Ingenua yo

82 15 17
                                    


Había estado ignorando a Dash.

Y es que no me alegraba de eso porque una parte de mi sentía necesitar estar con ella.

Son embargo, sabiendo que tenía algún tipo de sentimiento por Dash, no podía hablarle igual ya que estaba de novia con Rarity.

Y durante varios días todo fue bien con Rarity.

El lunes me sacó a cenar a Sugarcube Corner, nos pusimos al corriente de lo que había pasado el tiempo que ni estuvimos juntas. Me preguntó por mi fin de semana. Me salté la parte de Rainbow y le conté que ví a su hermana en Santa Mónica.

—Ay, pues claro, querida. Una dama necesita broncearse de vez en cuando —alardeó.

No me mal entiendan. Rarity era hermosa y todo eso pero, pues no era Dash.

Y ni siquiera supe porque había aceptado regresar con ella. ¿Fue venganza? ¿Indecisión? ¿Ingenuidad?

En la noche me llegó un mensaje de Rainbow.

«Holaaaaaa»

No respondí. Si estaba con Rarity no podía ser infiel y seguir hablando con otra chica que sabía que me gustaba.

El martes me invitó a su taller y pasó todo el rato hablando sobre moda. Algo que realmente no me interesaba pero fingí ponerle atención mientras miraba mi teléfono de reojo. Esperando un mensaje de Rainbow.

Mientras esperaba algo para terminar con Rarity y regresar a Dash.

El martes en la noche me envió otro mensaje.

«¿Estás bien, AJ?»

No respondí.

El miércoles Rarity me obligó a viajar a Dallas, Texas para un desfile de modas.

Me desvelé toda la noche haciendo las tareas que no pude hacer durante el día.

Entonces mi hermana se acercó a mi a altas horas de la madrugada, mientras estaba cosechando unos manzanos.

—Algo anda mal en tí desde que Rarity vino a la granja —me dijo.

Levanté unas manzanas del piso. Me sentía tan cansada, tan desolada, tan inútil e ingenua que tuve que aguantar el llanto, mi hermana no podía verme vulnerable o ella se rompería también.

—Estoy cansada, caramelo —fue lo que le dije. No mentí pero omití información.

Ella se sentó debajo del árbol y palpó la tierra al lado suyo, invitandome a sentarme al su costado.

—Te conozco. Y algo no anda bien —dijo—. ¿Pasó algo en Santa Mónica?

—Pero hice muchas ganancias, ¿cómo pudo haber ido mal?

Ella se acomodó el fleco de la cara.

—No me refiero a eso.

Caí en cuenta que se refería al ámbito personal.

—Sweetie me contó que te encontró en el hotel, dijo que te veías, pues, nerviosa —continuó Apple Bloom. Luego cerró el puño, con enojo—. Y después viene Rarity y te pide disculpas por todo lo que te hizo y ahí vas tu de tonta a regresar con ella. ¿En que estabas pensando?

Me acomodé a su lado y me quité el sombrero.

—¿Recuerdas a Dash?

Sus ojos brillaron por un momento.

—¿La que venía una vez al año y tuviste tu primer romance con ella?

—¡Por Celestia! ¿Cómo carajos sabes eso? —mi cara ardía.

Nuestra Casa en la Playa// APPLEDASHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora