea. Por lo tanto, me encontraba en una reunión con los inversionistas, discutiendo los detalles y posibles pasos a seguir.

En una semana regresaría a Inglaterra. Mi padre me comentó que tiene algo importante que decirme, algo que no podía compartir por teléfono, así que esperaba poder saber más en persona. Después de la reunión, decidí salir un poco. Soy joven, apenas tengo 28 años, y no vendría mal distraerme. No es un secreto que me atraen las mujeres. Cuando se lo comenté a mi padre, lo tomó con calma, lo cual me tranquilizó.

Esa noche, me encontraba en un bar en Italia, uno bastante exclusivo, donde solo frecuentaban personas de cierto nivel.

—Disculpa—dijo una mujer detrás de mí.

—¿Sí?— respondí, volteando.

—Wow, qué hermosos ojos tienes – dijo, y sonreí ligeramente.

—Gracias— respondí, con una sonrisa tímida.

—¿Vienes sola?—dijo, sentándose cerca de mí.

—Así es—respondí mientras me servía otro vaso de whisky.

—¿Te gustaría bailar?— preguntó, mientras su mano rozaba la mía.

—Acepto— respondí, levantándome para ir a la pista de baile.

Como era de esperar, terminé pasando un buen rato con esa mujer. Me agradaba tener el control de la situación, no me avergüenza admitirlo. Tampoco es que se tratara solo de una atracción física; era algo más. A veces, los encuentros casuales nos dan lo que necesitamos sin esperarlo.

Esa noche, al llegar a mi casa, comencé a preparar mis cosas. Mi secretaria se encargó de reservar un vuelo para el día siguiente. Tenía que regresar a Inglaterra lo antes posible. Mi padre estaba esperando poder hablar conmigo sobre algo importante. Me moría de curiosidad.

Antes de dormir, tomé una ducha relajante, ya que aún sentía algo de dolor de cabeza por la noche anterior. Me tomé unas pastillas y me fui a dormir, ya que al día siguiente tenía un vuelo temprano.

Al día siguiente me levanté temprano para arreglarme y organizar mis maletas, además de hacer algo de ejercicio mientras esperaba a que mi secretaria llegara. Eran las 7 de la mañana, y mi vuelo salía a las 8. Lamentablemente, mi avión privado estaba en mantenimiento, pero igual estaba en marcha. No tenía que hacer fila en el aeropuerto, pues iba en clase alta.

Finalmente, ya estaba en Inglaterra. Subí a mi coche y me dirigí a la mansión de mi padre. Sería una sorpresa para él, ya que originalmente planeaba llegar al día siguiente. Al salir del coche, le di indicaciones a mi secretaria de que se encargara de mis cosas, que serían dejadas en mi apartamento por los guardias.

—Hola, papá, ya estoy aquí – dije, caminando hacia su oficina.

—Elisa, querida– se levantó para darme un beso en la mejilla–Se suponía que vendrías mañana.

—Sí, padre, pero terminé todo lo que tenía pendiente en Italia, así que aquí estoy. ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme? – pregunté.

Mi padre se sentó nuevamente y me hizo señas para que me sentara también.

—Siéntate, hija—dijo, y obedecí.

—Verás, después de que te fuiste a Italia, hablé con Estéfano— hizo una pausa antes de continuar— Me comentó que su empresa está pasando por dificultades económicas y que pronto se declarará en bancarrota. Este fin de semana iremos donde los Williams – agregó, notándose algo nervioso.

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